Memorias del Subsuelo | Banksy: Se le entiende todo

Banksy expone en el Disseny Hub de Barcelona

 

A veces uno va al museo a ver una exposición de un artista celebérrimo y tiene que esforzarse para entender el sentido de los cuadros, lo que ha querido decir el artista en cada trazo, el significado y la significancia del uso de ciertos motivos y colores; todo ello requiere a veces de una voltereta intelectual por parte del observador que no es tan asequible como se querría.

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No obstante, a Banksy se le entiende todo. Es tan diáfano que lo difícil es pasar de largo por cualquiera de los lienzos que contienen alguno de sus grafitis. Desde el 12 de noviembre hasta que deje de ser rentable se expone en Barcelona The Art of Protest (El arte de la protesta, de protestar). Vale mucho la pena pasar la mañana entre las ratas del underground.  

Lo primero es el sitio, que es espectacular. Ubicado cerca de la plaza de les Glòries, el lugar es un trocito de una ciudad nueva en plena ebullición, en pleno siglo XXI. Al lado de la Torre Agbar se encuentra el Hub, donde se expone parte de la obra de Banksy. Solamente por pasear por los alrededores y ver cómo conviven los barrios obreros de los años 60 con la nueva Barcelona de edificios impagables, no tiene precio. Pese a la gentrificación, impresiona e invita a la inspiración.

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Lo segundo, pero no menos importante, son los graffiti. La idea más interesante que aúna todos ellos es cómo la crítica al capitalismo a través de la contracultura aspira a ser un producto capitalista de lujo; y de hecho, así lo es, la entrada cuesta unos 16€. Es decir, los artistas más antisistema acaban triturados en el propio engranaje de la máquina de hacer dinero. No hay escapatoria ni para el Che Gevara, convertido en camiseta. Hasta el propio Lenin lleva unas zapatillas Nike. ¿Lo rebelde es comprarse unas botas de 200€?

Banksy deja esta pregunta sin contestar y sigue con sus obras recorriendo el mundo. Él ha sabido esquivar el sistema en su anonimato. Puede vender sus cuadros por millones de dólares en subastas obscenas y tomarse una cerveza en cualquier parte, como un hijo de vecino más. Me gusta imaginarlo cenando con unos conocidos alegremente, ajenos a que están con uno de los artistas más influyentes de nuestro tiempo. O haciendo cola en la puerta de un establecimiento que cerraría sus puertas solo para que el gran artista entrara a echarse una foto y decir que ha gastado sus libras allí. Esa es su fuerza: Banksy somos todos, Banksy es la leche, it’s the milk!

Ha recorrido muchos países, sólo espero que recale pronto por España. Ojalá nos dejara alguna de sus obras en uno de los edificios renegridos de un barrio periférico nuestro: Campo Claro, Vallecas, El Carmen… Quién sabe, quizá el bloque de pisos baratos donde vives pueda formar parte de la historia del arte gracias a un capricho del globalismo. 

 

Banksy, si estás ahí: ¡manifiéstate!

 

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