Crónica La Route du Rock 2022 | Dónde los solapes no existen

Durante los días 18 y 19 de agosto, tuvimos la suerte de asistir al emblemático festival La Route du Rock. Situado entra la mítica localidad francesa de Saint-Malo, donde alterna conciertos gratuitos a primera hora de la tarde en la playa, y Le Fort de Saint-Père, una imponente fortificación del siglo XVIII desde donde es posible disfrutar del grueso del cartel. El cartel, bastante más flojo que otros años hemos de decir, contaba con alguna que otra joyita a descubrir que pasaremos a desvelar más adelante.

De entrada, King gizzard & the Lizard Wizard, la banda con mayor atractivo del festival, canceló por problemas de salud de su cantante durante el transcurso de su gira europea. El anuncio de su sustituto, Fat White Family , nos dejó un poco fríos.

La segunda jornada del festival, primera para nosotros, comenzaba en el intimo escenario cara al mar en la playa de Saint-Malo, donde la americana Mary Lattimore, amenizó la tarde con su arpa a bañistas, curiosos y asistentes al festival.

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Mary Lattimore | Foto: Gwendoline Guillet

Previamente y como durante los siguientes días del festival, The Magnetic Fields inaugurarían cada una de las jornadas pinchando a la par, clásicos y novedades del pop-rock indie internacional.

Ya en la localización principal, Le Fort de Saint-Père, llegamos en el momento exacto en el que el dúo rock Wet Leg aparecían sobre el escenario. Las británicas dieron un concierto magnífico demostrando que tienen el nivel suficiente para llenar un escenario principal y mucho más, tocando casi íntegramente su exitoso álbum debut.

Tras este primer show y una breve parada para recobrar fuerzas, estábamos preparados para ver al gran grupo de la edición tras la caída de los australianos del cartel.

Los irlandeses Fontaines D.C tienen temazos (en concreto 4), tocan bien, pero les falta eso que nadie sabe para ser una massive band. Tras verles en el Primavera Sound con un público más heterogéneo, esperábamos que en un festival con una mayoría de público amante del punk rock, dieran el campanazo. Quizás aún no hayan llegado a su punto alto de maduración.

Tras la conclusión del concierto, nos hicimos con un buen sitio para ver a Charlotte Adigéry & Bolis Pupul desde casi primera fila, quienes dieron la nota electrónica de la jornada. El dúo francés estuvo correcto, pero sobretodo, consiguió encender la mecha de los allí presentes que exigíamos ya a esas horas, algo más de zapatilla.

Todo fue un anticipo de lo que estábamos a punto de ver.

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Working Men´s Club | Foto: Gwendoline Guillet

Cerrando la jornada en el escenario principal, Working Men´s Club, un nombre que no llamaba a asomarse sinceramente, pero dado que en este festival no hay alternativas, nos obligó a curiosear. Sinceramente, era nuestra opción de media horita y para casa.

Sin embargo y ante nuestra atónita mirada, teníamos a la auténtica sorpresa del festival.

Los chicos de Yorkshire están a otro nivel. Rock sí, pero electrónica también. Lo que hicieron Tame Impala en su tercer y mejor álbum, tiene continuación.

Por momentos recuerdan a New Order y en otros a Hot Chip, pero a lo largo de un concierto se puede identificar su sonido como verdaderamente único.

Ellos son la new next band y pese a que su nombre no destaque tanto a nivel de marketing, acabarán siendo cabezas de cartel. Al tiempo.

La segunda jornada del festival comenzó de nuevo para nosotros en el escenario de la playa de Saint Malo. Dando el toque nacional al festival, las pamplonicas Melenas lo petaron con su dreampop psicodélico ante un público francés muy entregado.

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Melenas | Foto: Gwendoline Guillet

Ya en el recinto principal, Kevin Morby comenzó fuerte con This is a photograph, un hitazo en toda regla y que da nombre a su nuevo disco. Tiene una banda sobresaliente por lo que su concierto resultó ser fácilmente apreciable para todo aquel que le escuchase por primera vez.

A continuación, DIIV a los que llevábamos con ganas de ver desde el lanzamiento de su disco debut y mejor álbum hasta la fecha, Oshin, colapsaban el segundo escenario desde minutos antes de comenzar.

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DIIV | Foto: Gwendoline Guillet

Estos chicos a nivel de guitarras han mejorado una barbaridad, pero la frescura de sus primeros temas ya no la tienen. Enormemente disfrutables de todas formas.

Acto seguido, aparecía en el escenario principal el cabeza de cartel del día, Baxter Dury, un artista 100% Primavera Sound ( de hecho, ha tocado allí 3 veces ya) pero que desde hace 7 años no vemos en España , lo cual nos hizo no tenerle previamente muy bien ubicado.

Por momentos nos recordó a una especie de Damon Albarn pero más canalla.

Rock, hip hop y electrónica se entremezclan en un show que no da un minuto de respiro al público asistente. A su vez, una banda de primer nivel le arropa en todo momento. Sin duda alguna, fue toda una gran sorpresa.

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Baxter Dury | Foto: Gwendoline Guillet

Tras esta magnífica actuación que encandiló al público asistente, era hora de ver la bizarra puesta en escena de Snapped Ankles que tuvo su buena acogida ante un público como el francés, gran amante de la electrónica y que se vuelca de inmediato ante cualquier artista que haga de su concierto una pista de baile.

El cierre de la jornada, corrió a cargo de The Limiñanas.

La banda de rock francés tuvo un comienzo muy fuerte, con los temas de su nuevo álbum, De Película junto a la mítica estrella de la electrónica francesaLaurent Garnier. El concierto fue bajando de intensidad hasta terminar un poco por aburrirnos. Sin duda, no era el mejor horario para ellos.

Tras dos días, nos vamos del festival con un muy buen sabor de boca en general. 15.000 asistentes diarios y un recinto pequeño pero en el que es fácil y rápido pedir una cerveza e ir al baño, lo hacen particularmente cómodo. A su vez, dos escenarios enfrentados con horarios alternativos en el que no perderte nada de la programación y un buen servicio de navettes endulzan la situación.

Venimos de un verano donde hemos asistidos a descomunales festivales con atractivísimas propuestas, pero en los que haces colas para todo y en los que al fin y al cabo, no puedes ver ni un 20% del cartel.

Quizás sea la edad, pero este modelo de festival, empieza a llamarnos más.

Por contra: una programación un poco escueta. Se echa en falta un pequeño escenario alternativo con djs o bandas locales para diversificar la propuesta, así como algún nombre de más cache a la hora de encabezar las jornadas como en años anteriores.

Pero sin ninguna duda, esperamos volver el año que viene a pisar tanto la playa de Saint-Malo como Le Fort de Saint-Père.

Texto: Jaime Cuesta
Fotos: Gwendoline Guillet