Acid Mothers Temple & The Melting Paraiso U.F.O (Madrid, 4 de Octubre)
Martes 4 de Octubre a las 22h en Sala El Sol, Madrid
Organiza: Giradiscos
Patrocinio: SON Estrella Galicia
El pasado 4 de Octubre tocó en Madrid, el grupo nipón psicodélico par excellence, Acid mothers Temple en una de sus múltiples mutaciones con The Melting Paraiso U.F.O. hay siete formaciones diferentes de Acid Mothers Temple, con más de 20 años de carrera musical, recordar que de Japón también fueron Les Rallizes Dénudés, banda de 1967 que fueron la versión aún más ruidosa de The Velvet Underground, pero que pasó inadvertida en la cultura popular por su alto voltaje.
Pues los genios japoneses irrumpieron en el escenario con una escandalera trepidante que dejaba patidifuso, y así entraron en escena como caballos salvajes con una psicodelia hardcore, con las cuatro voces de los componentes cantando simultáneamente con sus respectivos instrumentos, dos guitarras, bajo, theremin moog y un roland….ritmos esperpénticos y vuelta otra vez en caída libre al stoner rock. Tras un comienzo apabullante pasamos a unos punteos místicos con una luz azul oscura, cantos japoneses en las que los 5 miembros al completo esta vez parecían rendir tributo a alguna entidad milenaria.
Uno de los guitarras, Tabata Mitsaru, andaba travestido y llevaba una peluca fucsia, un señor de más de 50 años con una peluca que brillaba algo en la sala…De la lentitud de mares lunares de la tranquilidad pasamos al space rock y a su meditación nebulosa ¿“Nebulous Hyper Meditation”?…puede ser, este último disco es el número 73 en su discografía y haría falta un erudito cósmico para conocer todos los temas, sí pude reconocer el tema “Pink Lady Lemonade” canción para yacer con la amada y volar por mundos invisibles de los sentidos.
In crescendo es la palabra adecuada para AMT, llevan la música hasta el cielo y cuando ya no la pueden llevar más lejos con un cambio de batería de Satoshima Nani cambian hacia otro rumbo para seguir arañando el cielo. Qué agradable es ver a gente que mantiene el espíritu de los años sesenta sin haber cambiado un ápice su punto de vista, pantalones de campana, camisas de cachemir, lentejuelas brillantes….
Ritmos mántricos con punteos infinitos hiperespaciales que nunca parecían el mismo. Hubo un solo de armónica por el sintetista Higashi Hiroshi que tenía un aire benévolo de maestro zen con un largo pelo canoso y barba en punta. Al ritmo de la armónica el señor travestido de furcia estelar con una falda corta plateada bailaba y hacía sonidos modositos que intercalaba con berridos y movimientos espasmódicos, a la vez que Kawabata Makoto, el fundador de AMT, le daba al brazo vibrato de su guitarra enloquecido y así siguió Makoto en íntima conversación con la armónica mientras se le iban uniendo los músicos con el vitoreo del personal asistente, Hiroshi, vestido de negro con un traje de lino como un monje, tiró la armónica y siguió dándole al Roland y a sus botoncitos convirtiendo al sonido en un caosicodélico, el Roland por algún acto mágico sonaba ahora como una guitarra que había tomado ácido.
Era el momento de reponer fuerzas y se tomaron los mayores de edad de la banda Makoto e Hiroshi unos buenos tanganazos de vino para sumergirnos en un mundo submarino de horizontes azules casi negros con melodías ambientales donde se oía el sampler de un xilófono. Makoto con su barba blanca de maestro ebrio de la montaña daba con una varita amarrada a las seis cuerdas.
El concierto prosiguió con lo krautsabbathico para retornar a una psicodelia sin artilugio o virtuosismo empalagador sinfónico, las voces sonaban como un brillante ornamento cristalizado, el theremin moog de color blanco con aspecto de ovni emitía ondas a los cerebros del público, Hiroshi tocaba el theremin con movimientos y gestos de ninja.
De partes que iban explosionando a cada segundo o minuto y la cabeza que hacía un giro copernicano se empató con un tema de bajo y batería galopante mas un punteo misterioso con el psychroland, tema que dio lugar a una oración al cosmos, punteo que se llevó hasta el hiperespacio con llamas en derredor que podían ser las luces de la Sala Sol que no dejaba de parpadear, momento idóneo para desaparecer cerrando los ojos. El joven baterista llamado Nani que daba unos batacazos tremendos abrió el camino para seguir con el ritual espacial con un tema a lo Hawkwind/Motörhead con 4 voces al unísono repitiendo una frase aggressiva mientras que algunos greñudos hacían headbanging.
Hiroshi que tocaba el theremin, como decíamos, señalaba con extraños gestos al techo, y guiñaba un ojo, partes de descontrol, la mano temblando sobre la antena del theremin, death & roll como Xysma sin voces death metal, tras esto pasamos a un relax sospechoso con guitarras inquietas como en el Red de King Crimson y así fue la falsa paz del silencio, descuartizada por un doomheavy y Makoto manipulando una caja metálica con luces y sonidos marcianos, acoples, el baterista haciendo un sonido ensordecedor de platillos y nos traslacionamos a otro vortex sonoro con reverbs y un bajo durísimo tipo el de “One of these days” de Pink Floyd. En medio de toda esta abundancia y saturación un asistente a punto de convertirse en el hombre-lobo terminó con la camisa de botones en la mano en su frenesí espástico.
El moog-ovni-submarino-theremin nos relajó suavemente para el ascenso final en el que salieron astillas volando de una batería que andaba descolocada y fuera de sí.
Domo Arigato por derretirnos el paraíso con música volante no identificada.
Sebensuí A. Sánchez
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