Crónica Primavera Sound Madrid 2023 (Parte 1)

Finalmente, tenemos en Madrid el festival musical más importante de la península ibérica en cuanto a variedad de registros sonoros se refiere, después de veinte años, el festival Primavera Sound de Barcelona llega a la capital para cubrir un hueco necesario, que era el de un macrofestival de esta magnitud en la capital de Madrid, festival que debido a su calidad, suele atraer a gente de todo el planeta, que orienta sus vacaciones para asistir a él, y de paso visitar la ciudad.

En Madafackismo Underground hemos estado muy contentos de haber sido seleccionados para hacer crónica de este gran festival del que solo hablaremos de una parte de él, ya que se necesitaría un equipo de reporteros para poder dar testimonio de los ciento setenta y cuatro conciertos que habían sido programados, ya para abrir boca, a principios del mes de Mayo, los organizadores del PS, tuvieron a bien, el programar conciertos en la Plaza Mayor de la legendaria Ana Curra (ex – Parálisis Permanente, ex- Pegamoides, ex – Seres Vacíos, ex -Sangre Cristiana/El Último Eslabón, ex -Negros S.A.), junto al irreverente pop de Joe Crepúsculo (Ex-Tarántula) que fueron muy de agradecer en tan bella plaza, donde antiguamente la Inquisición quemaba brujos y brujas como nos recordó Ana Curra, y en la que aún se podían ver, en algunas de las fachadas, extrañas y simbólicas pinturas medievales.

Dentro de los preámbulos del festival, asistimos a la jornada inaugural con Pet Shop Boys, a pesar de que desde dos días antes toda la ciudad, estaba regada con actuaciones de bandas del festival, haciendo un total de siete días de festival, en los que Madafackismo asistió a cuatro de esos siete días, ya que uno de los días grandes del macrofestival fue suspendido por fuertes temporales y tormentas, una pena, porque hubiéramos sacrificado nuestra anatomía un día más, con tal de ver a leyendas de finales de los setenta como Sparks o a los padres del synthpop indie como New Order, o más modernos ya, la exhuberante música electrónica de Alison Goldfrapp, antigua colaboradora de Orbital, que realizó hace muchos años aquella obra maestra llamada “Felt Mountain” junto a músicos de Portishead, con ganas también del cosmic rock de The Comet Is Coming, aunque estos sí tocaron en sala, o el aplaudido proyecto de Nicolas Jaar, “Darkside”, o las nuevas bestias del gabba techno alemán, la pareja de Brutalismus 3000, aunque sí que tuvieron mucha suerte los fans de unos de los cabezas de cartel, Blur, que se habían caído, ya que se terminó trasladando a La Riviera de Madrid, como ocurrió además, con los míticos del indie, Come, que se trasladó a una sala clandestina de Madrid, agotando todas las localidades.

 

Miércoles 7

Pero empecemos por el principio, por el día siete, con las leyendas del technopop británico, Pet Shop Boys, en el Estadio Civitas Metropolitano, con unos beats atronadores y con un lleno espectacular como es de esperar con esta banda, y bajo alguna fina lluvia momentánea, se presentó la banda en un gigantesco escenario que tenía una especie de enrejado y hasta dos farolas. Neil Tennant salió al escenario con una careta entre lo tribal y lo futurista que le daba aspecto de medicine man y que le cubría toda la cabeza, su larga lista de hits se fueron sucediendo inevitablemente como “Suburbia”, en un escenario donde las luces se cruzaban entre sí, por medio de las farolas, dando aún más a la canción un paisaje cyberpunk al tema en cuestión, gran momento de expectación por parte del público fue el momento en el que Tennant se quitaba la careta guineana levantando una fuerte ovación, con una fuerte percusión electrónica de fondo, y el encender de las farolas, que dio paso al medley de U2 del “Where the Streets Have No Name (I Can’t Take My Eyes Off You)”, en el que habían parejas besándose bajo la lluvia con tan inspiradora canción mientras cantaban Pet Shop Boys.

Tuvo que sonar esa noche la melodía pegadiza de “So Hard”, mientras se veían unas siluetas eléctricas que dominaban unas pantallas de al menos 20 metros de altura, una pantalla a cada lado del escenario, aparte de Chris Lowe había otra tecladista, y un extravagante percusionista, Lowe, con quizás una de sus gorras (o la más) emblemática, la que dice BOYS en letras plateadas, y que se podría decir que es un reconocible icono de la cultura del vestir gay. En sus innumerables indumentarias, por parte de Tennant, que hizo desfilar por el escenario, cambiándose de ropa a unas velocidades endiabladas, como si de un maestro del disfraz se tratase, salió ataviado en una de ellas con un vestido cuasiruso, propio de una película de ciencia ficción de los año 20, con una especie de Ushanka y un esmoquin negro de solapas blancas, con el que cantaría “Domino Dancing” acompañado con imágenes en pantalla, esta vez, de edificios con artísticos colores eléctricos muy ochenteros.

