Crónica | Big Sound Festival 2022
“Pepas” de Farruco, pinchada sagazmente por el deejay de acompañamiento, fue la salvación para lo que parecía estar siendo un disparate de errores a manos de Luna Ki o la organización del festival. La artista de Barcelona interrumpió su concierto para contarnos su versión a los graves problemas de sonido que estaba sufriendo: “Mi equipo se ha despertado a las 5 de la mañana para la prueba de sonido y no nos han dejado hacerlo en condiciones”, dijo. Tras el speech bajó a la pista y se puso a saludar a sus fans y para luego enumerar las canciones que se dejaba por cantar y cancelar el concierto por falta de tiempo -nótese que comenzó 30 minutos tarde-. Al poco rato Luna Ki explicaba en su cuenta de Instagram que todas las culpas que lanzó hacia la organización del festival Big Sound no eran tales y que la culpa fue de su sistema y su personal. Disparate salvado.
Poco después llegó Lunay para dejar muy claro que se puede ofrecer un show de música en vivo profesional siendo una estrella de reguetón, dejando las bases grabadas a un quinto plano pero sin sonar a conjunto de bodas y bautizos. El puertorriqueño actuó como un auténtico cabeza de cartel y vino acompañado de una más que capacitada banda de rock. Su batería llevó el beat de reguetón a lo orgánico acompañando en paralelo a los estribillos de voz de Lunay. También hubo humo y pirotecnia, claro. El highlight vino con “Soltera”, que por fin pudo levantar a un público que hasta ese momento parecía más emocionado por el deejay salvador que por los directos del escenario.
Otro gran momento del viernes fue el de Nicky Jam que, como es habitual, contentó a varias generaciones de fans tirando de sus casi treinta años de carrera. Fue gracioso cuando iba a empezar con las clásicas y preguntó a las primeras filas, repletas de generación zeta, si conocían los temas que estaban empezando a sonar. Euforia destacada cuando llegó “Las Gatas” y dirigió su micrófono a la masa, todos cantamos.
Un día antes fue la toma de contacto del evento. La primera jornada venía abierta por una de las pocas bandas de rock del cartel: Trashi. Fue en ese primer concierto donde pudo verse el único gran problema del Big Sound: el VIP Front Stage.
Fue realmente triste ver como un espacio de decenas de metros quedaba vacío mientras que la mayoría de fans del grupo hacían el esfuerzo fallido por disfrutar de un concierto detrás de la torre de sonido.
La idea de separar al público según lo que pague por la entrada no es nueva en conciertos, pero es ya un axioma que hay que desterrarla totalmente de los festivales. Fue realmente terrible para el público ver como no fue posible divertirse (tampoco escuchar o ver el escenario) porque otra gente había pagado más que tú y le reservaban medio recinto. También lo fue para el artista, no sólo para Trashi, otros nombres como Daniel Sabater, Adry Bass, Belén Aguilera y el resto de grupos sin una asistencia masiva tuvieron que ver un hueco enorme entre sus espectadores. Algunos artistas más grandes se quejaron luego de este acto capitalista, porque la realidad es que reclamos más grandes como Quevedo, Juancho Marqués o Luna Ki tampoco consiguieron llenar este espacio.
En el tercer día de festival se solventó en cierta medida esta gran metedura de pata ampliando los refuerzos de sonido y quitando algunos obstáculos de visibilidad. Fue la única crítica generalizada en redes sociales: los conciertos no se veían ni se oían en una parte inmensa del escenario. El VIP Front Stage era demasiado grande y el espacio cercano para la gente -no tan importante- estaba lleno de estorbos en forma de inmensos balcones súper-VIP, inmensas barras, pantallas que no funcionaban correctamente y un insuficiente refuerzo de sonido. La CAC es un recinto muy bonito y se ha probado que bien gestionado funciona estupendamente para este tipo de eventos, pero sigue siendo un lugar estrecho y cóncavo, difícil para masificar y difícil para introducir este tipo de elementos. Esperemos que en próximas ediciones ideen una forma distinta de dividir al público y el espacio de atrás se plantee más como la tercera jornada.
Los Trashi volvieron a hacer un concierto sobresaliente, como siempre. Demostraron a las 6 de la tarde que son una de las mejores bandas en directo de la escena actual. Lo son por su energía y su presencia dentro del escenario, pero también fuera, y es que si para algo sirvió aquí el balcón súper-vip fue para que Sergio Nicolás (el frontman) lo utilizara como palestra improvisada escalando hacia él.
