Benjamin Clementine (Sala Vistalegre, Madrid)
Viernes 23 marzo 2018, 21:30h
Palacio Vistalegre (Sala)
Benjamin Clementine es un artista inclasificable, alérgico a etiquetas y cuyas influencias musicales son tan ricas y variadas que encasillarlo como artista de neo-soul, pop experimental o música barroca sería muy injusto. Y buena prueba de ello lo encontramos en el último concierto que ha brindado el británico en la capital madrileña el pasado viernes.
Un show de 90 minutos repletos de giros sonoros imprevisibles y cuyo epicentro en cuanto a protagonismo recayó en su espectacular voz, capaz de emocionar en aquellos temas más edulcorados o introspectivos y de imponer respeto en otros más contundentes.
Así, el concierto se iniciaría presentando tres temas de su nuevo disco. Bajo los primeros acordes de “God Save The Jungle”, una joven chica uruguaya intentaba poner tierra de por medio en la primera fila frente a dos imberbes de origen norteamericano. El primer intento de ligue hizo chof. Acto seguido, en “Phantom of Aleppoville” Clementine demostraba – como si todavía fuese necesario – sus enormes habilidades en el piano, con varios momentos estrictamente instrumentales que sirvieron a la perfección como preludio a la explosión final con una especie de ritual tribal que estallaba al ritmo que marcaba la voz del londinense.
Tras la experimental “One Awkward Fish”, llegaría uno de los momentos más emotivos del concierto en “Nemesis”, uno de los temas más conocidos de su corta discografía y que provocó la primera gran ovación de la noche por parte del público, que casi abarrotaba el amplio espacio habilitado dentro del Palacio de Vistalegre como sala de conciertos.
Cuando afrontábamos la segunda media hora de show, Benjamin decidió desplegar buena parte de su arsenal de hits. Primero con “Condolence” y después con “London”. Durante el primero viviríamos uno de esos momentos tan emotivos en los que se palpa una conexión total entre público y artista, llegando al punto de éste inquirir a sus entregados fans a que pronunciasen correctamente una parte del estribillo de la canción con resultado poco satisfactorio, lo que provocó una catarata de intentos fallidos hasta que el respetable perfeccionó la técnica y el polifacético músico se quedó satisfecho.
Precisamente esta es una de las características que alberga todo concierto de Benjamin Clementine: la imprevisibilidad y la interacción constante con el público. No existe un guion preestablecido de lo que va a suceder más allá de que a mitad de sus shows la banda al completo, incluido el propio Benjamin, desmontará una serie de figuras desnudas con forma humana que habían acompañado a los músicos en la primera parte de la actuación. Desde niños, una mujer embarazada o un hombre adulto. Pero más allá de eso, el desarrollo todavía estaba por escribirse.
En “London” … ¡que decir de esta canción que ya no se haya escrito antes! Un alegato en forma de tributo a su ciudad natal y que representa la parte más experimental de su repertorio. Su voz nos cautiva en cada una de los versos que recita, llegando a todas las notas altas con una autosuficiencia que asusta, como si nuestro protagonista aquella noche hubiese hecho un pacto con el diablo.
Llevábamos más de 50 minutos de concierto y solamente habíamos disfrutado de seis temas. Daños colaterales de lo suscrito unas líneas más arriba. Pero pronto llegaría el turno de otros temas, no tan conocidos ni aplaudidos por el público pero igualmente disfrutables en directo, como “By the Ports of Europe”, “Quintessence” pero especialmente la emotiva“Winston Churchill’s Boy” que provocaría las primeras lágrimas de la noche en las primeras filas o la extraordinaria “Jupiter”, de corte más pop convencional y con algún guiño Beatleniano, con la que el artista dijo adiós por primera vez en la noche. Ya se habían cumplido algo más de 75 minutos de concierto pero todavía teníamos ganas de más.
Y para saciar nuestro apetito, Benjamin Clementine nos reservaría un par de temas con resultado bastante dispar. Mientras que en “Ave Dreamer”, tema menor e intrascendente de su último disco, “I Tell A Fly”, supuso un jarro de agua fría que enfrió bastante el ambiente, nada más interpretar las primeras notas de “Adiós” se recuperó esa áurea mágica que nos había acompañado en buena parte de la noche.
“Adiós Madrid, adiós” … el concierto llegaba a su fin y el chaman Clementine se despedía de Madrid no sin antes recitar un pequeño speech en mitad de la canción. Sin duda, éste es uno de los temas en donde mejor casan su vertiente más barroca con otra más experimental y moderna.
Adiós Benjamin, adiós.
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