The Warlocks + Dead Rabbits (Madrid, 22 de Septiembre)
The Warlocks + Dead Rabbits
Jueves 22 de septiembre de 2016
Boite Live
Madrid
21:30 horas
Cuán alargada es la sombra de The Jesus & Mary Chain, cuando en 1985 publicaron su “Psychocandy”, ni ellos mismos podían imaginar que crearían un estilo imperecedero dentro del rock como un caramelo psicótico, un sonido agridulce y contrastado en el que la dulzura y la agresividad se tocasen de forma simultánea, aunque por esa época ya llevaban un tiempo tocando los irlandeses My Bloody Valentine aunque no se dignasen a grabar nada hasta tres años después.
Esta pequeña introducción sirve para hablar sobre el concierto del pasado jueves en Madrid realizado por una de las promotoras más interesantes españolas “Indypendientes” que tuvieron el buenhacer de traer a una de esas bandas punteras de la actualidad que han seguido la estela de los hermanos Reid y similares, se trata de los ingleses Dead Rabbits que unos días antes de este concierto publicaban su segundo LP “Everything is a lie”.
Guitarras como suaves aullidos, voces acarameladas, saturación fuzz de bajo con deliciosos ritmos pegadizos, el vocalista Thomas Hayes con un aire a Thurston Moore hacía la ejecución vocal propia para este estilo musical, el teclista, Paul Seymour, portaba un teclado enorme, mayor que un Farfisa donde aparecía el nombre de la banda, el guitarrista con aspecto de intelectual universitario Neil Atkinson Jr. Y su brazo de trémolo hicieron maullar al jaguar que tenía encerrado dentro de la guitarra, la baterista Suzanne Sims, pelirroja impertérrita y vestida de negro tenía una cara cambiante gracias a la proyección líquido – psicodélica tras su espalda cubierta además por una muralla de amplificadores. El cantante Hayes, le colgaba un cable blanco como de teléfonos de los años 80 de la guitarra mientras continuaba con su ruidosa melodía. El cuchillo dulce del noise melódico.
A la sala asistió un tipo con la cara cubierta con una cabeza de perro, eso sumado a las luces que volvían el color blanco dentro de la sala fluorescente por todas partes, le dio un toque bastante psicotrónico al evento, Un concierto, el de Dead Rabbits con muy buen sonido, unas líneas de bajo exquisitas y envolventes con las guitarras difuminándose entre el humo del local.
Con el buen sabor de boca que dejaron los ingleses, subieron al escenario los angelinos The Warlocks, auspiciados por el sello Cleopatra, antaño uno de los más importantes sellos discográficos en cuanto a músicas oscuras se refiere con bandas tan seminales como Christian Death o Controlled Bleeding y que a su vez editaron uno de los libro discos más importantes de los noventa, de estos estilos, llamado Industrial Revolution; nada menos que cuatro guitarristas sobre el escenario y un total de seis músicos, uno de ellos con rasgos entre asiático e indio con aspecto chamánico que también controlaba un teclado y portaba un medallón con una pirámide invertida en un círculo que a su vez tenía una piedra turquesa dentro del que colgaba una pequeña cadena, The Warlocks significa Los Brujos…El primer tema nos cubrió con una sinuosa ola de polvo y magia que avanzaba lenta pero que conducía a un estado de arrobamiento por su intensidad contenida, dos de los cuatro guitarristas se mantenían en un estado de concentración a lo Robert Fripp.
Tras el primer trance introductorio la voz de Bobby Hecksher se deshilvanaba en canciones como “Red Camera”, donde revivíamos la sensación de unos años sesenta misteriosos donde aún se podía creer que la magia y la música salvarían al mundo o al igual que en “Isolation” o “So Paranoid”, canciones a medio tiempo con una dulzura profunda en alta tensión con guitarras volátiles para disfrutar del abismo de lo solitario. También se clamó al poder estelar en “We need starpower” aquí el estribillo lo hacen un ritmo de guitarras sabathicas, se podían encontrar toques del doom psych que popularizó Cathedral la banda del ex – Napalm Death, Lee Dorrian a principios de los 90. Con The Warlocks, ya es hora de decir que es una banda con un estilo propio, amplitud de registros donde te recuerdan a los grandes: a Sonic Youth en versión mística, a Black Sabbath, The Doors o la Velvet, capas musicales que esconden otras gemas en una curiosa mezcla de indie y rock psicodélico y donde ya se les puede nombrar padres de lo que se está denominando nueva psicodelia con una trayectoria de más de quince años a sus espaldas.
Himnos de vida ruidosa y muerte plena a esta generación perdida que no pertenecemos ni a los sesenta ni desparramos nuestra mente en los setenta como sugiere Hecksher en “Dead Generation”. Cinco instrumentistas de cuerdas frente al público y un ejército de pedaleras hicieron que en la Sala Boite terminaran dando botes, nunca mejor dicho. El bajista con una camiseta de los Psychic Ills y letras árabes tatuadas, tuvo su momento de gloria cuando una fan excitada se le acercó al escenario. El guitarrista/brujo del lado derecho del escenario manejaba un teclado que hacía sostener las teclas con una especie de papeles, dando más tensión sonora al final de las canciones y empatándolas con otras. También sonó su flamante nuevo single “Lonesome bulldog” como me sopló Jesús Canet Uroz, el cantante de Leone.
El espíritu de los Spacemen 3 era notable pero también el de Violent Femmes, una banda para no aburrirse referencial ni musicalmente, canciones de rock and roll acelerado que descendían al malestrom sónico pero mantenían el descenso de forma armónica sin terminar tan fácilmente. La cuesta final se convirtió en un rock más pantanoso con Quentin Tarantino de ácido, guitarras Gretsch míticas como de los años 50. El bajista en esta ahora recta final, se ha transmutado en guitarra, al batería se le cruzaban los brazos como un hombre de goma. Tras lo que parecía un merecido final, ya habíamos pasado la medianoche, hora que se daba por acabado el concierto, volvieron con un bis con un público on fire tras un “Zombie like lovers” para acabar con una hipnótica confusión embriagadora y donde el ruido produce una inquietante tranquilidad.
Dinámica noche de magos eléctricos.
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