Crónica FIB 2022 | El FIB que ya no es el FIB
Cuando asistí a Benicàssim este verano sinceramente no esperaba vivir ningún concierto verdaderamente increible ni digno de mención con el paso de los años. Entre lo rácano del cartel y el escepticismo en torno a la organización del festival por parte de The Music Republic pocas esperanzas podía haber.
Y menos cuando uno de los pocos grupos auténticamente FIB del cartel, como Kasabian, iban a actuar sin su frontman, Tom Meighan, expulsado del grupo por una sentencia de violencia de género. Te pueden gustar más o menos, pero sabes que en un concierto de estos sinvergüenzas de Leicester en el escenario principal del FIB rodeado de guiris entre el público vas a pasarlo bien y sudar mucho.
El problema aparece cuando la presencia de guiris en Benicàssim este año acaba siendo prácticamente testimonial. Según datos oficiales, más de 75 % de los asistentes fueron público nacional. Yo añadiría que la mayoría eran gente de la misma comunidad autónoma y algún madrileño perdido que le encajaban bien las fechas y la playa pero con escasa fidelidad. “Me veo a Izal, Nathy Peluso, Viva Suecia y me vuelvo”. Y en 2023 ya veremos.
Al final el concierto de la banda – ahora – liderada por Sergio Pizzorno estuvo bastante bien, no se dejaron en el tintero ninguno de sus hits, “Club Foot”, “Underdog”, “Shoot the Runner”, “Empire”, “LSF”, “Fire”. Pim, pam, pum. Sin miramientos. Aunque al final acabó siendo un poco rácano en cuanto a duración. Esos 80 minutitos raspados de Kasabian pone en cuestión su estatus como cabezas de cartel en cualquier festival de nivel en Europa, más allá de Reino Unido. Menos mal que a Pizzorno al menos se le entiende cuando canta, no como a Julian Casablancas.
En cuanto al resto de cabezas de cartel, Two Door Cinema Club desplegaron hit tras hit en plena madrugada. Muy acertado el horario de la actuación por parte de la organización, aunque era obvio que el status de headliner les iba a quedar algo grande, aunque ellos no tienen la culpa. Sus teloneros de facto, The Kooks, hicieron un show aceptable, aunque sus 75 minutos de concierto dieron para que tocasen hasta el último pestiño de su discografía. Menos da una piedra.
En fin, hay que admitir que he vivido otros momentos disfrutones como el sábado en el concierto de Carolina Durante y su alegato a tocar en Beni todos los años, su dedicatoria a Alfredo Duro y los 70 minutos de sudor de concierto. Ya ni siquiera necesitan sobar su “Cayetano” con tanto temazo que desplegar. También lo pasé bien con Circa Waves y probablemente el segundo momento más FIB de todo el finde tras lo de Kasabian. Conciertaco, todo lo contrario que el tostón de los acabadetes We Are Scientists, a los que nunca había visto en directo y tenía muchas ganas de ver pero menuda decepción.
En el apartado nacional bandas como Cariño, La La Love You, Arde Bogotá, Gabriela Richardson o Ginebras nos hicieron más agradable la jornada festivalera, con shows divertidos y llenos de sentimiento. Ya solo por la rave improvisada de la banda de Parla en “El Fin del Mundo” el domingo, la energía de los cartageneros en plena solana el viernes o las melodías pegadizas y letras socarronas de Cariño valieron la pena asistir a esta edición del FIB. O el descubrimiento de la diva catalana, que actuó acompañada de una pedazo banda. En la cuota “indiemainstream”, lo de Lori Meyers después de tropecientos años de ausencia, estuvo muy bien, la verdad. Ya era hora. Y ahora que no me lee ni escucha nadie, lo de Viva Suecia cerrando el escenario principal fue mucho mejor de lo esperado.
El duo francés Justice, otro nombre destacado del cartel, dejaría un poco la faena a medias el sábado, ya que cuando todo el mundo pensaba que iban a hacer un show propio nos encasquetaron un Dj Set algo chusquero repleto de hits ajenos. Que se le va a hacer. La próxima vez será. Todo lo contrario ocurrió con en el show que abrió el festival, Declan McKenna regresaba a Benicàssim tras su espectacular actuación de hace 4 o 5 años, y no defraudaría para nada. Progresa adecuadamente el chavalín.
El jueves también me sorprendió bastante el show de Tom Grennan. Un macarrilla británico que encaja perfecto en un festival como el FIB pero que más allá de sus dos hits impepinables le sigue faltando empaque como para actuar en el escenario principal.
La cuota de nombres peques interesantes que tanto nos tenía acostumbrado el FIB en ediciones pasadas podría decirse que estuvo representada esta vez por el cantautor mexicano Ed Maverick. Algo más famosete últimamente por su colaboración con C Tangana pero que a poco que escarbes su discografía goza de un buen puñado de cancionacas muy disfrutables. Su concierto estuvo muy bien, tocando incluso más de 1h, con un público algo más reducido pero muy implicado. Ese estribillo de “Fuentes de Ortiz” cantado a capella desde las primeras filas seguro que le tocó la patata a Ed.
Probablemente ese aspecto sea una de las pocas noticias positivas en cuanto a la nueva etapa del FIB. Los grupos tocan el tiempo que quieren, si deciden tacañear no será por los slots fijados por la organización. Así, grupos peques como Arde Bogotá, Cariño, Ginebras y el propio tocaron Ed tocaron 60 minutos, y otros como Declan McKenna y Carolina Durante 70 minutos. También las pantallacas del escenario principal han sido otro punto positivo para la nueva organización.
En lo referente a lo más negativo del fin de semana, pues lo obvio, franjas horarias sin nada interesante que ver. La aristocracia del indie patrio, Izal, Love of Lesbian, Dorian, la M.O.D.A, Miss Cafeína, Zahara, Guitarricadelafuente, acompañada de nombres brit coñazos, como Tom Walker, Example o djs de vergüenza ajena como Steve Aoki u otros que solo por tener un puñazo de followers en Instagram ya se ganaron tal privilegio. Una excepción voy a hacer con Serial Killerz, una propuesta muy innovadora y que a priori no encajaba nada en un festi indie (parecían sacados del Viña Rock), hicieron que nos lo pasáramos muy bien bien entrada la madrugada. No me preguntéis por el resto de nombres que he jeiteado, porque no he visto a ninguno en realidad. Poco más había dónde rascar.
Hasta siempre, Benicàssim.
Foto de portada: Óscar L. Tejeda
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