Winter Severity Index + Muerte Mortal (Wurlitzer Ballroom, Madrid)
Winter Severity Index (Ita)
Muerte Mortal (Mad)
Wurlitzer Ballroom
Fecha: 3 de Marzo, 22:30 horas
El apropiado telonero de esa noche fue Muerte Mortal, que al igual que el cabeza de cartel eran dos chicas y un chico, Muerte Mortal, es un extraño grupo con un extraño sentido del humor. Finalistas del Proyecto Demo de Radio 3 y con un LP en su haber, practican un pop rock psicotrónico divertidamente oscuro. Comenzaron con su hit del que tienen un videoclip “Gritos”, nunca distingo si es un vagabundo o un moderno, grupos de chicas afterpunk ochenteros como Monaguillosh flotaban por el aire. La batería Leti Mortal llevaba una fantástica camisa de lentejuelas con un ojo llorando, canciones con sonoridad oscura y ruidos desconcertantes por parte de Fer Mortal con sus guitarras ruidosas y sus efectos, contrastan con letras costumbristas como “En Mi Pueblo”, sobre una chica que se viste de bruja para llamar la atención pero no lo consigue. Tras algunos ajustes de la batería tocaron la canción “Genio”, canción que iba de rápido a lento y de más lento a más rápido en una suerte de ritmos inversos. Muerte Mortal tocaron unas 9 canciones, más de las 7 que se escuchan en su primer LP. Fabulosa banda madrileña que nos trae lo mejor de una época en que todos éramos niños raros que veíamos La Bola de Cristal, igual que ahora.
Y ahora directamente desde Roma, Winter Severity Index, que vinieron a comprobar cómo está la severidad de este invierno, más alta de lo normal, Julio Ruiz las estuvo entrevistando en Radio 3, dato de lo más curioso, pues a día de hoy, la música gótica sigue siendo algo marginal y hermética en sus circuitos. Con frases luminosas como “There is nothing worse than being a human being” y unas visuales mágico-poéticas-expresionistas en blanco y negro, comenzaron a tocar con un tema llamado “Bianca” de su agotado existencialmente al igual que su música “Slanting Ray”. Música que desde empieza sabes lo que te puedes encontrar, la mejor etapa de The Cure, cuando hacían unas canciones que eran una genialidad del alma, pero que no dan ninguna tregua a algún colorismo pop del que algo dejaban filtrar los ingleses. Un bajo nervioso, guitarras chillonas y a su vez apagadas, como las que sonaban en el primer LP de Dead Can Dance. Tras esta introducción, hubieron problemas técnicos que produjeron un largo parón que afortunadamente se terminó solventando, pero que con la ayuda del simpático bajista con cola mohicana amenizando se hizo menos tortuoso, agradeciendo entre vítores el público el retorno del sonido. Siguió el tema “Athlete” de su último disco “Human Taxonomy”, canción de bajos mareados y enfermos para narrar deportivamente como la vida es una carrera de ratas sin sentido donde los egos se imponen para obligarte a seguir corriendo igual que ellos hacia el vacío.
Siguieron con “A Quiet Life”, y con más lobotomía visual con frases como “i love you-i hate you-i kill you-he loves you-she cares-this is love”. Mandalas oscuros que se abren como cristales rotos en la pantalla de cine, en una sala prácticamente llena esa noche con gente de edades variopintas.
Posturas hieráticas por parte de la teclista, Alessandra Romeo con un Korg, elemento indispensable para esta música, bajos graves de Marco Caterpillar, caja de ritmos vintage, las guitarras y la voz cavernosa de Simona Ferrucci. Las imágenes inquietantes mostrando un universo de magia, misterio, dolor y perfección geométrica donde alguien hacía dibujos con hilo y tiza, como los antiguos profesores de dibujo técnico dibujaban en sus pizarras, las audiovisuales parecían además, viejos filmes de stop motion checo con relojes dando vueltas, y las voces andróginas de Simona que cambiaban de masculino a femenino.
La esquina de la Wurlitzer estaba descascarillada por el rozamiento de los mástiles de los instrumentos, cosa que le daba un punto, a esta música que trata de voluntades arruinadas como en “No Will”, algún tema terminaba apasionadamente con una voz elevada a lo brujeril. Hubo un momento en las audiovisuales con “The Brightest Days” que tenían de fondo un bosque, reflejándose en sus caras las ramas y troncos de los árboles. Con la canción “Compulsion”, nos mostraron unos textos donde se decía que el 3% de la población padecía de carácter compulsivo, tanto niños como adultos, “We toss our bodies/against each other /like in a car crash/and we call it love, and we call it life, when it’s only/compulsion”. “Drums Of Affliction” canción que repetía continuamente The dance, the dance…invitación al baile en la fiesta de un funeral. Del mismo disco tocaron “Waiting Room”, que tenía un teclado en plan cantata profana (aaaaaaaaaa). Una chica gritó en italiano en la sala “Il sole fa merde ma è bellisimo”.
Muchos hexágonos en la pantalla, hexa, que proviene del griego seis y que tiene la misma etimología que hexen en alemán que significa bruja, triángulos concéntricos invertidos formaban pirámides infinitas delante de nuestros ojos. La fría caja de ritmos parecía hacer bailar a unos amantes que soportaban el equilibrio del uno y el otro al tanto que dejaban una estela como una senda. Música trágico-emocional, el pelo de cuervo Simona Ferrucci negaba nuestra vista. Un momento de sincronía entre música e imagen, al caer una piedra negra en el agua justo en el momento del golpe de la percusión, “Backstroke”, “5 AM”, “A Sudden Cold”, o el himno del grupo “Severity”, fueron muchos de los temas que sonaron. También hubo uoooohhhhsss, uohhhhhss, siouxsianos que tan cargados suenan de erotismo como de paganismo con la energía psicosomática de la música que te dice y te crea lo que piensas y sientes en ese momento.
Ferrucci dejó la guitarra en el suelo para dedicarse sólo al micro, y también poder mover un poco el esqueleto junto a los otros músicos. La Dama Se Esconde en 1985, Flores que se abren como las piernas de una bailarina, Robin Guthrie sobrio, todas estas sugerencias y muchas más iban desfilando entre imágenes, música y puesta en escena. Se pidió el bis, en el que sonó un tema pagano de cantos y experimentación, con los músicos de rodillas en el suelo, manejando efectos, para terminar finalmente su actuación con unos besos en los labios por parte de los músicos entre sí, dándose por satisfechos banda y público.
Texto: Sebensuí A. Sánchez
Fotos: Nerea G.
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