Corcobado (Teatro Lara, Madrid)
Corcobado en Madrid
Jueves 23 de Marzo, 22h
Organiza: Son- Estrella Galicia
Teatro Lara – Sala Cándido Lara, Madrid
Hacía 7 años que Corcobado no presentaba un larga duración en solitario, aunque su vida artística está en continuo proceso demiúrgico, y de vez en cuando le podemos ver en la ciudad que le vio crecer, con alguno de sus proyectos. El día 23 de Marzo fue un día extraño en Madrid, se preveían lluvias y al final terminó nevando en la ciudad. Robert Anton Wilson y W. S. Burroughs habrían encontrado extrañas sincronías en ese día por la filia que tenían con el número.
Conjuros nucleares aparte, la pasada noche del jueves fue la presentación de “Mujer y Victoria”, otro himno a la vida por parte del artista, regado de pasión, estridencias, melodías, secretos, magia cotidiana, amor y cada vez menos odio en su madura discografía. El concierto, de hecho, empezó con una de sus nuevas canciones “No Odio”, una inquietante introducción con sorpresivos ataques relámpago de guitarra, por parte de Juan Pérez Marina, un virtuoso del anti-guitarrismo que dará mucho de que hablar en el futuro, y que también se le puede escuchar en su proyecto Cartografía Del Ruido. Platillos en tensión de Jesús Alonso, para terminar en la canción con Corcobado saltando de rodillas sobre el escenario, en una paradójica canción contra el odio pero fabricada con la energía del mismo en alquimia inversa.
Siguieron con “A Nadie” la desoladora biopic de un dios hastiado, donde el crooner se golpeaba el cuerpo con las tablas sin inmutarse. Sólo el amor puede existir en esta vida mágica….porque “Sin Corazón No Hay Nada”, “Canción del Puerto”, no me hables de oro y plata, si me dejas entrar te amaré mejor que Dios…. Canciones románticas llevadas casi al extremo en las que la voz se usa casi como un embrujo… bohemia, mar, y lejanía, en las que es normal que suene en su repertorio “La Bohème” de Charles Aznavour, todo acariciado con la melódica de Julián Sanz. Ternura más cercana hubo con la canción “Niña Preciosita” dedicada a su hija pequeña para un futuro próximo en el que la escuche con plena consciencia adulta, mientras cantaba hizo con la mano el tamaño de la niña que le llegaba por la cintura, la canción que interpretaba llevaba un ritmo de bossanova y unas luces rojas del hermoso Teatro Lara construido en 1879 de decoración italiana, perfecto para tan elegante ocasión, adornaban la música.
Vuelta a la melancolía con la canción “Labios Rotos” ya vuelvo con derrota a mi casa, mi casa tan lejos de ti (…) creció mi amor en tus ojos, ojos que quiero olvidar, estrellas con sangre en sus filos, sangre que en tu alma quedó. Tras esto el micrófono retornó al suelo. El público de Corcobado fue completamente agradecido y entregado, además de heterogéneo. Tras el melodramatismo nos sumergió Corcobado en el reverso de su extraño universo cronenbergiano con la canción “Apotemnofilia”, en el que va haciendo un repaso a enfermedades raras, tanto a los que sienten placer con las descargas eléctricas que provienen del cielo como las que se descargan directamente al cuerpo unas personas a otras, en la parte del tema que dice “Vampirismo” se monta un caos sonoro…de película…y en la que se oye un bajo especial en este rock enfermo y subterráno por parte de un antiguo componente del grupo La Muñeca de Sal, Sergio Devecé, que llevaba una camiseta de The Cure del séptimo l.p. “Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me”.
