Memorias del Subsuelo | Cada vez Cabrales
Adolfo Cabrales, el de Fito & Fitipaldis, se ha marcado uno de los mejores álbumes de esta década (y de la anterior) escrito en español. Ya apuntaba maneras cuando durante lo más crudo de la pandemia sacó un vídeo estilo rare tape donde se le veía interpretando a pelo, con una guitarra acústica y su voz, la que es una de las canciones que componen el disco de estudio Cada vez Cadáver y que se intitula “Cielo hermético”. Si todas las canciones iban a ser como esa o parecidas, iba a quedar un disco histórico, y así ha sido.
Después de siete años sin tener noticias suyas, se saca el móvil y, haciendo chicken-picking con la guitarra, se toca una de las mejores letras de su carrera con versos tan directos como “aquellos años se pasaron tan rápido / a dos gramos por segundo”. En un tiempo de dos por cuatro nos coloca bajo su cielo hermético, donde se respira ese aire que tienen las canciones que son obras de arte. Luego será la segunda canción de su disco.
“A la guitarra Carlos Raya” dijo en otro disco un artista inmenso, Antonio Vega, cuando ya estaba en las últimas e hizo un unplugged que es un monumento dórico a las musas gitanas de la música española. Ese guitarrista que acompañaba a Vega en el escenario, acompaña hoy a Fito en la producción y en la guitarra, y se nota muchísimo su genio. Carlos Raya pertenece a esa clase de tipos que están justo detrás de estas leyendas y no sabes cuánto hay de él en la marca principal. Me imagino que Fito llega con la guitarra y la letra y es él el que le da forma al disco en un tiempo y un espacio determinados. Su influencia benigna es notable en canciones como “A quemarropa” que parece un tema de Los Ramones en su mejor época, aquella que nunca llegaron a vivir. “Si a quemarropa me disparan / me resbalarán las balas” y luego llega ese saxo haciendo su sexo magistral.
Otra de las cosas que más sorprenden de esta última etapa de Fito es su imagen. En esta época de filtros en las fotos y vídeos motivacionales, resulta llamativo ver a un tipo pequeño, quemado por la vida y por los años. La cara chupada, la perilla de faquir, el paquete de tabaco en el bolsillo, quién sabe si algo más. Verlo es casi un acto de rebeldía en esta constelación de estrellas que se codean con la crema y se pasean en la limo con sus crushes camino de los premios Grima Latinos. Artistas nuevos que cantan trap, que es como el rap pero más lento y con menos mensaje. Pues ahí está Fito sonando en los móviles y haciendo que chicas de dieciséis años de desgañiten cantando “Soldadito marinero”. Es antológica la presentación de su nuevo disco que ha dado tanto de qué hablar y de la que tantos artículos se han sacado con frases como: “En España no existen estrellas del rock”. El lector se sorprende: cómo un tipo tan grande puede ser tan humano.
Si el grupo aquel italiano que ganó Eurovisión nos demostró a todos que el Rock will never die, Fito viene a corroborarlo con su Cada vez cadáver. Está hecho un cromo, una rolling stone, pero más vivo que nunca. Esperamos verle en concierto y cantar sus temas nuevos y los antiguos. Dice que cuando vuelva a subir al escenario llorará y es muy entendible. Lleva mucho tiempo apartado de la música y del mundanal ruido, casi una década. Cuando coja la guitarra y mire al frente, ante diez o diez mil personas, dice que no podrá reprimir las lágrimas de la emoción. Seguro no podremos, ni él ni su público.
Texto: Ricardo Rodríguez Boceta
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