Crónica L.E.V. Festival 2024

L.E.V. Festival (Laboratorio de Electrónica Visual)
Lugar / Organizador: Matadero Madrid
Festival de Electrónica Visual y Realidades Extendidas
Fecha: 18-22 Septiembre

 

Para terminar, la siempre tórrida estación veraniega, y para comenzar un refrescante otoño con eléctricas tormentas, hemos tenido el mejor anfitrión posible en la ciudad: la música, el arte y la cultura tecnológica que como cada año, y desde los últimos seis años, se viene celebrando en la capital del reino, en Madrid, y que lleva por nombre L.E.V. Festival (Laboratorio de Electrónica Visual).

JUEVES 19

Aunque el festival comenzaría el día anterior, hubo una inauguración con el espectáculo que se repetiría este día, pero que se le sumaría un elemento ambiental sorpresa, que daba un sentido mucho más profundo, si cabe, a la obra performativa de la que vamos a hablar, una obra que se hizo prácticamente en la más absoluta de las oscuridades; es un loable acierto por parte del festival, que incluya propuestas tan arriesgadas como la que se celebró esa tarde, ya que pueden llegar a ser irritantes para la mayoría de las personas normales, con lo cual, hacen que el festival LEV sea aún más respetable e íntegro, a los principios de la libertad del arte puro, Ars gratia artis, y es que la performance con la que abrió el festival, estaba ideada por un dramaturgo y escenógrafo italiano, inspirado por el tormentoso Teatro de La Crueldad artaudiano desarrollado por el artista francés en El Teatro y Su Doble en los años 30, y por la filosofía nitzscheana, como dos de sus grandes influencias, así que la cosa no estaba para bromas, el director de la obra Romeo Castellucci, acompañado de una banda sonora ensordecedora, aunque muy rítmica, del compositor estadounidense Scott Gibbons, nos hizo pasar una experiencia cuando menos diferente, y abrumadora.

Los asistentes entramos a una nave industrial, en la que la oscuridad era casi total, los primeros en entrar, tuvieron suerte de acomodarse en unos cómodos cojines, y el resto nos sentamos en un negro suelo de madera, en un escenario en el que se había ahorrado el proscenio, al poco de un inquietante silencio, salió a escena alguien que veíamos borrosamente, ataviado con un extraño chubasquero, y que daba la sensación de ser un asesino o asesina en serie, reptaba rápidamente por el suelo, miraba al público, transmitiendo una sensación hostil al público, que tosía ante tal situación incómoda de confrontación, en un suelo del escenario que estaba a la altura del público, y en el que estábamos al ras, había una columna vertebral, a los pies de este ser inquietante, la obra, por cierto, se llamaba The Third Reich, este ser que se desplazaba como un felino cuadrípedo por el escenario, que era el propio suelo, y que no parecía humano de cara, se paró delante de una vela, con lo cual pudimos verle algo el rostro, ya que no podíamos ver ni a quién teníamos al lado, de la umbría absoluta de la actuación, se retiró un poco la capucha y encendió una vela que tenía adornada en el suelo, se recogió el pelo y entonces pudimos ver que era una mujer, ya que le brillaban unos enormes zarcillos, luego seguiría danzando frente a la columna vertebral, con movimientos violentos y espasmódicos, que se se oían en dolby surround, debido a la amplificación del sonido con un micro en su ropa, la actuación fue más espectacular si cabe, ya que se escuchaba una tormenta de fondo, que se iba gestando, lo que le venía como un guante de seda a la actuación, haciéndola más tenebrosa aún.

