Agnes Obel (La Riviera, Madrid)

Viernes 23 de junio, 21:30 horas

Organiza: Sonde 3 Producciones

Por mucho que hemos investigado no hemos encontrado quién era el telonero invitado de Agnes Obel, una suerte de tímido Jeff Buckley que luego invitó a tomar una copa a quien quisiera hablar con él tras terminar su concierto, y que tocaba él solo todos los instrumentos cual hombre orquesta, batería, programaciones y guitarras. El artista desconocido que no figuraba en cartel dio un agradable paso a lo que sería el espectacular concierto en la enorme Sala La Riviera a la que habían acudido unas 1000 personas, según fuentes de la organización.

Telonero | Foto: Ana Elda M. Sánchez / Madafackismo Underground

Con una pequeña introducción por una de sus acompañantes con un menudo piano blanco que resultó ser un mellotron, y parecía proveniente de La Historia Interminable, empezó una de sus multinstrumentistas a tocar mientras el resto de las artistas salían al escenario. Agnes Obel tocó en principio unos teclados, luego se pasaría a la Celesta, un armonio con aspecto de pequeño piano de monasterio color madera; iba acompañada de tres violonchelistas más, que a su vez tocaban ukelele, percusiones electrónicas, percusiones normales, shakers, xilófono y además hacían coros, aparte de los 3 pianos, teclados incluidos, que llenaban todo el escenario.

Uno de los primeras canciones que se interpretó fue el tema “Dorian” con el que la gente, al igual que con el resto de los temas, terminó completamente enloquecida.

Agnes Obel | Foto: Ana Elda M. Sánchez / Madafackismo Underground

Y es que la frágil impresión que puede dar su música al escucharla, no tiene parangón a su interpretación en directo, una apabullante banda de ángeles, con caras pintada de purpurina como si tuvieran estrellas en el rostro, vestidas de blanco inmaculado con unas heavenly voices, que nos recordaban a Lisa Germano, Elizabeth Fraser, Tori Amos, la primera Kate Bush, las voces de féminas tipo This Mortal Coil…con una belleza y delicadeza que sólo la mujer puede dar a este mundo. De hecho habían momentos en que los pianos se tocaban acariciando con las yemas de los dedos.

Agnes (palabra griega que significa puro o sagrado) nos presentó un tema: this is a song about the mind…my mind…aclaró, se trataba de “It’s Happening Again”, con ese final con los chelos haciendo de guitarra eléctrica, donde todo se violentaba y nos transportaba a tiempos lejanos de dioses y magias extáticas. Agnes Obel presentaba sus canciones diciendo que eran secretos, Kristina Koropecki que lanzaba un idiófono sacudido al aire, todo esto con unas imágenes con luces difuminadas donde se podían ver las brumosas imágenes de las músicos, mostrando diferentes posiciones. Los colores que predominaron en la primera parte del concierto fueron rojizos , mientras que en la segunda, se acentuaba un azul fantasmal que iba que ni pintado para tan etérea música.

Obel presentó una de sus canciones de Philarmonics, su primer l.p. como A song for freedom and revolution and other important things… siempre con un tono muy humilde y educado. El sonido majestuoso del concierto tuvo una potencia inusual en el que pareciera que tuviéramos enfrente a la Michael Nyman Orchestra. Tras el tema “Fuel To Fire”, nos presentó Obel una historia que le contaba su padre sobre una araña cojuela, (todo este concierto parecía un cuento de hadas)….para tocar finalmente el tema “Run Cried the Crawling”, en el que el cello cuando se distorsionaba le daba un toque misterioso al tema. Hubieron algunos temas instrumentales, que no hacían más que darnos una muestra de lo avanzada que estaba la composición neoclásica ya absolutamente hermanada sin prejuicios, con la electrónica. Músicos como Gonzales que vienen del electroclash más dirt, se puede ver como a día de hoy son grandes compositores al piano, por citar un ejemplo.

Agnes Obel | Foto: Ana Elda M. Sánchez / Madafackismo Underground

La enorme pantalla hacía que se vieran pixels sobre los instrumentos y músicos como si se estuvieran desmaterializando. La chelista, Charlotte Danhier, también tocó el ukelele and other crazy stuff como dijo Obel al presentarla, una de las músicas se llamaba Louise Anna Duggan, profesional especializada en percusiones que tocaba entre otras cosas un dulcimer, un instrumento de cuerda percutida parecido al xilófono.   Se interpretó el tema “Golden Green”  y el fairytale de “The Curse” con final apoteósico incluido. O el tema “Mary” acompañado de esas voces secretas de sílfides y ondinas muy de fondo, donde una de las chelistas tocaba un arpa pequeño. Otro tema donde apareció el ukelele, fue en el tema “Stone” a song of love & guilt…love & guilt is no good..donde rió pícaramente en esta canción de santas expiando el pecado de la lujuria.

Para ir casi terminando tocaron “Stretch Your Eyes”, el tema que abre su último disco ‘Citizen Of Glass’, canción con mucho tambor, jadeos por parte de la percusionista de la que salía su cara a veces de la oscuridad de la pantalla, mientras el chelo hacía el sonido de una gaviota. Las imágenes magenta y violeta de la pantalla, digo, reforzaban el halo de cuento gótico del escenario, en uno de los bises pudimos oír las 4 voces de las artistas a la vez, con lo que se desató el público en palmas siguiendo el rito. Louise Anna Duggan, tocando dos tambores, uno con la banda de Brasil en pequeño y otro de color dorado, los cantos de sirena de estas 4 intérpretes producía un clamor enfervorecido cada vez que terminaban de tocar un tema. Uno de los bises fue su hit “Riverside”, que podía haber funcionado perfectamente de banda sonora del cuento neogótico americano “La Noche del Cazador”.

Algunos de los asistentes salimos convencidos de que era uno de los mejores conciertos al que habíamos asistido, el de una compositora que ha renovado por completo el académico mundo del piano con las tediosas reinterpretaciones de los clásicos. La danesa Agnes Obel ha elevado la música de cámara al Olimpo de los dioses, desempolvándola y dándole el cariz mágico que sólo pueden otorgarle las musas.

Sebensuí A. Sánchez

Sebensuí A. Sánchez

Khaös de Mago, poeta palabrista, filósofo imberbe, melómano colector desde que tenía 10 años. Ya daba patadas antes de salir a la luz, le contaba su madre, cuando en casa se ponía el “The Dark Side of The Moon”.