Javier Colis / Juan Pérez Marina – “Sangre Fácil”

En este mundo tan ambigüo y dualista, existen, al menos, dos clases de guitarristas, por un lado tenemos a unas celebridades virtuosas del instrumento, en el que su estilo es un ejercicio de pedantería pomposa entre lo barroco mal entendido y lo obsceno, llevando lo virtuoso a niveles de un empalagamiento en el que solo importa la técnica, y creo que no por casualidad, la palabra ‘virtuoso’ proviene de la palabra ‘virtud’ con su raíz latina virtutem, que hace tanto referencia al valor moral como al valor físico, y a su vez la raíz de virtud es vir, que significa varón, con lo cual podemos llegar a la conclusión de que el ejercicio del virtuoso hortera del instrumento, es un alarde de virilidad falocéntrica con el miembro viril a modo de guitarra eléctrica.

Tras esta reflexión algo maniquea, en la que parece que sólo hay buenos y malos al instrumento, lo cual deja de ser cierto en el momento en que caemos en la cuenta de que el arte es la mayor expresión humana en la que se reflejan las infinitas posibilidades de la existencia, y no sólo eso, sino que puede ser representada esa infinidad, y especialmente en el arte sonoro de la música, con su poder de metafísica automática, en la que no hace falta leer la Biblia, para tener una Fe ciega en ella, y obtener sintomáticamente una demostración subjetiva de otros mundos y otras realidades con una fuerza que llega a lo pasmoso e incluso al paroxismo para el oyente. Volviendo a lo que nos incumbe; en la Cara B de las insufribles celebridades, salvo raras excepciones que siguen vivas, como maestros del instrumento de la guitarra eléctrica, tenemos otra clase de músicos que no intentan restregarte por la cara lo buenos que son tocando sino que tocan desde las entrañas, un movimiento visceral e intuitivo, casi telepático, en el que se han sumergido dos músicos, que tarde o temprano, estaba escrito que tendrían que cruzarse sus caminos y sus guitarras.

Estos dos monstruos del instrumento, que bajo el nombre de la primera película de los Hermanos Coen “Sangre Fácil”, han producido un disco improvisado llegando in albis al estudio y dejándose fluir en la comunicación sonora entre sus instrumentos, pero claro, los músicos en cuestión, ya tienen un bagaje bastante potente para poder permitirse el lujo de llevar las guitarras en la sangre, uno de los dos músicos de este disco es el veterano Javier Colis, músico prolífico que siempre ha estado detrás y delante de algunos de los grupos más arriesgados y alucinantes, de toda la historia del rock nacional: Demonios Tus Ojos, Vamos A Morir, Mil Dolores Pequeños, Las Malas Lenguas, La Femme Fakir, Forastero, Los Cuantos, Forastero…Sin Javier Colis, la vanguardia del rock de este país, desde luego, no sería lo mismo. De familia de artistas, inquieto como pocos, Javier Colis, ha vivido por y para la música, tanto que ha estado detrás de sellos únicos e irrepetibles como fue Por Caridad Producciones, o la revista Noise Club (algo así como una rockdelux del underground cargadísima de variopinta información), alguien, Colis, que llegaría a Madrid en la década de los 80, encontrándose conque La Movida madrileña se le hacía pequeña e insulsa, hasta que por suerte encontró lo que buscaba en el ya desaparecido Espacio P que dirígia el canario, fallecido prematuramente, Pedro Garhel, junto a su mujer Rosa Galindo, Espacio P fue un oasis del arte y la cultura en estado salvaje, hirviente y creativo en el que Javier Colis se sintió completamente hermanado. José Miguel López, director del programa Discópolis de Radio 3, uno de los pocos supervivientes que aún han resistido a la limpia de personal de la emisora, hizo a bien, en nombrarle en su libro Robert Fripp & King Crimson: Música de Alto Riesgo [Ed. La Encrucijada, 1994].

El segundo músico del que vamos a hablar es un músico de una generación más joven que se ha ganado por méritos propios el estar al lado de algunos de los músicos más outsiders del rock estatal, aunque Juan Pérez Marina no es ningún advenedizo, y tiene un curriculum ya que da miedo… guitarrista de Corcobado, de la pasional y rompedora música de Leone, del art rock experimental de Cartografía del Ruido, proyecto personal de Juan Pérez Marina en el que se ha juntado con algunos de los puntales del underground de los 80, y que muta de formación como mutan también sus sonidos, o L’ Exotighost, la nueva banda de Javier Díez Ena, una delicia tropical espirituosa. Un músico, Juan Pérez Marina, con una madurez sorprendente sobre el conocimiento del tratamiento sonoro y una energía envidiable, que encandila a músicos de diferentes generaciones.

Pues de la unión sagrada de estos dos músicos, ya nos podemos hacer una idea o no, de lo que nos podemos encontrar en este larga duración de nada menos que 21 temas instrumentales, manchados de humo, carmín, sangre y misterio. Armados sendos músicos con guitarras Fender VI y un looper capaz de crear bucles en espiral casi místicos. Si hay que tirar de diccionario podría decirse que Sangre Fácil, es un Rock an Roll Neo Noir, con momentos turbulentos tipo “Red” de King Crimson, y donde hay conversaciones amistosas entre John Lee Hooker y el Diablo, antiguitarrismo en el que se puede ver a Fred Frith asomando la nariz por inesperados recovecos, o hasta pasear por el free jazzrock de Naked City pero sin los gritos hardcore; las líneas espaciotemporales (por suerte) se emborronan con Sangre Fácil, y podemos estar en una misma canción en un oscuro saloon de western, como en un tugurio de lo más cool de Nueva York, años 40, música sinuosa e hipnótica por momentos, espasmódica y nerviosa en otros… Ciudades grises, lluvias que no cesan, asechanzas, alcantarillas inundadas, gabardinas con cuellos alzados, quídams en las esquinas, cigarrillos en la comisura expresionista de los labios…

Sangre Fácil, el misterio de un asesinato hecho música.

Puedes escucharlo en Spotify o Bandcamp

Sebensuí A. Sánchez

  • 9/10
    Nota - 9/10
9/10

Portada

Sebensuí A. Sánchez

Khaös de Mago, poeta palabrista, filósofo imberbe, melómano colector desde que tenía 10 años. Ya daba patadas antes de salir a la luz, le contaba su madre, cuando en casa se ponía el “The Dark Side of The Moon”.