Crónica: Kikagaku Moyo + My Expansive Awareness (Madrid)
Sábado 18 de Junio
22h en El Sol, Madrid
Patrocinio: SON Estrella Galicia
Organizadores: Giradiscos/Universalodds
El pasado sábado se celebró la última edición del ciclo dedicado a la nueva psicodelia que ha tenido como sede a la ciudad de Madrid, el 100% Pysch Fest 2016, maravillosa idea de aglutinar este tipo de música, y lo que es mejor aún, en sus diferentes vertientes, felicitaciones múltiples a los encargados de estos eventos. Aunque el festival compitió con también el último día del festival Mad Cool donde tocaba Neil Young entre otros, no fue un obstáculo para que se terminara llenando la sala Sol.
Los invitados esta vez fueron los zaragozanos My Expensive Awareness, que practicaron indie pop ruidoso con música sixties a lo Beatles por momentos, pero no tan frívolos como los ingleses e incluso mejores músicos que los de Liverpool, si es que no está prohibido decirlo a pesar de todo el esoterismo beatlemaníaco que se le ha ido sonsacando a la banda. Una música con un sello propio, bien tocada, y con energía, sendos vocalistas, José Briceño y Lucía Escudero tenían unas llaves tatuadas para abrir secretos que ellos solo conocen, teclado Korg y Farfisa de Diego Grau le daba un carisma perfecto a la música con delirio cósmico pero sin bad trip. Psicodelia no azucarada que tiraba más a la acidez de The Doors, concierto que gustó a propios y extraños según recibí en el radar de mi pabellón auditivo. El concierto terminó con el trallazo final de su single “Do you wanna be rich?”, con unos aullidos y un rock más Frankenstein, como debe terminar un buen concierto.
Como una apacible ola de luz violácea fueron reuniéndose los músicos de Japón -Kikagaku Moyo- que presentaban disco nuevo, salido a la luz el día 13 del mes pasado “House In The Tall Grass” (GuruGuru Brain rec.) motivo que los llevaba de gira europea. Los jóvenes músicos de largas melenas se fueron congregando en el escenario, en mi febril imaginación lo que parecía una guitarra shamisen de geisha era un sitar hindú, aún así el aroma oriental entre dulce psicodelia nostálgica hacía que respirásemos en la isla del sol naciente con estos embriagadores músicos que llevaban soles bordados en la cinta de la guitarra e iban descalzos, aunque un músico llevaba unos zapatos iguales a unos que tenía mi padre (zapatos que duraban media vida) pero en otro color y que no tienen nombre comercial conocido.
El guitarrista de los pies descalzos llevaba una guitarra enorme tipo años 50 que de pie le llegaría por la axila tranquilamente, soles crepusculares en este escenario nocturno con explosiones entre los dos guitarras en temas que no llegaban a la violencia psicodélica de los sesenteros japoneses y protohippies – avantgarde Le Rallizes Dénudés; como dicen en su hoja promocional: Kikagaku Moyo quieren tender un puente entre lo sobrenatural y el presente como buenos hechiceros del sonido y como elemento clave de atracción planetaria utilizan la improvisación para ello. El bajo que en ocasiones sonaba atronador, las maracas y pandereta (esa palabra tan española) que sorprendentemente se oían mucho, y cambios megaeléctricos a lo Black Sabbath como en “Silver Owl” de más de diez minutos, las canciones a veces empezaban por el final con todo su estruendo de despedida y se dividían en dos partes como si fueran canciones diferentes, de paisajes cálidos y suaves para navegar en el mar lunar de la tranquilidad con el albatros de Fleetwood Mac revoloteando al brusco cambio de cementerios eléctricos y vampiras hechiceras de corazón extraño. La batería de un azul transparente la aporreaban como un saco de huesos, nada de ritmos sincopados, ritmos largos hasta la extenuación como practicaban Can en temas de un cuarto de hora como la celestial “Mother Sky” que tan bien y también cantaba un cantante japonés, Kenji “Damo” Suzuki, el mejor vocalista de la historia de la música psicodélica del continente asiático, sin ninguna duda, en un concierto que hubiera estado orgulloso de sus paisanos…el bajista de Kikagaku incitando al baile dum-dum-dum….. Otra de las guitarras en contraste con la mastodóntica de su compañero tenía una pequeña y oscura seis cuerdas gastada.
Los cantos de querubín pinkfloydiano nos hacían viajar en el tiempo, no por mucho tiempo, las panteras del Rey Carmesí rugían tras el brezo. Y vuelta otra vez a descansar sobre la nube donde duermen dioses enamorados para retornar eternamente al éxtasis sexual de la electricidad. Canciones cantadas con voces de ternura femenina entre el vocalista y el guitarra. En un momento del concierto los cuatro músicos rodearon al batería dándonos la espalda en un semicírculo de esta misa rock. Público vestido con traje oriental, y bailando como si fueran los Rolling, y esta gente extrayendo fuego del Fujiyama con el bajista quedándose solo, con la tensión que solo pueden producir unas cuerdas muy gruesas y azuzándose entre ellos para subir la electrificación. En el bis arrancaron algún ¡I Love You! por parte del sector femenino.
Broche de oro o de otro material alquímico menos vanidoso para lo que ha sido la maravillosa experiencia del festival 100% Psych que empezó a comienzos de Abril y termina ahora en Junio con seis fechas diferentes, por estos motivos. Madrid siempre se seguirá situando como una de las mejores capitales mundiales de la música.
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