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Pet Shop Boys | Foto: Sharon López / Primavera Sound

La versión de Elvis Presley “Always On My Mind” no se hizo de rogar, al ritmo alocado del pase de modas de Tennant, esta vez con un traje de Conde Drácula espacial sacado de algún episodio de Star Trek de los años setenta Curiosamente el superhit del año 99 de “New York City Boy” no fue interpretado, aunque es verdad que podrían ejecutar un concierto solo con singles y hits. Uno de los temas más celebrados, sobretodo por el público gay u homoerótico, fue la versión de Village People del “Go West”, al que siguieron temas más profundos como “It’s A Sin” o la eterna “West End Girls”.

La verdad, es que tenemos una deuda enorme, te guste o no te gusten, más o menos sus canciones, o su estilo, pero es innegable que mucha de la música independiente que llegó después de pop o rock sintetizado se puede ver que ha manado tanto de ellos como de New Order, de forma visible, claro, ya que Factory Records por aquellos años de 1981 ya era una mina para estos estilos, y solo hablamos de Inglaterra. No por casualidad hay una banda de Neil Tennant con Bernard Summer de New Order, y Johnny Marr de The Smiths, que se llamaron Electronic. Otro himno a la libertad del amor, con su cortinilla mágica inconfundible es “Being Boring” en un escenario iluminado en un pasillo con farolas, como si fuera una nocturna calle londinense, y con una despedida por todo lo alto con sonido a wah – wah de guitarra Hendrix que dejó al público del estadio Civitas Metropolitano más que felices, como bien saben llevar a cabo los Pet Shop Boys en sus más de cuarenta años de carrera.

 

Jueves 8

A pesar de suspenderse este día ocho por las amenazas de temporales en la Ciudad Del Rock, tuvimos suerte, pues habían conciertos programados a cubierto, en el Auditorio Primavera de la Estación del Norte, y así, pudimos ver en horario de mañana a Emeralds, un trío estadounidense de rock electrónico instrumental, altamente influido por el kosmische rock setentero, el momento era especial, pues la banda llevaba sin aparecer en escena, una década, y se reunieron ex profeso, después de diez años, para tocar de nuevo en Primavera Sound,  un guitarrista y dos músicos con aparatos electrónicos e informáticos, nos dieron una mañana perfecta, serían las 11 y algo A..M., empezando el día con un desayuno psicodélico, como los que tenía Syd Barrett, pero en vez de LSD con cereales, nuestras neuronas navegaron entre agradables melodías kraut rock, con canciones extralargas tipo Tangerine Dream, con un Steve Hillage versión System 7, a la guitarra, de hecho, me daría cuenta luego, el guitarra tenía una chaqueta de la antigua banda de Hillage, Gong, otro de los músicos tenía una magnífica camiseta negra con las letras de la banda Autechre escritas del revés, que finalmente pude descifrar tras mucho fruncir el ceño. Y en el centro de todos  los artefactos electrónicos, se encontraba la guitarra excursionista de Mark McGuire

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Emeralds | Foto: Sergio Albert / Primavera Sound

Un elemento importante en estos conciertos del Auditorio, era el mismo lugar en sí, una antigua estación de tren con unos hierros curvados, con elegancia estética de Art Nouveau que parecían datar de dos siglos hacia atrás, con una luz roja que hacía de fondo a tres arcos laterales, un lugar encantador.

La música planeadora de Emeralds, sobrevolando la mañana, el sonido relajante de una cascada con piedras, esmeraldas en este caso, pero más cercanos al irradiar de Coil que a la calma de Vangelis qepd, nos hicieron adentrarnos en un estado de tranquila euforia, que en ellos se traducía con mucha más energía, pues podías verles sudar la gota gorda, mostrando así su completa entrega psíquica y física con sus instrumentos, a pesar de no estar saltando o agitándose demasiado.

Tras tres temas consecutivos hicieron un brevísimo parón de menos de un minuto, para volver a crear extrañas atmósferas, bajo unas luces azul oscuras, que llenaban todo el auditorio, y que cambiaban a un azul intenso, tras los arcos de la estación, como si estuviéramos en una catedral iluminada por el maestro del giallo, Dario Argento, uno de los músicos reía tras los aparatos mirando a alguien del público, que supongo emocionado, Are You Ready?, se le oyó decir, mientras lanzaba samplers desde el escenario, en otro de los cuatro temas que sonaron sobre el escenario, con una media de diez minutos de duración por canción, de lo que fue un espléndido concierto.