the third reich
Romeo Castellucci & Scott Gibbons | Foto: LEV Festival

La tormenta, que se empezó a gestar poco antes de la performance, fue una grabación de campo bioacústica, que el azar hizo que se implementara en la actuación de forma natural, que dado el carácter ritual del evento, hubiera pensado más de uno que era una grabación de fondo. La bailarina, hizo algunos movimientos exorcizantes, en los que parecía que se iba a partir la columna ella misma, debido a sus contorsiones, la actuación llegó a su climax, cuando recogió la columna vertebral del suelo, y la partió por la mitad en el aire, en ese momento sonó un cañonazo sonoro, que podía haber despertado hasta a una víctima de cloroformo, en ese momento, en una pantalla gigante de fondo, aparecía en palabras mayúsculas, sobre un fondo negro, la palabra COSA, otro estampido sonoro, y aparecía la palabra HUMO, los beats que se iban sucediendo cada vez más rápidos, a la velocidad de cada palabra, hizo que se formase delante nuestra, y ya desaparecida la convulsa bailarina, una orgía visual de letras y palabras, al ritmo frenético de un maquinal techno industrial enloquecedor, la experiencia algo lobotomizante, y no apta para cardíacos, ni epilépticos como nos avisaron antes de entrar, tendía a alterar la consciencia y la percepción, era casi imposible seguir el ritmo sincronizado de las palabras con los sonidos, los ojos atrapaban palabras al azar, que identificaban con algún instinto propio que quería reconocerlas, las palabras se ensanchaban al ritmo del sonido, se interpelaban, yuxtaponían, concatenaban…se destrozaban unas a otras, con unas frecuencias sonoras que oscilaban, y nos hacía retumbar los oídos y el cuerpo, si movías los pabellones auditivos, pareciera que estabas oyendo otro tipo de música. Hubo un momento de parón en la actuación, bastante sorprendente, en el que salía la palabra REGRESO en pantalla, y en ese momento se escuchó un trueno de fondo en la sala, cuando salimos algo groggys de esta actuación, la tormenta ya se había desatado en todo su esplendor, lo cual no era para menos, tras la energía del ritual pagano, que habíamos acabado de presenciar.

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Darren Emerson | Foto: LEV Festival

Cambiando de escenario, estuvimos en la Central de Diseño, sala dedicada a experiencias de realidad virtual, para formar parte como actores de la obra, del que confundimos de nombre, con el que fuera piedra angular, de una de las mejores bandas de la música electrónica de baile, Underworld, hablamos del artista, con idéntico nombre y apellido al músico; Darren Emerson, y su obra, In Pursuit of Repetitive Beats, en la que nos hizo revivir en primera persona, gracias a la VR, la historia de la nueva música disco que comenzaría en el año 1989, y se desarrollaría en la década de los 90’s con raves ilegales, y auspiciada con la eclosión de la sustancia llamada Éxtasis, que sintetizaría el químico rusoestadounidense Sasha Shulguin, y que sería el elemento de soporte espiritual y revolucionario, para este movimiento musical, como lo sería en los años 60 el LSD y la marihuana, para el rock psicodélico, progresivo y sinfónico.

A ritmo de Orbital, y caminando dentro de los surcos de un vinilo, Emerson, nos hizo vivir una experiencia introductoria única, en la que nos fuimos de fiesta subidos en la parte superior de un coche, e incluso tuvimos una experiencia mística de fusión con el universo, una experimentación virtual única, que solo se puede calificar de maravillosa.

No tuvimos la suerte de ver al tardígrado gigante, que se cernía sobre la plaza central de Matadero, realizado por Peder Bjurman, por un problema de compatibilidad con el móvil, aunque sí asistimos a la instalación audiovisual interactiva de ‘Save The Planet’, en el que un gran mural de una de las naves, hacía de soporte para un juego multijugador, con el que armados con pelotas de gomaespuma, jugábamos a un juego inspirado en el mundo ochentero del arcade, en una gran pared que hacía de pantalla extendida, en lo que se denominaron juegos del género ‘matamarcianos’.

Sorprendente fue también una de las instalaciones gratuitas del festival, en la Nave 16, MAD (Madrid Artes Digitales), un recinto gigantesco, con paredes de puede que más de cinco metros de altura, en las que rodeados por diferentes visualizaciones, en cada una de las paredes, pudimos presenciar una película inmersiva de ciencia ficción animada, que giraba a través de los poderes del agua, con una fuerte crítica de fondo a la desertización que el capitalismo produce en los parajes naturales, y la privatización que el humano en sí, hace del planeta, a modo de usufructo, todo esto con tipografías de black metal, incluidas, y guiados por un puma fantasma, el filme se titulaba The Alluvials, realizado por la artista americana, Alice Blucknell.

