Black Is Back Weekend 2019 | Lo negro ha vuelto
Al principio pensé en titularlo “El negro ha vuelto”, pero sé que puede prestarse a malinterpretaciones y no es lo más políticamente correcto, pero lo escuche a la salida del festival y me encantó como título, creo que es lo que mejor define al festival, dejando a un lado el significado peyorativo de la expresión, habemos muchos que esperamos este festival como agua de mayo, en este caso en junio, y poder decir, por fin “el negro ha vuelto” y estamos aquí para disfrutarlo.
El pasado 21 de junio daba comienzo en el patio de Conde Duque la octava edición del black is back, que ya se ha consolidado como el festival de músicas negras más importante de la capital, y uno de los festivales referentes a nivel nacional del género. Un escaparate perfecto para descubrir a tu nueva banda favorita de soul o a un grupo desconocido traído de tierras africanas que te hará vibrar. Y es que aunque no conozcas todos los nombres del cartel (como era este caso) sabes que vas a disfrutar, el gusto de la organización es exquisito y sólo puedes dejarte llevar.
Primer día, DJ Bombín (Sonideros, radio3) poniendo música en los descansos
Baloji, el belga tuvo el privilegio y responsabilidad de estrenar el escenario para los “madrugadores” que estuvimos Ahí. BALOJI hizo notar sus raíces congoleños con su arrolladora puesta en escena, un showman en el escenario, tanta energía en ocasiones sobrepasaba a su propia música, una mezcla de ritmos africanos con rap y todo aderezado con toques pop, perfecto como aperitivo para amenizar el inicio del festival y poner al público en situación desde el principio.
The special 1, o Neville Staple y su banda. Toda una sorpresa que apareciese tan pronto, perfectamente podía ser cabeza de cartel. Y es que la leyenda del SKA a sus 64 años puso patas arriba el Conde Duque, tirando de clásicos como “A message to you” o “ Gansters” para meterse al público en el bolsillo y conquistarnos del todo con su versión de “Monkey Man” de los míticos Toots & The Maytals, con la que hizo saltar al público, este es una de los casos donde y es que, él que tuvo, retuvo. Está claro que con Neville Staple y su banda te aseguras tener a todo el público en modo ska. No se puede pedir más al bueno de Neville.
Songhoy Blues, fue la perfecta continuación de Neville Staple. Un grupo desconocido para la mayoría del público, pero que estuvo a la altura para mantener el ritmo festivo marcado por los anteriores. Traídos desde la República de Mali, este cuarteto supo imponer su rock N roll africano y puso a mover las caderas al respetable con canciones como “Al Hassidi Terei”. Unas guitarras muy marcadas, la personalidad del cantante y un ritmo penetrante fueron la seña de identidad del grupo africano, que no para de girar lejos de su casa, casi huyendo de su tierra, donde apenas tienen repercusión y apoyo. Un gran descubrimiento.
KOKOKO!, muchos teníamos ganas de ver al cabeza de cartel del viernes, y es que el colectivo Kokoko fue la gran sorpresa de la jornada. Era la primera vez que el grupo congoleño tocaba en Madrid y para muchos (yo incluido) desconocido.
El colectivo KOKOKO! junto al productor y músico francés Débruit saben cómo montar una fiesta. Saltaron al escenario engalanados con unos “poco” llamativos monos amarillos y todos sus instrumentos artesanales hechos a mano, a excepción de algún teclado o guitarra, y que estos tipos son capaces de amplificar una caja de cerillas y ponerte a bailar. De repente veías un trozo de madera con lo que parecía una cuerda conectado a un ampli y eso hacía las veces de bajo o guitarra, no sé muy bien, iban pasando frecuentemente de mano en mano. Fue un auténtico fiestón para cerrar la primera jornada, en muchas ocasiones no se distinguía quién disfrutaba más, si el público a los propios artistas, es entonces cuando te das cuenta de porque fueron los elegidos para cerrar. Con su batería hecha a base de materiales reciclados marcaban el ritmo de su música, una mezcla de ritmos africanos y electrónica que se te metían en el cuerpo y hacían imposible tener los pies quietos, y si veían a alguien parado, se encargaban de bajar y ponerlo a bailar. Un espectáculo dentro y fuera del escenario.
Segundo día, arrancaba la jornada con el cartel de Sold Out y Hey Sister! Poniendo música en los descansos.