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Emeralds | Foto: Sergio Albert / Primavera Sound

Luego vino el intermedio, para preparar el sonido de la siguiente actuación, la de los japoneses Boris, tenía un recuerdo impreciso de ellos, como una gran banda del postrock de lo más correcta…¡qué inocencia la mía!…Aunque la cosa ya apuntaba maneras, porque la música que tenían de fondo, antes de aparecer on stage, era bastante sospechosa, un hardcore oscuro que rozaba el crustcore, u otras bandas de su país con toques grindcore como los terribles Corrupted, me cogió muy desprevenido la hecatombe nippona, tras el relajante concierto de Emeralds,  empezó el concierto sin tregua alguna, con una canción que parecía hardcore old skool, de algún garaje mugriento de los años ochenta, la voz ni se oía, ni falta que hacía, uno de los guitarras apareció en escena con una doble guitarra, sacada de algún espectáculo de los años dorados del rock sinfónico de los 70’s, o del ostentoso heavy metal satánico ochentero, y la cosa que prosiguió sin orden ni concierto, en donde se podían oír temas doom con psicodelia y distorsión punk, además de cantos funerarios sabáticos; y es que Japón otra vez, golpea de nuevo, se ganan a pulso el ser un planeta diferente, y mucho más antiguo que Occidente, por eso, saben siempre asombrarnos en todo, misticismo, cómics, cine, modus vivendi etc;, ya lo dice el refrán: Más sabe el diablo por viejo que por diablo…

Debido al desbordamiento sonoro de energía que desataron sobre el escenario, desde un primer momento, haciendo un llamamiento a que abandonásemos todos, nuestras butacas, para horror de acomodadores y de la seguridad de la sala, que si bien, en un principio consiguieron retornarnos a nuestro redil, llegó un momento en que ya era imposible controlarnos a todos, y así felizmente, ocupamos las primeras filas para fundirnos con la energía demoledora de Boris, que provocó gritos guturales de death metal de sonoridad japones entre los asistentes.

Humo, samplers, distorsión y locura, en definitiva: diversión; a título personal, he de confesar que es uno de los mejores conciertos a los que he asistido, y hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien, todo hay que decirlo. Atsuo, antiguo batería de la banda, ahora convertido en frontman, era un personaje salido de un anime de vampiros tipo Bloodhunter, o de la saga de videojuegos de Castlevania, no hacía más que arengar al público entre la imperceptible voz que tenía, debido principalmente al nivel exacerbado de los decibelios, que eran completamente ensordecedores, aunque algún ¡Fuck You! se le pudo escuchar, por si fuera poco, el batería tenían un gong gigantesco detrás suya, muy oriental, que aporreaba mientras gritaba azuzando al público.

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Boris | Foto: Sergio Albert / Primavera Sound

Otro gran momento fue cuando Takeshi, el doble bajista, nos ofreció su instrumento y muy gustosamente estuvimos tocándolo, Atsuo luego se tiró de espaldas sobre el público, que obviamente terminó bailando pogo, al segundo o tercer tema, entre todo este maremágnum, hubo un momento en que Atsuo le pasó el micro a Wata, y dijo algún monosílabo con una voz muy dulce, a lo que Atsuo se rió, debido al contraste, entre toda la violencia de su guitarra y del concierto, y la tranquilidad de esta mujer, lo que los filósofos griegos llamaban ataraxia del carácter, la más completa imperturbabilidad.

Sonó un tema llamado “Loveless” que poco tenía que ver con My Bloody Valentine, pues lo que sonó ese mediodía, tenía más bien que hermanarse con gente como Masonna o Sunn O))), Atsuo que cantó una balada elegíaca, con Wata a las teclas del piano, fue este de los pocos momentos que pudimos apreciar su desgarrada voz, aunque terminó cantando sin micro, y cuando no, se lo ofrecía al público para que gritara, gritos que solía solicitarnos continuamente, ¡cuánta libertad!, pues tras este aparente respiro, lo digo por la balada depresiva, volverían las guitarras desde el fondo del infierno órfico, con drones, que manejaba salvajemente el propio Atsuo, con una hipersensible pedalera manual que daba latigazos eléctricos. Imaginé que debido a este despliegue de salvaje energía, cuando saliéramos del concierto, iba a estar lloviendo, y así fue, es que no era para menos…

Continuará…

Crónica Primavera Sound Madrid 2023 – Parte 2

Crónica Primavera Sound Madrid 2023 – Parte 3

Sebensuí A. Sánchez

Khaös de Mago, poeta palabrista, filósofo imberbe, melómano colector desde que tenía 10 años. Ya daba patadas antes de salir a la luz, le contaba su madre, cuando en casa se ponía el “The Dark Side of The Moon”.