Helado Negro (Moby Dick Club, Madrid)
Artista invitado: Mori
Organizado por Primavera Sound y XTRARRADIO MUSICFEST
Jueves 21 de noviembre, 20:00h
Moby Dick Club
La velada comenzó con la música del novel, Mori, que enfundado en un pijama nos presentó una música casera que ha calificado como bedroom pop, el bedroom pop si lo desfloramos un poco sería una mezcla entre hip hop, soul con sonidos americanos de lo que actualmente se denomina r’n’b contemporáneo y un lejano toque de grime en sus partes más movidas, en cuanto a las bases; esa música que tanto gusta a la generación milénica moderna fue la que se encargó de abrir el concierto.
Nada mejor para una fría noche de Otoño que la cálida música del ecuatoriano Helado Negro; tuvo a bien de decirnos que iba a tocar su último disco entero “This Is How You Smile” (2019), aunque lo tocaría de forma desordenada, empezando el concierto con un tema muy instrumental y creando sonidos hipnotizantes bajo una luz azul junto a una violinista que traqueteaba las cuerdas de su violín y un saxofonista de aire nocturno, que también les acompañó; Helado Negro se acercaba al público con su guitarra extendiéndose como un efecto doppler por la sala y sonriendo y mirando al público, el poder de la música otra vez hizo acto de presencia, sólo con el primer tema ya estábamos todos hechizados y más mansos que un gato durmiendo sobre un piano.
Los rostros del público, tanto masculino como femenino, reflejaban amor, ¡Sweetie, Sweetie!, escuché que le espetaba una chica detrás de mí, Roberto Carlos Lange o lo que es lo mismo Helado Negro, salió a escena intentando recordar la primera vez que actuó en Madrid, no lo recordaba, pero más tarde lo recordaría, siendo su primera actuación en el dinner (un lugar para cenar, nos aclaró) del Museo de Arte del Reina Sofía, allá por el año 2013, nos preguntó si alguien había estado en el concierto, una señora solamente, dijo que sí, y la señaló, dándose por satisfecho, fue muy gracioso esto último.
Las entradas de Helado Negro se agotaron completamente, el cariño de este señor llena salas, un oso amoroso lleno de ternura que no le hacía falta prácticamente ni terminar las frases para que el público riese, debido a la love connection que extendía este ser proveniente quizás, de otro planeta.
La violinista que también tocaba el saxo además de unos teclados extrafinos de los tres que tenía la banda, moduló su voz derritiéndola como un helado cósmico al principio del concierto.
Roberto, bailaba unos meneítos, psychedelic meneíto es con lo que bautizó su estilo, se autoabrazaba y tocaba una guitarra color crema de una forma tan suave que apenas era perceptible, la guitarra eléctrica sonaba más a un cantautor andino que a un concierto electrificado.
Drones lánguidos y ecos de unos saxofones increíbles que parecían sacados de un comic steampunk, saxo alto y saxo tenor para esta nueva era de beatnik futurismo.
Canciones como “Fantasma Vaga” donde movía las manos como un espectro, “País Nublado” con la multi-instrumentista haciendo coros esta vez , “Running” en la que nos hizo corear a un lado y a otro del escenario el estribillo para luego cantar todos juntos, eso sí, nos pidió amablemente si nos apetecía cantar, iba de un lado a otro del escenario invitando al público a que cantase con él; estaba yo en primera fila y también me ofreció su petición de cantar, no le pude responder ni aguantarle la mirada, demasiado amor en sus ojos me intimidó.
Anna Domino, Marine Girls, Isabelle Antena, la primera época de Everything But The Girl, The French Impressionists, Blue Orchids…fueron muchos de los agradables grupos que me pasaron por la cabeza como pájaros, el saxofonista, también polimúsico como la chica, tocaba un teclado delgado como una hoja de papel con una mano en el bolsillo. Siguieron con delicias como “Todo Lo Que Me Falta”, el violín ahora se había transformado en una guitarra caribeña con pedaleras, proseguiría más tarde el concierto con canciones de su anterior l.p. en formato físico, llamado “Private Energy” (2016), al nombrar el título del l.p. “Private Energy” alguien lanzó un grito a lo que él respondió con un ¡Yeah!.
Vocalizaciones selváticas en esta última parte del concierto en una música que podríamos denominar hasta de triphop tropical, Bola de Nieve en la era electrónica, con su pelo hirsuto y afroeléctrico, haciendo falsete disco con la voz; psychic energy decía, mientras se desgañitaba con onomatopeyas indígenas; en “Transmission Listen” se alejaría con su guitarra para dar protagonismo a los saxofonistas, en el final del concierto hubo un solo de saxos endemoniados que nos dejarían estupefactos antes de irnos, no sin antes despedirse mencionando lo especial de tocar en salas más que en grandes espacios y agradecer el ambiente superlover.
Texto: Sebensuí A. Sánchez
Fotos. Ana E. Sánchez
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