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Alice Bucknell | Foto: LEV Festival

Tras salir de la película anterior, en tamaño extragrande, y a eso de las once de la noche, en la desértica Plaza Matadero, nos acercamos a un recipiente que emitía luces y brillaba misteriosamente a lo lejos, al irnos acercándonos, presenciamos una especie de habitación futurista que parecía vibrar y emitir sonidos, como si fuera la vivienda de alguna nave extraterrestre, las luces con franjas, que se movían a diferentes velocidades, al ritmo de exabruptos sonoros electrónicos, nos hacían sentir que era una caja eléctrica y sonora que parecía tener vida propia, esta obra realizada por cuatro suizos de un estudio artístico llamado Encor, llevaba el nombre de Alcove LTD.

 

VIERNES 20

Volvimos, y esperamos seguir volviendo, a una de las secciones más fascinantes del festival, hablamos de la magia futurista de la sección, ‘Vortex’, dedicada a la realidad virtual. En esta ocasión nos imbuimos en una obra realizada musicalmente, por nada menos que uno de los grandes pioneros de la electrónica, Jean Michael Jarre, junto al artista taiwanés, Hsin-Chien Huang, obra inspirada en las teorías filosóficas de Jeremy Bentham y que mucho más tarde desarrollaría, Michel Foucault, en cuanto al Panopticum, un sistema de vigilancia omnienglobante, en el que el Estado, como si viviéramos dentro de una prisión confortable, nos vigila desde cualquier punto de mira, de hecho esta teoría, se originó para crear una cárcel perfecta, en el que el preso estaría vigilado desde cualquier punto, estuviera donde estuviera.

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Hsin-Chien Huang & Jean Michel Jarre | Foto: LEV Festival

Teorías que a día de hoy, debido a la pérdida de privacidad, en una realidad cada vez más tecnificada e interdependiente a la informática, y a la muestra obscena, grotesca e impúdica de nuestra vida privada en redes sociales, van cobrando cada vez más vigor, y adquiriendo nuevas profundidades. A pesar de lo serio que puede parecer, la temática de la obra, los artistas nos hacían viajar una imaginativa aventura colosal, en la que literalmente ,volamos a través de los diferentes espacios con una panorámica de 360º, en las tres partes que se dividía el repaso histórico al mundo de la vigilancia en la asombrosa obra The Eye and I.

La noche por fin ha llegado, y con ella, los especiales conciertos que nos tenía preparado el festival, en primer lugar, tuvimos a la joven artista, plus44Kaligula, heredera lejana de otras diosas marcianas, como Leila Arab, Coco Rosie o Fever Ray, la compositoria inglesa, ofreció un abracadabrante concierto, con unos inesperados cambios de ritmos y con su sublime forma de tensar las cuerdas vocales, en las que desplegaba toda su destreza vocal, encaramada en un micrófono de hierro en forma de cruz, y rodeada de tubos lumínicos de extraños adornos, cual predicadora galáctica; personalísima propuesta de esta grandísima promesa musical, una voz que reflejaba muchas voces, con un intenso mundo interior, en el que pasaba de la historia tierna de una cuentacuentos, al sacrificio astral de exorcismos vocales industriales con trasfondo espiritual e intranquilizante, en el que dejaba los brazos colgando en cruz, como si estuviera crucificada. Bebiendo alcohol de una botella muy elegante, extremadamente pálida, y con botas de cowgirl con punta de hierro, +Kaligula44, demostró, cómo el arte de la música se recrea infinitamente con la esencia única de cada ser humano.

