Boss Hog (Palacio de la Prensa, Madrid)
Jueves 14 Junio 2018, 21:00
Lugar: Sala 0 Organiza: SON Estrella Galicia
Rock en vena, así podríamos definir la filosofía y la música de Boss Hog, el mismo rock en vena que se llevó de una sobredosis de heroína a su primer batería Charlie Ondras, en una escena, la de finales de los 80, en el que la música aún no se había ablandado, y en el que la transgresión y las tribus urbanas aún estaban definidas con gente como J.G. Thirlwell, Roli Mosimann, Steve Albini ( ahora nuevo millonario al ganar el premio mundial de póker) o Jim Sclavunos que renovaron completamente esa palabra tan ambigua llamada rock, u otros rockeros suicidas como Pussy Galore de los cuales Boss Hog fueron miembros periféricos exceptuando a Jon Spencer que era miembro fijo.
Mucho se puede hablar de la fructífera y revolucionaria escena underground neoyorkina y de uno de sus templos, el CBGB, donde se congregaban los parroquianos que habían vendido sus almas al rock, pero vamos a hablar del concierto de la pasada semana que nos trajo a Boss Hog en una gira española llamada “Boss Hog Invade España”, con 4 álbumes y uno con éxito cuasimundial, el “Whiteout” del año 2000 , retirándose luego para disfrutar de los royalties como buenos rockeros hedonistas, y 17 años sin sacar disco desde su éxito, no fueron un hándicap para que Boss Hog se haya quedado en la retina de los amantes del rock independiente que no suena a forma musical estandarizada.
Con unos timbales sonando como los del recientemente fallecido batería de The Cramps con 60 años, y con un teclista de cara mefistofélica tocando con una mano de lado y mirando al público, empezó el salvajismo rockanrolero de “Devious Motherfucker”, con Cristina Fernández, que por cierto es de origen cubano-español, con los ojos manchados de negro como la protagonista de Mad Max ‘Fury Road’, y un traje con plumas de cuervo se abalanzó la banda sobre el escenario con Jon Spencer increpando al público con insultos para calentar.
Siguieron con el tema “Winn Coma” que podía haber firmado Iggy Pop: Nothing to lose
I got nothing to lose … Prosiguieron con temas de hardcore rock pegadizos como “Black Eyes” en la que las voces se confundían con los efectos de las guitarras y resultaba hechizante sin saber de donde venían bien los tiros.
Canciones algunas que sonaron como si Fugazi bebieran whisky y comieran carne, ¡¡¡Madrid, qué pasa!!!, metía Fernández en las letras como un estribillo más. Uno de los secretos de la música de Boss Hog es que todas las canciones suenan diferentes y andan cohesionadas con un resultado explosivo en que siempre puedes identificar a la banda a pesar de tener hasta más de tres cambios en sus temas, el emocionante factor sorpresa…Los ritmos variaban, el teclista que parecía familia de Anton Lavey pero que en cambio se llama Mickey Finn hacía sonar al teclado de forma death rock, cambios inesperados y siempre sin desentonar, en lo que se suele conocer como estilo.
Cristina Fernández con una X en la rodilla como los antiguos músicos de hardcore se movía más que una culebra por el pequeño escenario del Palacio de Prensa, sala oscura y acogedora de forma redondeada con sillones de terciopelo, los extraños wah – wah de Spencer que ejecutaba sus poses rock cayendo casi de rodillas al suelo, y los coros a gritos con Hollis Queens, la baterista, te dejaban noqueado junto a gruñidos y jadeos propios de Solomon Grundy el zombie del “Pantano Matanza”.
Hubo un dueto de los enamorados Spencer & Fernández, una balada incluso o algo parecido, y resaltar otra vez, el teclado – theremin de Finn. Ineludiblemente sonó el tema “White Out” con algunos samples incluidos, la única artificialidad del espectáculo y una ristra imparable de bises de algunos de dos minutos o menos de duración que dejaron al público electrificado, además las subidas y bajadas de Fernández al suelo de la sala para bailar y gritar con su público entre almohadillas despegadas de altavoces que dejaba atrás en el escenario junto a su banda, gracias a ese estilo musical inmortal llamado Rock & Roll.
Texto: Sebensuí A. Sánchez
Fotos: Ana E. Sánchez
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