Larga muerte a la Reina.

¿Qué hace a un álbum único, irrepetible? ¿Por qué hay discos que se recuerdan con más cariño o que directamente forman parte de la historia desde el momento de su salida? No hay una ecuación matemática que defina con exactitud lo que necesita un álbum para ser elevado a la categoría de mito u obra maestra. Todo responde a criterios demasiado subjetivos. Pero si entre todos quisiéramos elaborar una lista con los mejores discos de la historia, hay un nombre que no podría faltar: The Queen is Dead. No en vano, fue elegido mejor álbum de la historia por la revista NME. Y ahora que cumple 30 años, es una buena oportunidad de reivindicarlo a él y a The Smiths.

 

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El tercer disco de The Smiths fue también el que les coronó definitivamente como una de las bandas más importantes de los 80 y, desde mi punto de vista de fan y con restrospectiva, de la historia de la música. Negar la importancia de The Smiths en la música es negar brillantes temas y composiciones como Cemetry Gates o Some Girls Are Bigger Than Others. La prueba de su trascendencia es que 30 años después de la publicación de The Queen is Dead, muchos seguimos idolatrándolo.

Es evidente que The Smiths no fueron un one hit wonder, pero tampoco fueron ni mucho menos un grupo de canciones sencillas que te hagan volar y huir. Fueron un grupo político y polémico. Prueba de ello es que The Queen is Dead estuvo a punto de llamarse Margaret On A Guillotine. Pero esto quedó como algo anecdótico tras todos los problemas que tuvieron que superar en la grabación de este mítico disco.

Para empezar, las disputas y problemas con su sello Rough Trade, y el jefe de tal, Geoff Travis, fueron una constante durante la grabación del álbum, y quedaron reflejados en la satírica letra de uno de los himnos del álbum Frankly, Mr Shankly. La relación entre él y Morrisey era de tanto voltaje que ningún manager era capaz de sostener al grupo, lo que derivaba en que el sello fuera todavía más exigente con The Smiths.

 

 

Otro de los obstáculos que The Smiths tuvieron que salvar para publicar finalmente The Queen is Dead fue todo el estrés al que estuvo sometido Johnny Marr, compositor y guitarrista principal de la formación. Durante el periodo de grabación eran tan frecuentes las llamadas e interrupciones de abogados del sello, que Marr sentía que jamás acabarían de grabar aquel disco y que se iban a quedar sin gira. El ritmo de grabación era frenético y la presión a la que estaban sometidos tal, que Marr empezó a darse a la bebida. Se implicó hasta la médula en las labores de producción, incluso componiendo él los arreglos orquestales. Fue debido a la abusiva carga de trabajo a la que estuvo sometido Johnny Marr, que él mismo reconoció que tras terminar el disco cayó en una profunda depresión. Fue el principio del fin de The Smiths. Marr sentía que la situación le superaba: Morrisey dinamitaba las relaciones con el sello y su peculiar carácter no ayudaban a levantar a Marr, ningún manager era capaz de hacerse con el grupo, el alcoholismo de Marr fue a más…

 

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Para colmo, la adicción a la heroína del guitarrista Andy Rourke le costó su expulsión de la banda. Al mes, tras ser detenido por posesión de drogas, el grupo le dio otra oportunidad para salvarle del abismo al que se precipitaba y Rourke cumplió y superó su adicción.

El resultado de todo esto fue un disco sublime lleno de auténticos himnos. Hay espacio para criticar la costumbre masculina de hablar sobre el tamaño del pecho de las mujeres con Some Girls Are Bigger Than Others y para el dolor por la ausencia de conexión con el lugar donde te criaste con Never Had No One Ever. Hay romanticismo, desamor, sensibilidad, dulzura y aspereza, temazos como I Know It´s Over, Cemetry Gates o The Boy With The Thorn In His Side. Y por encima de todo está la que en mi opinión, la de un absoluto fan, es la canción más bonita del mundo: There’s a light that never goes out.

 

 

Posiblemente su canción más querida, conocida y coreada. Es el paradigma de todo lo que representan The Smiths: un amor profundo pero trágico, una asociación perfecta que sin embargo, conduce contra un autobús de dos pisos y contra un camión. Pero aunque el final dramático es inevitable, hay una luz que nunca se apaga, y es la esperanza.

The Smiths fueron una de las bandas que más éxitos cosecharon en menos tiempo. La asociación Morrisey – Marr duró tan solo cinco años pero su leyenda sigue con vida tres décadas después. Tras separarse rechazaron y continúan rechazando millonarias ofertas por reunirse, así que parece que nunca podremos disfrutar de The Smiths en directo. Pero seguimos teniendo The Queen is Dead, una luz que nunca se apaga.