Volcanes, antes conocidos como The Faith Keepers abrieron la segunda jornada del festival. La única banda nacional de esta edición se encargaron de calentar motores y preparar al público para lo que se venía. Salieron al escenario energéticos y con ganas de animar al público, ciertamente a esas horas el sol picaba y eran pocos los que se atrevían a acercarse dónde más pegaba. Borja Téllez (voz) sacó su alma de negro y junto con una guitarra pegadiza y un saxo exquisito fueron calentando al público poco a poco hasta ponerlos a bailar a ritmo soul. Se nota la garra de bengala que lleva dentro.
Joe Sarakula, se encargó de poner la nota disco, y convertir el partido de Conde Duque en algo parecido a una pista de baile de los años 70’. Siempre acompañado de su teclado, del que apenas se despegó, y con una guitarra funky metió el ritmo más “bailongo” northern soul. Tocando temas como “In Trouble” , “Understanding” o “Parisian Woman”, el Australiano, afincado en Inglaterra, supo cautivar al público del Black is back.
Mabiland, la artista más joven del festival, con sus 23 años puso el toque más moderno y vanguardista al evento, con su rap-soul, latino. Presentaba su álbum 1995 cargado de temas de desamor en la que su voz juega especial importancia. Quizás esta fue la actuación más alejada (musicalmente hablando) del festival, aún así cumplió, su concierto fue de menos a más pero con algunos momentos de alta emoción. Está claro que le queda mucho por recorrer pero, talento hay.
YOLA, llegó el plato fuerte de la noche. Yolanda Quartey venía a presentar su álbum debut “ Walk Through Fire” grabado en Nashville de la mano de Dan Auerbach, grandes credenciales para una artista llamada a ser la reina del country soul. Acompañada de su séquito de cowboys, y pese como ella misma comentó,tenía la voz un poco tomada, dio un conciertazo que emocionó a todos los que nos dimos cita para presenciar su concierto.
Incluso sin tener la voz al cien por cien nos puso el corazón en un puño, derrochando pasión. Una voz que me atrevería a decir que dentro de no mucho estará llenando estadios, con canciones como “Love all Night” “Faraway Look” o la homónima “Walk Through Fire”.
Vintage Trouble, siguiendo con el símil culinario, si antes mencionaba que YOLA era el plato fuerte, sin duda Vintage Trouble fue la guinda del pastel, fue como esa última cucharada de tu postre favorito, que intentas que no acabe nunca para seguir saboreándola. Esta era la segunda vez que acudían a la llamada del Black is back, ya todos sabíamos que iba a ser pura energía. Lo de Ty Taylor es puro nervio, no sabe estar quieto, desde el minuto uno tenía al público coreando y animando, todos sabíamos a lo que veníamos y si no lo sabias, pronto te iba a enterar. Empezaron con “Knock Me Out” que fue como : “.. sean bienvenidos a la misa de vintage Trouble , agarrense fuerte que el espectáculo empieza “, una locura de principio a fin, derroche de energía por parte de Ty y es que no paro, es difícil describir todo lo que ocurrió, de repente se ponía a saltar a la comba con el cable del micro, como que se bajaba del escenario y mandaba a todos a arrodillarse , incluso creo que hizo el pino mientras que pasaba por encima del público.
Con la canción de “Everyone is Everyone” puso a todo el mundo a cantar, y es que si hay algo especial que tiene vintage Trouble es que te hace partícipe del show, después de un concierto suyo te das cuenta de la importancia y la grandeza del directo y más cuando se trata de bandas de este tipo donde su fuerte está en el cara a cara con su público. Con su mezcla de rock-soul, blues, unos coros gospel y la imponente e incansable presencia de Ty hicieron vibrar a todo el público asistente. Alguien me comentó que era la banda favorita de una tal Martin Scorsese, no sé si será cierto, pero de ser así, es entendible después de asistir a un concierto de Vintage Trouble. Se despidieron con “ Blues Hand Me Now” con el que pusieron punto y final a esta edición del Black is back, dejando el listón muy alto.
El Black Is Back Weekend es uno de esos festivales hechos por y para amantes de la buena música, cabe destacar la buena acústica del recinto, la localización y sobre todo el trabajo de quienes hacen posible el festival. Si hay algo que me hace especial ilusión de un festival es la presencia de los más pequeños, y es que en esta ocasión, no solo están permitido ir con niños, sino que tenía acceso gratis los menores de doce años, esta gente se preocupa de cuidar a las futuras generaciones, educando con buena música y con buen gusto.
¡Nos veremos en el próximo Black is back!
Texto: Luis J. Cordova
Fotos: Luis J. Cordova
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