La canción “Apotemnofilia”, con guitarras de rock and roll antiguo, sucio y malvado y lleno de coros gritones por parte de Julián Erizonte, mientras tocaba el órgano de pie y Corcobado de rodillas rezando con los ojos cerrados: “Ave María Purísima, sin pecado concebido, hoy me quiero confesar”, demencial. Seguimos con otra de sus canciones más tremendas, y sin respirar de la anterior, como fue “Si Te Matas”: Si te matas, brinda tu suicidio al miedo. Si te matas, reencárnate en susurritos de sangre. Si te matas, no me beses antes porque sino yo también moriré. Si te matas, ahora que lo pienso, mejor mátame a mí antes porque después de ti no sé si seré capaz. Si te matas, no vendrás de ningún sitio. Siguiendo con el bloque killer del concierto, era el turno de una canción de irónico título dedicada al “Bienestar”: El anciano estaba inyectándose oxitocina para volverse a enamorar (…) aterrorizado de su vejez….Y de cómo convertimos nuestra vida en un desastre por un inalcanzable bienestar…sin saber cómo pagar el próximo mes el alquiler y haciendo de lo que nos guste nos guste…Una canción atemporal, para los que vivimos el terror futuro. En otro de los gestos, donde Corcobado representaba la canción que interpretaba, hizo el símbolo de la castración. El bajo se quedaba en el aire y se oía sólo la palabra Bienestar…con voces monstruosas y temblorosas. Ha llegado el momento de repartir vino entre los músicos.
Ahora un clásico de 1989, “Sangre De Perro”, canción road-trip que clama al cielo, coros salvajes que le daban vida al título, efectos desconcertantes, una canción que nace en una tormenta, en la parte donde dice “lágrimas” repetidas veces, le puso el micro al público para el desahogo colectivo, luego se marchó del escenario y dejó a la banda en su aquelarre eléctrico.
Las nubes debajo, la altura es risueña, desde la ventanilla del avión contemplo los destellos borrachos del suelo lejano en la noche…Volando en la victoria, de la mujer será la victoria…y gobernará el amor…Todo esto con música desafinada, campanillas, samples, loops, dándole torsión a la realidad en la canción “Mujer y Victoria”, innegables aires de “An American Prayer” de Jim Morrison que marcó todo un estilo de dicción hasta hoy. El concierto fue dedicado a los padres de Corcobado, Javier Pérez Piñeiro y Pilar Corcobado. Un momento crucial del concierto fue cuando Corcobado preguntó ¿Qué es la libertad?. Y ya todos sabíamos que es la cárcel más grande de todas las cárceles; se rompió un parche de la batería pero todo sonó fenomenal, Jesús Alonso, especialista en devorar baterías.
Saliendo de las profundidades del Mar Negro oímos algo festivo “Alegría de Amor”, girando Corcobado el micro en el aire y dando la sensación de que estábamos jugando en un circo o en un carrusel mareado. El público se puso muy contento con esta canción. Luego tocó una de las canciones preferidas de mi madre “Amigo” de Roberto Carlos, que definió como la mejor canción dedicada a la amistad y que nos dedicó a todos nosotros.
“Caballitos de Anís”, extraña alabanza a la vida y la muerte que podía haber firmado Dylan Thomas por su forma de morir, y que es un todo un homenaje al amor y la muerte en clave surrealista mexicana por momentos, Corcobado bajó del escenario y empezó a levantar a todo el mundo de sus butacas, un momento hermoso en que gentes dispares bailaban, un chico vestido de steampunk con sombrero y gafas de aviación, y el hijo de Nacho Laguna con la mujer de Corcobado, entre otros. Los asistentes quedaron excitados y eufóricos tras esta canción que destruye los secretos de la muerte e invita a amar sobre todas las cosas…un parón donde dijo Corcobado 1,2,3…¡Ruido!….y siguió el estridencialismo…
Sonó un clásico del “Tormenta de Tormento”, la canción “Herida Luna”, una canción siniestra de cowboys zombies cantando a la Luna, donde se oye un órgano de boca. Era el turno de ir terminando casi, con la canción “El Extranjero y Su Cicatriz” de su último disco, para recuperar otro tema antiguo “Lluvia” donde la mano de Juan Pérez Marina desaparecía. Música mexicana con José Alfredo Jiménez y “Un Mundo Raro” di que vienes de allá de un mundo raro, que no sabes llorar que no entiendes de amor y que nunca has amado. Gracias Corcobado y cía. por dejarnos amor del bueno en estos tiempos tan fríos.
Texto: Sebensuí A. Sánchez
Foto: SON Estrella Galicia