Otro de los destacados del día fue el show de Quevedo, que ese mismo día publicaba su mix con Bizarrap y venía con uno de los mayores hypes del festival. Cumplió. Como también cumplió Nathy Peluso, que sólo con su existencia encima de la tabla ya daba para el aplauso. Se ha hecho realmente grande y si ya sorprendía desde sus conciertos más íntimos ahora lo hace multiplicado como primera línea.
Chico Blanco ejerció de remate para el jueves en el segundo escenario. Este lugar se inició como espacio para varias sesiones de deejays un poco toscas, aunque muy celebradas, pero terminó con grandes espectáculos, no sólo el del artista granadino, que fue excelente, sino también los que se programaron allí en la jornada del sábado: Jimena Amarillo ya convertida en estrella, Bearoid adaptándose como nadie al medio y el mejor concierto del festival a manos de Rusowski y Ralphie Choo.
La jornada del sábado era la más potente, la que mayor aforo esperaba y también fue la mejor programada y organizada. Aron (Píper) ya consiguió llenar el recinto a las 18h de la tarde aunque el entusiasmo era mayor por su presencia que por su música. Le siguió Marc Seguí que supo alargar su “Tiroteo” hasta el infinito. Ambos ejercieron de teloneros del trío de ases: Bad Gyal, C. Tangana y Bizarrap, que alteraron a última hora su horario.
La primera llenó de dorados el palco. Vistió de oro su altar, sus luces, sus bailarinas y a ella misma. Subida de ese altar apareció más convencida que nunca. Bad Gyal es ya una figura tan grande que desde que empieza su show hasta que lo termina no hay ni una sola canción que no sea conocida y coreada por el público. No se dejó ni una sola bala.
La noche la cerraba Bizarrap en uno de sus primeros directos en Europa. Había ciertas dudas sobre cómo llevaría sus Bzrp Music Sessions al escenario y lo cierto es que fue más que solvente. Lo primero destacable fue un decorado de primera línea, a la altura de su fama: tarima, láser, humo, fuego… lo más notorio sus más que reconocibles sesiones mezcladas una detrás de otra con profesionalidad.
Esta desordenada crónica no podía terminar de otra forma que con una de las citas del mejor espectáculo de música pop que ha habido nunca encima de un escenario, la representación que ha cambiado el paradigma de cómo entender los grandes conciertos en España y en el mundo: la gira “Sin Cantar Ni Afinar” de C. Tangana.
Para poder explicar cómo fue este concierto en el Big Sound me remito a la pregunta que se hacía Jordi Garrigós en su crónica para el diario ARA tras su parada en Barcelona: “¿Están justificados los desmesurados elogios dedicados a la gira de C. Tangana?” Su primera respuesta fue “rotundamente sí” y no se equivocaba ni en la realidad ni el ímpetu.
Tangana ha transformado un concierto de música pop en una obra de teatralidad en la que nada parece limitado. El plano secuencia que acompaña la primera parte del concierto da pistas de que nada está improvisado, la cámara sigue a Pucho por el bar cabaret que ejerce de primera escena del concierto y le sigue girándose hacia la pista para mostrarle líder frontal de una masa de decenas de miles de personas. Esta vez apareció acompañado de un bastón acusado de una lesión anterior, que daba todavía más efectismo a su imagen.
El número de personas encima del escenario es imposible de contar, no sólo hay músicos, palmeros, cantantes y bailarines, hay también una bar con sus camareros y toda una retahíla de trabajadores que consiguen que el espectador no sea consciente de los cambios de escenario.
En esta ocasión el anfitrión de la sobremesa no pudo tener a su lado a La Húngara, tampoco a Antonio Carmona. Estas ausencias fueron suplidas por artistas de su altura y compaginadas con los habituales compañeros de mesa. La selección de temas ajenos en este Big Sound fue otra vez una secuencia de hits noventeros: “No Estamos Locos” de Ketama, “Noches de Bohemía” de Navajita Plateá y el “Corazón Partío” de Alejandro Sanz. De la sobremesa llegó el pequeño guiño a la Rosalía de sus inicios mainstream que terminó descorchando una botella de cava con “Un Veneno” a pares con El Niño de Elche, para luego poner la guinda versionando “Al di la” de Emilio Pericoli.
Texto: Jorge Martín
Foto de portada: Big Sound Festival
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