BBK Live 2018 | Más tarde y menos noche
Otro BBK Live. Y ya son muchos los años que llevamos subiendo a Kobetamendi, desde que los carteles los encabezaban bandas como Slayer o Rammstein. Ahora el cartel es más diverso que nunca, quizás con más presencia de la electrónica, pero lo que es seguro es que el evento mejora en prestaciones año tras año. En esta edición no hemos hecho ni una sola espera en la entrada, en los baños o en la barra (todo un lujo en comparación con otros festivales que no hace falta nombrar) y, salvo alguna cola en los autobuses el primer día (nosotros nos la sabemos y subimos en taxi), la organización ha sido notable. En cuanto al nivel musical, pues ha habido de todo, desde grandes sorpresas a grandes decepciones. Podemos decir que fueron los grupos de la mitad del cartel los que se hicieron con el peso del festival y que disfrutamos más de las actuaciones vespertinas.
Jueves 12
El primer día subimos con ganas y pronto, expresamente para ver a Maria Arnal y Marcel Bagés, que nos los habíamos perdido en un par de ocasiones y queríamos desquitarnos. Fue un concierto fresco y apasionado, con numerosa gente congregada en el escenario Heineken a pesar de lo temprano de la hora. Los catalanes jugaron a converger el indie y el rock alternativo con palos tradicionales como la copla, con una Maria Arnal fuera de serie, entregadísima durante toda la actuación, que culminó con la combativa ‘Canción total’ y el ya himno ‘Tú que vienes a rondarme’.
De la misma nos fuimos a ver a Temples, banda británica de esas que tanto nos gustan y todavía no habíamos podido ver en directo. Pues otro acierto que fue. James Edward Bagshaw y sus secuaces nos deleitaron a todos con un buen repaso a la psicodelia y al pop de guitarras con reminiscencias beatleianas. Por poner alguna pega, nos parecieron un poco a medio gas en temas como ‘Strange or be forgotten’, pero alzaron después el vuelo para concluir con la sesentera y pegadiza ‘Shelter song’. Qué disfrutables son estos conciertos de tarde. Más luz y menos noche, por favor.
Juramos que lo intentamos con Cigarrettes After Sex, pero no hubo manera. Al de pocas canciones ya nos invadió el sopor y, entre pedir Prozac, irnos a casa a dormir o cambiar de escenario, optamos por la tercera y nos fuimos a la carpa a ver al exSupergrass Gaz Coombes. Pues tampoco hubo suerte, porque el sonido fue estrepitoso y aunque el bueno de Coombes lo intentó, no había quien levantara el ambiente.
Así que nos escapamos a pillar buen sitio para Childish Gambino. Hay que decir que íbamos con mucha desconfianza, pero nos llevamos una agradable sorpresa. Gambino tiene un vozarrón impresionante y es capaz de cambiar de registro casi cada segundo, jugando con el soul setentero y acto seguido pasando al rap, al trap y a los sonidos más actuales. Nos falló algo el sonido (la banda muy solvente se oía poco, casi como de acompañamiento), aunque la cosa se arregló poco a poco y los últimos temas, los exitazos ‘Redbone’ y ‘This is America’ provocaron el delirio en todo el recinto.
Para hacer tiempo antes de Florence + The Machine, descartamos Alt-J (ya los habíamos visto dos o tres veces) y elegimos Parquet Courts, con muy buenas referencias por todos lados. Y la verdad es que la petaron en la carpa, con sus temas llenos de riffs machacones, actitud de sobra y melodías de voz gritonas y coreables. A veces más cerca del punk y otras de la Velvet Underground, incitaron al pogo y nos procuraron un muy buen rato.
Todo lo contrario que la cabeza de cartel Florence. Admitimos que tiene una voz excepcional y que sabe moverse en un escenario de gran tamaño. Pero le falta lo más importante: las canciones. Aunque se venda en el circuito de la música alternativa, lo de Florence + The Machine no deja de ser un pop arquetípico muy poco original. Sus canciones están compuestas a base de pianos machacones y melodías vocales propias del R&B más comercial. La gente estaba encantada coreando todas las letras pero nosotros nos aburrimos, nos aburrimos mucho, aunque lo aguantamos hasta el final como unos campeones. Menos mal que justo después nos desquitamos cerrando la noche con la electrónica de Mount Kimbie, que nos hicieron gozar en la carpa en un show con mucha energía en el que rompimos pista todo lo que quisimos.
Viernes 12
En la segunda jornada se dio un fenómeno que suele ocurrir todos los años en el BBK Live: ante el fracaso del cabeza de cartel, otro grupo se echa a la espalda ese papel y la peta. Pues eso pasó con Chemical Brothers, que le dieron un buen y previsible repaso a The XX. Pero antes de nada les llegó el turno a los australianos King Gizzard & The Lizard Wizard, que nos hicieron flipar con su estilo incomparable que no sabemos si es rock, heavy metal o psicodelia. El caso es que pusieron el escenario principal patas arriba e incluso bailamos con un hombre disfrazado de brujo lagarto en honor al nombre de la banda.
