Crónica Bilbao BBK Live.

La presente edición del Bilbao BBK Live presentaba uno de los carteles más interesantes del verano con una gran variedad de propuestas musicales de gran calidad y menos comerciales. Pese a ello este año no ha habido Sold-out como años anteriores y es que este cartel no era el más adecuado para los “yo solo vengo por la fiesta”.

Las once ediciones en Kobetamendi han evolucionado en un más que cómodo recinto en el que no hay que caminar grandes distancias para llegar a todos lados, sin problemas de colas en barras y comidas pero con el único inconveniente de un escaso número de baños que a media noche quitaban las ganas de entrar en ellos.

 

 

La jornada del jueves la empezamos con Gallant. El artista norteamericano se comió el escenario con su prodigiosa voz carisma y motivación, arrancando los primeros saltos al público madrugador. Podemos decir lo contrario de Lauren Mayberry, la cantante de Chvrches. Pese a que lo intenta con numerosos bailes y paseos por escenarios, la escocesa está totalmente falta de carisma. Un rostro inexpresivo y unos bailes que parecían demasiado ensayados, que no eran fruto de la pasión. Con sólo dos canciones al micro Martin Doherty hizo bailar más al público que Lauren en todo el concierto, dejándolo todo preparado para los pogos que se vivieron en Clearest Blue y The Mother We Share. Dudamos de que hayan vivido algo semejante en sus shows. Pese a esa “frialdad” la banda escocesa dió un buen concierto en el que dieron un buen repaso a su último álbum y rescataron algunos éxitos de su debut.

M83 dieron la sorpresa del jueves. Pese a empezar con unos 15 minutos de retraso los franceses llevaron un gran show en el que hicieron disfrutar a los presentes. Un gran sonido y espectáculo visual metieron al público totalmente en el concierto, haciéndoles olvidar que en breves actuarían New Order y Arcade Fire. Tampoco faltaron hits como “Do it, Try it” o “Midnight City “.

 

 

No podíamos faltar a la cita con una de las bandas de electrónica más importantes del mundo. Los británicos New Order ofrecieron un show técnicamente perfecto. Un sonido espectacular que incluso mejoraba al de las grabaciones y un setlist repleto de éxitos de largo alcance como Blue Monday o Bizarre Love Triangle y otros más nuevos como el aclamado Tutti Frutti. Aún así, se les puede acusar de falta de energía o pasión. Bien es cierto que sucedían a unos luminosos y joviales M83, pero New Order no transmitieron toda la fuerza que se les demandaba, quizás por la edad o porque no vimos el concierto desde las filas más cercanas al escenario, donde se concentran los grandes fans. A pesar de esto, una ejecución perfecta y un concierto más que notable.

El colofón de la noche lo pusieron Arcade Fire. La banda canadiense ha ofrecido una exclusiva mini-gira con sólo tres conciertos en Europa y en Bilbao se dio lugar uno de ellos. Con un setlist plagado de hits de todos sus álbumes como Reflektor, Afterlife, No Cars Go, Tunnels y un largo etcétera, Win Butler y compañía ofrecieron un divertido y emocionante espectáculo para disfrute de los presentes. Si alguien tenía dudas debido a que una gira muy corta, que se venían de vacaciones y demás, estas se disiparon  instante, la ejecución de las canciones fue perfecta. Parece que hubo quejas con el sonido, que a Win no se le escuchaba, pero en el concierto de Barcelona en la sala Razzmatazz ocurrió algo parecido así que no podemos echar las culpas al festival. Aún más cuando minutos antes M83 sonó como un tiro.

Más tarde Blood Red Shoes ofrecieron un atronador concierto en la carpa que despertó a cualquiera que estuviera cansado.

 

 

La jornada del viernes parecía la menos fuerte de esta edición aunque ofreció dos de sus mejores conciertos. Arrancamos la jornada con José González. El artista sueco, acompañado por su banda, ofreció un dulce concierto en el que repasó sus mejores temas. Que su actuación fuera en el escenario grande no resultó de gran ayuda ya que no permitió terminar de conseguir esa atmósfera de intimidad necesaria para este tipo de conciertos. Pese a eso la ligera lluvia que acompañó durante todo el concierto le dió un toque más emotivo. Seguidamente Ocean Colour Scene ofreció un repaso a su clásico Moseley Shoals. Con un escenario Heineken en el que la media de edad del público aumentó considerablemente. El problema de tocar álbumes en orden en los conciertos reside en que descargas la batería de hits nada más empezar y aunque eso puede resultar positivo para conectar rápidamente con el público también conseguirán que algunos asistentes ya hayan cumplido su cupo e irse a otro lugar.

Nosotros íbamos con MUCHO MIEDO al concierto de Grimes. Las constantes críticas de sus directos y lo observado por Internet nos atemorizaba por lo que podíamos presenciar. Pese a ello la canadiense ofreció un espectáculo más que disfrutable, aunque con un truco llamado HANA. La colaboración de la artista le daba todo el cuerpo necesario a los temas en directo y no hacían que te quedaras con cara de WTF. Hasta al principio del concierto uno dudaba de si estaba haciendo playback. Temazos como REALiTi o Venus Fly no paraban de hacer  brincar al público hasta que hubo un corte de luz en Go que nos cortó las alas. La artista se lo tomó con humor y más de 15 minutos después volvió con una bandera LGBT al cuello y con más energía antes para realizar un gran cierre con Kill V. Maim. Pese a que hay disparidad de opiniones para nosotros la canadiense fue una de las ganadoras del festival.

