Crónica Atlantic Fest 2023
Con protestas promovidas por parte de la Asociación para la Defensa de la Playa de Vilagarcía, Adeplavi, a quienes desde el Concello se les aseguró que esta edición del Atlantic Fest no se iba a celebrar en el mismo emplazamiento de la playa, así tuvo lugar el festival que de convertirse en real estas declaraciones, habría imposibilitado celebrar la que posiblemente haya sido la mejor edición de las celebradas en Vilagarcía, incluso desde que el festival tenía el apellido de “Do Norte” y se celebraba en el recinto FEXDEGA.
Ya al finalizar la edición de 2022 las quejas de los vecinos salían a la luz en los diferentes medios. Aparte de la contaminación acústica, conocida y como no puede ser de otra forma en un festival de música que se celebra en una playa urbana, las quejas vienen según dice la plataforma vecinal, porque el del Atlantic es un recinto festivalero totalmente incompatible con lo que tiene que ser un espacio natural que dé valor a la ciudad. Poniendo sobre la mesa razones de peso, por un lado el cadillo, una planta que puebla la playa, dotada de unos pinchos que la organización ha intentado tapar apisonando el terreno, y según dicen, puede que esta acción tenga el efecto contrario a largo plazo extendiendo la planta. El otro es el acceso y la seguridad en el paseo de una playa urbana. La solución adoptada por parte de la organización en la presente edición, creemos que acertada, fue instalar el acceso al recinto justo por el lado contrario al paseo de la playa. Ampliando el espacio, con una zona más de asfalto al lado de la playa donde iba colocada la carpa Vibra Mahou. Un éxito en cuanto a la humanización del recinto por parte de la organización, creando zonas amplias de tránsito entre escenarios, zonas de sombra, y hasta espacios para apagar los cigarrillos, a favor de la playa.
Se están poniendo de moda los homenajes y performances en solitario de artistas indies de renombre. Que los shows de Abraham Boba o el de J. Planetas hayan sido lo mejor en cuanto a creación que aporta un festival en el año 2023, no se si es para alegrarse, porque ha entrado en crisis la narración actual y se impone la narración clásica de toda la vida, o frivolizar por la falta de una narrativa hoy inexistente. Sea como sea, con lo que estos shows aportan está más que amortizada la entrada a un festival. Dicho esto, de seguir esta dinámica de sequía de creación cultural el sector podría correr el riesgo de terminar, como ya sucede en otros como restauración, teatro, cómicos,… creando contenido, más por la parte del propio contenido que de la creación en sí, negando el fin último de cualquier escenificación artística que se precie. Y es que se está imponiendo en todos y cada uno de los niveles de la cultura (también en la música) que la creación en lo inesperado no reside en los efectos finales de la comunicación, sino en el proceso para llegar a ellos: el acto pasa a un segundo plano, solo resulta necesario el giro imprevisible en el camino hasta alcanzarlo. Quizás el problema hoy en día es que si no eres Abraham Boba o J. Planetas todo esto,… es un ejercicio inverosímil por no decir imposible. Y vale para Viva Suecia, y cada uno de los que fueron pasando por el recinto de Vilgarcía, incluido el monógolo que durante todo el fin de semana ofrecieron los Sidecars (hermanísimo de Leiva incluido), los The Guapos, con Leiva entre sus integrantes y el propio Leiva, artista para todo.
Ese giro, se disfrutó y mucho en en la primera jornada de festival en el auditorio con la performance offered by ABRAHAM BOBA. “Esto no es una Canción” y su poesía escénica de preguntas, sin respuestas, y reflexiones ahogadas, con proyecciones visuales, algo diferente a lo que nos tiene acostumbrados el vocalista de León Benavente, entre otros. Giro que tuvo continuación con banda al completo al día siguiente (viernes) en la carpa Vibra Mahou, cuyo sonido fue de lo mejor de todo el festival en las tres jornadas. El giro, tras la apertura por parte de Bien querida de la jornada del sábado, en una carpa una vez más aborratada, sorprendentemente para el horario en el que tuvo lugar el concierto de la bilbaína, se vivió al caer la tarde del sábado en el show de J., el sábado, homenaje a la filmografía rodada por Iván Zulueta en los 60s y 70s, un tesoro de creatividad con proyecciones en Super8 adornadas con el pop de la banda que forman en esta ocasión Miguel López, Miguel Martín, Sergio, y Natalia Drago componente de la banda Stra. Trueno Negro, quizás lo mejor que le ha sucedido al indie nacional desde Marzo de 2020, ese viaje que no pudo hacer de vuelta a su argentina natal y su estancia “obligada” en Granada, seguro que tuvo mucho que ver en el proyecto musical de J. homenaje al creador donostiarra. Se echó de menos que el horario del show lo hubieran retrasado un par o tres de horas para poder disfrutar como se merecen de las proyecciones del Plena Pausa. Aunque como bien apuntó Cupido en el previo al concierto de J., haciendo apología de los conciertos en salas donde realmente se disfrutan la mayoría de artistas que pasaron por el festival durante todo el año.
Un Leiva con una banda muy potente, casi cerró la jornada del sábado y el festival, haciendo las delicias en el concierto más masificado (10.000 personas según la organización), presentando un álbum que aún dura “Cuando te muerdes el labio”, sigue ganándose al público con recursos para tocar el corazón, apoyarse en una banda eficaz y en un sobresaliente Carlos Raya. Estrella Polar, Princesas, y Lady Madrid hicieron las delicias de un público entregado.
Foto de portada: Atlantic Fest
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