Y después nos fuimos al escenario secundario para ver a una de las bandas que más ganas teníamos: My Bloody Valentine, que resultaron ser una de las grandes decepciones del festival, simplemente debido a un sonido horroroso. Los galeses se trajeron 200 amplificadores y ocurrió lo que siempre ocurre en esos casos: la voz no se oía lo más mínimo y la bola de ruido nos impedía disfrutar ni distinguir nada de su música. Incluso los más fanáticos de la banda echaban pestes en las primeras filas.
Decidimos que no teníamos por qué aguantar esa tortura hasta el final y nos fuimos a cenar antes de ver al segundo cartel de esta edición: los londinenses The XX, que ya llevaban una semana por la ciudad con su fiesta ‘Night and day’ e incluso habían tocado tres días antes en el Kafe Antzokia. Pues para salas de tamaño medio sí pueden valer, pero para encabezar un festival no tienen la talla necesaria. Su música es plana, sosa, previsible e irrelevante. Y aunque le pusieron ganas y fueron extremadamente amables con el público, sus canciones no brillaron lo más mínimo en Kobetamendi. Nos atrevemos a decir que han sido el cabeza de cartel con menos nivel de la historia del festival. Pero para gustos los colores.
En la parte final de The XX la lluvia empezó caer con fuerza y nos llevó a tomar una mala decisión: no acercarnos a ver a David Byrne y refugiarnos entre los árboles del Lasai, el nuevo escenario de electrónica del festival, muy bien montado y con vistas impresionantes a toda la ciudad. Pues el caso es que Byrne debió dar un show inolvidable. Pero un festival es como la vida misma, está plagado de buenas y malas decisiones.
Afortunadamente paró de llover y pasamos el mal trago con la desenfrenada propuestas de The Chemical Brothers, que fueron los auténticos cabezas de cartel a base de trallazos ya clásicos como ‘Go’ y ‘Hey boy hey girl’. Qué bien nos lo pasamos y qué buen cierre a la segunda jornada.
Sábado 13
La última jornada del BBK Live empezó pronto, muy pronto, ya que al mediodía ya estábamos a tope disfrutando de uno de nuestros favoritos de siempre: Triángulo de Amor Bizarro. Los gallegos montaron la fiesta en los Jardines de Alba y nos quitaron el cansancio de los días anteriores repasando todos sus éxitos iconoclastas y surrealistas.
Para cuando subimos al recinto festivo ya era hora de ver a los míticos James, pioneros del britpop y con larga trayectoria llena de notables trabajos. Y la verdad es que su concierto estuvo incluso por encima de los esperado. Los de Manchester son una banda amable, que intenta transmitir buenas sensaciones, todo lo contrario a toda esa escena de grupos actuales que parecen estar siempre cabreados por algo. A James no les hace falta, ya que son sus canciones las que brillan por sí solas, algunas tan luminosas como la preciosa ‘Sometimes’. Liderados por el incombustible Tim Booth, con pinta de profesor de yoga, se ganaron al público y culminaron una actuación redonda con su clásico ‘Laid’.
Después llegó el turno de Noel Gallagher, en una actuación que nos produjo sentimientos encontrados. Por un lado, el comienzo fue muy fuerte, con temas recientes de su carrera en solitario como ‘Fort Know’ o ‘Holy Mountain’, que sonaron muy cañeros y con la banda muy empastada. Pero el problema llegó más bien con sus revisiones de Oasis. Noel eligió las más sosas y acústicas. ¿De verdad hacía falta tocar ‘Wonderwall? ¿No podía tocar ‘Supersonic’ o ‘Rock and roll star’? En fin, que al mayor de los Gallagher se le ve un tanto aburrido y lo demostró en el himno ‘Don’t look back in anger’, que sonó totalmente desganado.
Mientras hacíamos tiempo para Gorillaz nos entretuvimos un rato con Jungle, que para nuestro gusto son funky-machacones en exceso pero incitaban a bailar. Y ya para terminar, salieron casi a las 2 de la mañana Damon Albarn y compañía al escenario principal y brindaron un concierto que dejó a todos contentos, con una sobresaliente banda, sobresalientes visuales y sobresaliente sonido. Desgranaron algunos éxitos de su último álbum ‘The now now’, del que sonaron entre otras ‘Tranz’, ‘Hollywood’ o ‘Magic city’, pero la locura llegó con sus clásicos como ‘Feel good inc’, ‘On melancholly hill’ o ‘Clint Eastwood’, con la que cerraron el concierto. Mención especial a la colaboración estelar en ‘Hallelujah money’ de Benjamin Clementine, que había actuado por la tarde en el mismo escenario.
Al término de Gorillaz, nos fuimos todos contentos a la carpa a Hot Chip Megamix a quemar el último cartucho de un festival que nunca cansa y cuyas facilidades y ambiente mejoran año a año.
Texto: Miguel Aizpuru
Foto: Bilbao BBK Live
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