Pharmakon & Balcanes (Sound Isidro, Madrid)
Pharmakon & Balcanes en Sound Isidro Madrid
Organizado por Giradiscos
Sala Boite, Madrid
Fecha: Jueves 4 de Mayo
Que dentro de las fiestas fundacionales de una ciudad coloquen en sus eventos grupos industriales y de post metal dice mucho del nivel cultural de una ciudad o al menos de sus minorías, aunque los grupos de los eventos no los eligen los funcionarios de cultura, hay que agradecer que al menos no los censuren. El primer grupo en salir en la Sala Boite la oscura noche del día 4, segundo día del Festival Sound Isidro que recorre todas las salas de Madrid, fueron los asturianos Balcanes, un rock desquiciador y tortuoso, el vocalista Pablo Fernández nos llamó para que nos acercáramos al escenario, una trampa mortal para transmitirnos el terror y la tensión de otra realidad existencial que habita entre nosotros Sub specie aeternitatis, el micro, uno de los dos que usaba, estaba fuera del escenario y se acercaba a él azarosamente entre palabras y gritos ininteligibles, pero algo se podía discernir tras la intro inquietante, de su canción ‘Pánico’ como ¡¡¡Las puertas están cerradas!!!, frase que tanto le gustaba a Swans y con la que publicaron un disco en 1996 con ese título en alemán ‘Die Tür ist zu’ en una edición especial para dicho país. Y sí, se podían oír reminiscencias de los americanos de la no wave como del suicide metal actual, drone – doom y otras aleaciones.
El guitarra que llevaba un poderoso eneagrama tatuado le daba leña a las cuerdas de alambre de espino, con una guitarra que terminaba bocabajo haciendo acoples, el vocal, entre otros símbolos de identidad llevaba una caricatura de un tiburón muerto o borracho y algunos emojis, el vocal que babeaba, escupía, tomaba cerveza, se convulsionaba, y te miraba intimidatoriamente a los ojos…El batería que qué decir tiene, sudaba la gota gorda, tenía una peculiar batería brillante que contrastaba con la oscuridad de la banda.
La península balcánica es un lugar remoto, duro, terrible, belicoso, agreste y bastante maldito con una superficie de 666.700 km² que comprende lugares como Serbia, Rumanía, Bulgaria, Sarajevo (donde si no fuera poco las guerras sufridas entre serbios y bosnios, es una ciudad atacada por la contaminación) o Montenegro que llevan con guerras desde 1912. Volviendo a la música, y a los interludios de acoples con dos micros cantando a la vez, un bajista atronador, alguna introducción sectárea a la voz, el vocal que cantaba con o sin micro, gritos repetidos…sonó la aplastante ‘Masada’ como lo es el lugar mismo, unas fortalezas situadas en Israel que datan de la época de Herodes y a la cual se accede difícilmente por el ‘Camino de La Serpiente’ o ‘Camino de La Roca Blanca’.
Y por fin Madafackismo Underground ha podido asistir a la scream queen de la música industrial, Pharmakon, tras unas pisadas de elefante al unísono con la música, ya había bajado del escenario a la primera de cambio con su lenguaje poseso y su particular idiolecto esquizoide. Margaret Chardiet que lleva haciendo música industrial 10 años desde su adolescencia, pues ahora tiene 26, entiende la música industrial como la entendían los pioneros, rotura del ego, terror vs. terror, confrontación, para acabar con la vanidad y las mentiras que azotan las máscaras de nuestra personalidad, en un mundo de apariencia donde parecer es más importante que ser y en el que el mal gobierna políticamente nuestras vidas, así es la terapia de choque que propone Pharmakon, una violencia sonora que no todo el mundo ha sabido canalizar y que le costó la pérdida de un diente a la compositora en uno de sus shows.
La marca japonesa Korg de instrumentos electrónicos estaba tachada por el nombre del proyecto de Pharmakon escrito entre griego y latín, el segundo bloque de cemento en el que se dividió el breve pero intenso concierto hacía que todo el suelo de la sala retumbase e hiciera cosquillas por las piernas, de hecho dirigió los altavoces hacia nosotros para aumentar vibraciones.
Música bajo tierra que hacía temblar tus pies desde las entrañas de la tierra, convocando fuerzas, metalurgia sonora que transforma sonidos en metales pesados, de hecho parecía que sonasen compuertas de metal que se cerraban violentamente. La mitad del concierto te lo pasabas desconcertado adivinando por donde iba a salir (y en donde se encontraba), volvía al escenario en contadas ocasiones a reprogramar los chispazos sonoros con su muñeca adornada con una pulsera de serpiente, gritos brujeriles que acababan en chillidos ensordecedores entre un público consternado algunos y divertidos los otros, habían momentos en que el alfabeto se desintegraba y daba paso al bramido y berrido en bucle que dejaba en loop para hacer más capas de aullidos encima no grabados.
De vez en cuando saltaba gritando de una esquina a otra del escenario o se te plantaba tête à tête con su rostro endemoniado. Se le solicitó un bis, en el que se puso a silbar, para llevarnos de luego allí donde nace el dolor, el odio y la injusticia. Lejos ya de sus “ataques de muerte” como le daban de niña, especialmente el sufrido en un significativo planetario, Margaret Chardiet, es una antena negra para transmitir y eliminar el terror existencial. Como dice en su chaqueta de cuero negro que suele llevar en sus conciertos pero no en este “El Ruido Duele”.
Sebensuí A. Sánchez
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