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plus44kaligula | Foto: LEV Festival

El segundo y último concierto de la noche, sería el colofón final, a una noche con relámpagos estallando entre el cielo nocturno del Centro Cultural de Creación Contemporánea de Matadero, los que asistimos esa noche al concierto del baterista Mike Kuun, llamado artísticamente NAH, pudimos entender porqué había colaborado en el pasado, con el antiguo batería de Sepultura, Igor Cavalera; el despliegue de energía histérica que organizó este percusionista, que terminaría con media sala subiéndose al escenario, para luego la organización del festival, tener que desalojarlos a todos, ya  que se se estaba combando el suelo con el peso del público, puede darnos una idea certera de cómo pudo sonar el concierto en sí, dentro de una sonoridad que se asemejaba, a veces, a una especie de samba-grindcore con drum ‘n’ bass, también pudimos comprender previamente, los ejercicios de estiramiento que estaba haciendo el músico antes de empezar a tocar, hubieron baquetas volando por los aires, misteriosamente la batería no se destrozó, el goliat de la batería estaba subido más de lo normal, para poder golpearlo mejor, escupitajos voladores, y un Mike Kuun exhausto, que se tenía que sentar en el suelo después de cada canción, para poder secarse el sudor con una toalla, aunque no perdía mucha fuerza, ya que a veces tras interpretar sus temas, al terminar, empezaba a dar saltos por el escenario, el público, obviamente, se lo pasó de escándalo.

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NAH | Foto: LEV Festival

Este señor, que era una especie de caja de ritmos humana o Human Beatbox, encarnaba perfectamente lo que podría ser la música electrónica, si estuviera hecha de carne y hueso, iba ayudado con unos samplers, que iba cambiando a golpe de baquetazo, y con unas imágenes de fondo, a cada cual más desagradable, con crímenes, películas de terror, y suciedades varias, su apabullante espectáculo nos liberó el alma a través de su fuego percutivo, cuando terminó, salió disparado del escenario, dejándonos a todos en shock, es normal, que luego se le acercara gente del público a abrazarle…

SÁBADO 21

En esta sexta edición del L.E.V., la sombra de Antonin Artaud, fue alargada, por un lado, tuvimos la obra The Third Reich de Romeo Castellucci, un autor influenciado por el teatro metafísico de la crueldad del autor francés, y en esta noche del sábado, volvimos, casualmente, a tener sobre el escenario de la Nave 10, a otra artista que comulgaba con las doctrinas del heterodoxo alucinado, Artaud, en esta ocasión se trataba de la intérprete inglesa, Keeley Forsyth, presentando su tercer larga duración “The Hollow” [13071 Recs.] con una afectada voz que podía recordarnos a la dramática y fantasmagórica interpretación del último Scott Walker, como salida de una misteriosa casa abandonada de madera en las profundidas de un bosque, y vestida de riguoroso negro, la intérprete se movía por el escenario cual animal herido, perseguida y torturada por un dios acosador en las sombras; la desconcertante música y teatralidad de la artista nos sumergió en un enigmático y oscuro mundo espectral rayano en la locura, en la que por momentos se reía sola, o parecía hablar con un animal pequeño, o quizás un niño aparecido, que solo ella veía sobre el escenario, también se dirigía a la palma de su mano ahuecada para hablarle. Hubo un momento estremecedor del concierto en el que una luz la iluminaba entre sombras, y nos miraba a todos, mostrándose, diciendo sin decir… Esto soy yo, este es mi cuerpo, phantasmartyr de esta Tierra…

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Kelley Forsyth | Foto: LEV Festival

El siguiente concierto del doble de esta noche, fue el de un curioso dúo, entre un diseñador galo y un compositor checo, Axontorr, que recogían el relevo del que sería otro rompedor dúo, ya desaparecidos hace más de 10 años, Fuck Buttons, que este dúo británico haya creado escuela, no es sorprendente, porque cuando surgieron hace 20 años, con sus desarrollos intensos de pura electrónica modernizada con retumbantes drones y sonidos abigarrados de textura espacial, entre voces encubiertas de metal extremo suavizado, y ligeros toques psicodélicos de electrónica, nadie más en la escena musical había hecho algo parecido por aquel entonces.

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Axontorr | Foto: LEV Festival

Axontorr, siguiendo estas premisas, añadían cambios propios, ya que los dos añadían voces, y una de ellas hacía efectos sonoros más que voces, además incluían una voz melódica, una extraña guitarra tecnificada, y unos asombrosos efectos visuales de ominosas tormentas eléctricas en bosques, que daban la sensación de estar creándolas ellos con la energía de su música en directo.

