Roger Waters – “Is This The Life We Really Want?”
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8/10
Resumen
Veinticinco años han pasado desde que Roger Waters publicase Amused to Death (1992), su tercer disco en solitario y cuyo mensaje anticipaba algunos de los problemas sociales e inquietudes políticas que íbamos a vivir en el futuro. Una obra conceptual que, a pesar de haber sido un fracaso comercial en su momento, ha aguantado extraordinariamente bien al paso del tiempo y enlaza a la perfección la filosofía que Waters impregnó a los discos de Pink Floyd con lo que varias décadas más tarde nos presenta en Is This The Life We Really Want (2017), su esperado nuevo álbum que cuenta con la colaboración de Nigel Godrich en labores de producción.
Porque si de algo no se le puede acusar al ex líder de Pink Floyd es de no mantenerse firme en sus convicciones artísticas a la hora de componer sus piezas. En este nuevo trabajo, Waters ha logrado compactar buena parte de su legado musical en apenas 12 canciones, en donde destacan referencias a obras del olimpo pinkfloydiano como The Wall, Wish You Were Here o Animals. Tampoco falta en sus letras un alegato político en contra de Donald Trump, la guerra en Siria y la globalización neoliberal; una cuestión que ya había explorado anteriormente en The Final Cut, con la única salvedad que aquella vez era en contra de la Guerra de las Malvinas, Margareth Thatcher y Ronald Reagan.
La portada vuelve a ser un muro; pero en lugar de ladrillos encontramos un texto con la mayor parte de las palabras censuradas, como si de un informe desclasificado de la CIA se tratase, y en donde se lanza una pregunta: ¿es esta la vida que realmente queremos?
El disco abre con “When You Were Young”, una pieza introductoria de apenas 70 segundos que ejerce la misma función que “When The Tigers Broke Free” en la película de The Wall y que da paso a “Déjà Vu”, uno de los adelantos que ya conocíamos y en donde todo el protagonismo recae en la voz de Waters, acompañada de una guitarra acústica y de una orquesta de fondo que se entremezcla con grabaciones de explosiones, tic tacs de un reloj e interferencias de radio, en claro guiño a The Dark Side Of The Moon. Este tema define muy bien lo que será una parte importante del disco, de tono más intimista y con la lengua afilada de un Waters, que parece seguir con ganas de criticar con firmeza al establishment político y económico – recordemos que su última película documental sobre la gira de The Wall fue vetada en plataformas como Netflix por sus críticas al Estado de Israel.
“You lean to the left, but you vote to the right”
(“Te apoyas en la izquierda pero votas a la derecha”)
En “The Last Refugee” la influencia de Godrich es más que evidente. Es verdad que en una primera aproximación impacta escuchar a una de las figuras más importantes del rock clásico de los setenta interpretar unas melodías dignas de Radiohead, pero el tema va in crescendo de una manera absorbente que nos hace recordar la triste escena en donde se ve a un niño sirio ahogado en una playa del Mediterráneo mientras escuchamos “y mira al horizonte / y encontrarás a mi hija / allí en la orilla / cavando por todas partes en busca de una cadena o de un hueso / La última refugiada”. Apuesta muy arriesgada con resultado satisfactorio. El videoclip dirigido por Sean Evans sencillamente es espectacular.
“Picture That” sube la intensidad con una carga potente de psicodelia, en donde Waters escupe toda su rabia denunciando a los políticos corruptos, la desconfianza en la justicia y la situación de Guantánamo: “Wish You Were Here in Guantanamo Bay”. Se trata de uno de los mejores temas del álbum y que bebe claramente de otras canciones compuestas por el ex miembro de Pink Floyd en los años setenta, como “Sheep” y “Welcome To The Machine”.
Con “Broken Bones” y “Is This The Life We Really Want” volvemos a bajar las revoluciones pero con resultado bastante dispar. Mientras que el primero logra emocionarnos y transmitir climas cercanos a la melancolía y al folk, en donde vuelve a aparecer el fantasma de la guerra en el universo Waters, el segundo representa la nada más absoluta, con una narración muy tediosa y repetitiva que no consigue enganchar al oyente en ningún momento. Pero afortunadamente pronto volvemos a remontar con “Bird In A Gale”, en donde recuperamos ese sonido tan hipnotizante que nos atrapa: furia en el apartado vocal, guitarras distorsionadas y un eco que se desvanece en un océano de sensaciones que conectan de nuevo con el álbum Wish You Were Here.
Si en la mayor parte de Is This The Life We Really Want? observamos guiños constantes de Waters a trabajos pasados de su discografía con Pink Floyd, en “The Most Beautiful Girl” nos encontramos con un tema que destaca por sus arreglos de pianos y teclados y su calidez percusiva que bien podría haber formado parte de alguno de los últimos trabajos de David Bowie.
Pero poco tardará en volver a hacerse presentes los viejos clichés de los setenta, como en “Smell the Roses”, otra de las mejores canciones del LP y cuyo nudo argumental termina desarmándose progresivamente en un agujero negro de rock espacial para emerger en el último tramo con un solo gilmouriano inspirado esta vez por Jonathan Wilson y no por el propio Gilmour, quién ha declinado finalmente colaborar en la grabación de este tema a pesar de haber mostrado interés en un primer momento. Un “Have A Cigar” versión 2017 de manual!.
El final del disco son tres composiciones – “Wait For Her”, “Oceans Apart” y “Part Of Me Died” – que son una unidad sonora indisoluble que poco sentido tiene escucharlas independientemente y que en cuyas estrofas más destacables se encuentran de nuevo referencias a temas pinkfloydianos como “Nobody Home”; sobre todo por el sobrio acompañamiento de los teclados y el piano.
Sin duda, se trata del álbum en solitario de Waters que más elementos recoge de su anterior etapa en Pink Floyd pero que al mismo tiempo incorpora recursos novedosos, especialmente en el apartado de producción, que no le habíamos visto en sus anteriores discos en solitario. Afortunadamente lo podremos disfrutar en directo en la primavera de 2018.
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