Rufus T. Firefly (La Riviera, Madrid)
El pasado fin de semana, en Madrid, un par de miles de afortunados hemos podido disfrutar de uno de esas citas imprescindibles para todo buen amante del rock y la psicodelia más exquisita. El concierto de la mejor banda nacional del momento, Rufus T. Firefly, en la Riviera era un motivo más que justificado para anotar en rojo la fecha del sábado 13 de abril y dejar las citas lascivas para horas más intempestivas en la capital del reino.
La banda madrileña ha logrado confeccionar durante los últimos años una pieza conceptual dividida en dos partes, Magnolia y Loto, que se impregnan mutuamente y cuya trascendencia artística les ha catapultado hacia una mayor fama a nivel nacional. Un trabajo artístico que, como ellos mismos dicen, declara un alegato en defensa del arte, el amor y la naturaleza.
Su concierto en la Riviera fue especial. No era solamente el cierre de una gira, sino también de una etapa artística e incluso vital de Víctor Cabezuelo, el vocalista, y Julia Martín, la baterista. Por ello, para tal especial ocasión contaron con invitados de lustre, como la vocalista de Morgan, Caroline de Juan, Alice Wonder, el guitarrista Manuel Cabezalí, Julian Maeso, la diva pop Zahara o Penny Necklace, que ejercieron de teloneros.
Antes de empezar, observamos como un largo texto de agradecimientos, digno de cualquier entrega de Star Wars, se iba proyectando en el telón de fondo del escenario. En él, iban apareciendo los nombres de todas las personas que habían ayudado a la banda a lo largo de más de una década y agradecieron al público allí presente todo su apoyo y cariño recibido.
El show se dividió en cuatro actos, cada uno de ellos con un hilo argumental coherente con las canciones que iban a interpretar. En el primero, titulado Que el bosque muerto despierte, la banda tocó temas como Tsukamori, con el que abrieron el concierto, –O–, Demogorgon, donde viajamos sensorialmente hasta el pueblo de Hawkins (Stranger Things), Cisne Negro, Druyan & Sagan y una inesperada cover de Midori a cargo de Alice Wonder sola al teclado. Desde el primer momento los de Aranjuez lograron transmitir un sinfín de sentimientos e ideas a través de la química artística que se genera entre Víctor y Julia en los directos.
Se ha levantado una flor de loto, el segundo acto de la noche, se inició con El Halcón Milenario, tributo al frikismo noventero y que dio paso a uno de las canciones fetiche de Rufus T. Firefly: Loto. Ritmos sesenteros con claras influencias pinkfloydianas. Luego llegaría el turno de Espectro, Un breve e insignificante momento en la breve e insignificante historia de la humanidad y Última noche en la tierra antes de superar la hora de concierto y cerrar esta segunda parte del show con la colaboración de Nina de Morgan, en Demerol y piedras.
Con una cover del maravilloso Lucy In The Sky With Diamonds de The Beatles, Rufus T. Firefly afrontaban La locura del diamante, el ácido y la felicidad, el tercer acto de su actuación, con Cabezuelo en una de sus mayores cotas interpretativas de la noche, como si estuviese poseído por el espíritu de John Lennon en plena época millennial.
Tras Cristal Oscuro aparecería en escena otro de los invitados especiales de la noche. El mítico Julian Maeso, ex miembro de la banda The Sunday Drivers, se haría al mando de los teclados durante San Junipero, uno de los temas más introspectivos y lisérgicos que uno se puede encontrar en toda su discografía. Una reflexión de la realidad con altas dosis de ácido y que nos retrotrae a una de esas jams improvisadas tan características de grupos de los sesenta y setenta. “No me despiertes, la verdad solo existe si lo crees”. Con la emotiva Canción Infinita interpretada a dúo por Zahara y Manuel Cabezalí ya habíamos superado la hora y media de concierto.
El concierto en la Riviera era muy especial para Rufus T. Firefly, era un adiós emotivo y agradecido y así lo sentimos aquella noche, cuando se estiró el setlist muy por encima de lo que nos tienen acostumbrados. El último acto de la velada, titulado Dentro del corazón de una magnolia, arrancaría por todo lo alto, con dos de las canciones más representativas y aclamadas por su público más acérrimo, Pulp Fiction y Nebulosa Jade. Precisamente durante esta última se vivió el momento más mágico de la noche, con toda la sala recitando al unísono cada uno de los versos de la canción. Emotivo. Poético. La mejor canción lisérgica de amor jamás escrita en castellano. “Pudiste con el mal que quería comerte, luchaste como Arya Stark, y de tu cicatriz nacen flores lisérgicas, que me llevan al más allá (…) Eres la guitarra que llora de Harrison, la psicodelia de Pink Floyd, eres la pegada de John Bonham, eres la voz de Thom Yorke”.
En el tramo final del concierto, la banda reservó algunos de sus temas más conocidos, como Río Wolf, Magnolia y Final Fantasy, en un final de fiesta donde las tripis y el soma parecía estar instaurado en el público de un concierto que pasará a la historia de la música independiente en España. Crónica de un viaje lisérgico de más de dos horas. Larga vida a Rufus T. Firefly.
Fotos: Janet The Planet
Debe estar conectado para enviar un comentario.