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Romeo Castellucci | Foto: LEV Festival

DOMINGO 22

Por tercera vez consecutiva, regresamos a la sala de los flujos turbulentos hiperespaciales, dedicada a la realidad virtual, ‘Vortex’, esta vez para probar el nuevo invento de uno de los grandes pesos pesados de la VR, Kevin Mack, ganador de un Oscar de la Academia por los efectos visuales que realizó para la película de 1998, protagonizada por Robin Williams, ‘Más Allá de Los Sueños’.

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Kevin Mack | Foto: LEV Festival

Fruto de las experiencias visionarias inducidas por psicotrópicos de su autor, la experiencia llamada Namuanki, fue todo un ejercicio de imaginación admirable, el realizador nos introdujo en un submundo acuático, en el que íbamos guiados por un avatar real de una monitora transformada en El Conejo Blanco, la experiencia es tan asombrosa que produce hasta mareos; viajamos a un mundo de ciencia ficción entre formas fluidas en diferentes parajes marinos, como grutas subterráneas, palacios acuáticos de hielo e islas con monolitos abstractos, entre diferentes formas fluidas de todo tipo, y extraños seres, como si estuviéramos padeciendo una experiencia extática tridimensional, y en la que conocimos, hasta a la diosa sumeria del abismo de las fosas marinas, Nammu, entre alguna diosa más, como una montaña de fuego líquido subacuático, a la que le rendimos pleitesía en un altar submarino.

Damos un salto cuántico, para regresar al mundo material, de realidad algo más sólida, para asistir a la última sesión doble de conciertos, del festival LEV, el comienzo de la tarde de este domingo, lo inauguró el nuevo proyecto de hardtechno de la compositora de Le Parody, hizo que volviéramos a comenzar el fin de semana de nuevo, con una música de innovación vanguardista de hipervitaminada energética electrónica, acompañada de los visuales de Azael Ferrer, y en la que se centró en el lado más salvaje de la electrónica IDM de baile, para un set exclusivo con toques futurísticos e industriales, acorde a un singular lugar como es Matadero.

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Horma & Azael Ferrer | Foto: LEV Festival

La compositora se grabaría la cara en directo con una cámara circular, proyectándola en pantalla grande, para difuminarla entre otros rostros y cuerpos, dándole un toque espectralista, en el que los cuerpos femeninos a pecho descubierto, se poseían entre sí. Todo un domingo de resurrección en una Nave 10 ya sumida en frecuencia de baile. La fiesta no terminaría aquí, pues continuaría con el genio del ingeniero alemán, Moritz Simon Geist, y su escenario lleno de robótica reciclada, que otorgaba al escenario todo un ambiente de laboratorio espacial, entre unas pirámides luminosas metálicas, que se encendían con alternancia, y en las que en su interior guardaban cachivaches reciclados en miniatura, entre los que Geist asomaba la cabeza, su música andaba llena de errores programados, en lo que se conoce musicalmente dentro del género ‘glitchs’. El público asistente, no solo se lo pasó pipa, con la recreativa y regenerativa melodía, siempre cambiante, de-construcciones reconstruidas, de Simon Geist, sino que además rieron de lo lindo, con el acelerado speech del músico, que les contó la historia de su trayectoria, y los secretos de su técnica del reciclaje, mientras se le encendían luces por sí solas de sus artefactos, cual científico chiflado.

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Moritz Simon | Foto: LEV Festival

Y hasta aquí, la trepidante, y siempre gratificante experiencia del festival L.E.V., con seis conciertos, a cada cual más interesante e innovador, además de sus jornadas y secciones habituales con charlas, presentaciones, exposiciones, instalaciones audiovisuales, y experiencias de Realidad Virtual y Aumentada.

Texto: Sebensuí A. Sánchez
Fotos: L.E.V. Festival

Sebensuí A. Sánchez

Khaös de Mago, poeta palabrista, filósofo imberbe, melómano colector desde que tenía 10 años. Ya daba patadas antes de salir a la luz, le contaba su madre, cuando en casa se ponía el “The Dark Side of The Moon”.