 

 

Seguidamente actuó el cabeza de cartel de la jornada, Pixies. Los shows de la veterana banda norteamericana no tienen secreto alguno. Hit tras hit sin pausa, ni un gracias de por medio. Aunque eso no quiere decir que sus conciertos sean reguleros, para nada. Y es que Pixes tiene temazos para dar y tomar, para berrear y saltar, para disfrutar y llorar. No faltaron los clásicos “Hey”, “Broken Face”, “Caribou” y la archiconocida “Where Is My Mind” entre otros temas. 32 canciones para hacer disfrutar a los más nostálgicos.

Es probable que Slaves dieran el concierto más salvaje del festival. El dúo inglés congregó en la carpa a un público lleno de ganas de pegarse y saltar… Y así fue. En el centro de la carpa se formó un pogo continuo en el que se perdieron litros de sudor a parte de móviles y carteras. La verdad es que debido a la bola de sonido que se formaba había momentos en que costaba diferenciar las canciones, aunque no parecía importar al público. El pabellón ya se cayó del todo con “Cheer Up London” y “The Hunter”. Conciertos así siempre en mis festivales.

 

 

El último día prometía como uno de los mejores de la historia del festival pese a no tener un cabeza de gran entidad. Entre los nombres más destacados de la jornada estaba Courtney Barnett. La gran promesa  australiana ofreció un concierto de puro rock mientras iba repasando el repertorio de su aclamado último álbum. A continuación llegó el turno de Father John Misty. El ex-batería de Fleet Foxes es una de los mejores showmans del momento y no dejó duda de ello. Con una sencilla puesta en escena en que todos los focos se centraban en el Josh Tillman nos interpretó sus demoledoras y satíricas letras, mientras conectaban con el público caída y múltiples besos incluidos.

 

 

Tame Impala fueron claramente los ganadores de la noche y el festival. Desde el minuto uno en el que empezó con Let It Happen la banda australiana ya tuvo a todo el público en el bolsillo. Bajo un sonido impecable y alucinante espectáculo de visuales y luces los asistentes contemplaban embobados mientras Kevin Parker repasaba algunos de los mejores temas de la banda. Dos únicos puntos negativos a ese concierto: que empezara con luz y que no durara más tiempo.

 

 

Ya flotando del concierto vivido cometimos el gran error de dirigirnos a Editors en vez de a Jagwar Ma. La banda inglesa ofreció un espectáculo digno de boy-band, de grupo Arenal Sound, con un Tom con total complejo de Justin Timberlake. Pese a tocar algunos éxitos como The Racing Rats o Papillon se dejaron varios en el tintero. Decepción absoluta con un concierto del que teníamos muchas ganas.

Al mismo tiempo que Editors decepcionaban, León Benavente triunfaba en un escenario Pepsi abarrotados de fans con ganas de vibrar y saltar con los contundentes temas de una de las bandas nacionales del momento. A pesar de unos problemas de sonido que casi apagaron la voz de Abraham Boba en las canciones iniciales, los veteranos músicos ofrecieron un concierto sobresaliente.

Tras esto, llegaba el turno de uno de los cabezas de cartel más cuestionados de los últimos tiempos. Desde el momento en que se confirmó su presencia como cabeza de cartel, Foals fueron criticados y cuestionados hasta la médula pues se dudaba de su condición de gran cabeza de un importante festival a nivel europeo. Pero lo cierto es que se sacudieron las dudas y se desquitaron a gusto con un setlist plagado de temazos que acompañaron las miles de voces de fans acérrimos que horas antes ya ocupaban las primeras filas esperando a sus ídolos. Los de Yannis hicieron gala de un directo poderoso y un sonido espectacular y desafiaron de tú a tú a la actuación de Tame Impala, los otros gran protagonistas de la noche.

 

 

Los que no decepcionaron fueron unos estelares Triángulo de Amor Bizarro que ofrecieron un notable espectáculo a base de todos sus hits. Sus temas antiguos, donde un poderoso ruido casi sepultaba la voz, se alternaron a la perfección con los temas del brillante Salve Discordia. La frialdad de los miembros de la banda, que como sacerdotes, oficiaron una ceremonia casi místicas, no frenaron ni un poco a un público muy entregado a la causa triangular que incluso pogueó al ritmo que marcaba el bajo de Isa.

El último concierto como tal del festival fue el de Wolf Alice en una carpa absolutamente abarrotada y entregada a la fuerza joven de una de las bandas internacionales con más proyección y que más darán de hablar. El resto fueron DJ’s y el colofón los 2manydjs pinchando remixes de Chimo Bayo.

 

El Bilbao BBK Live ha conseguido alzarse como uno de los grandes festivales europeos y este año, una vez más, ha estado a la altura. Este año han dado un importante salto de calidad con un cartel arriesgado y alternativo que rompía con líneas anteriores, apostado de lleno por música de calidad y un público quizás algo más mayor y sumergido en el mundo de las novedades musicales. Eso, unido a una gran organización pero en la todavía faltan por pulir algunos detalles, sitúan al festival bilbaíno como una cita ineludible en el panorama musical europeo. 

Pero no es solo lo puramente musical lo que hace especial al BBK. Es una ciudad entera volcada con el festival, es el norte y su ambiente, es la gente, es el extraordinario emplazamiento en la cima del monte… El Bilbao BBK Live no es un festival más, es uno de los momento más esperados del año y una de esas citas que dan sentido al verano. Es un festival para volver. Con amigos, con familia, con hijos, solo… Pero volver, siempre.

 

Alejandro Tejada

Quico Sabanés