Zu + Afilador (Sala Moby Dick, Madrid)
Martes 29 de noviembre, 21:00h
Organiza: Giradiscos
Este martes hemos asistido a un concierto que hace honor al nombre de la revista, en primer lugar tocaron de teloneros los madrileños Afilador, una banda screamo de esquizorock con guitarras disarmónicas y una aguda patología evolutiva musical, como si Liars o Victims Family tocasen en una habitación acolchada, canciones cortas una tras otra “Moonwalk”, “Perrera”, “Parálisis”, “Anacardo”, “Riesgo”, “15”, “Grito”, “Fiesta”…todo títulos de una sola pieza en la que soltaban toda su mala uva y seguían tocando sin parar, donde el batería le daba a un cencerro como respiro y seguían así como si nada, atronando imparables guitarra, bajo y batería. Dos de los 3 componentes de Afilador son miembros de Doppelgänger, música electrónica que una vez los pude ver tocando en la calle en la esquina de un bar.
Guitarras rasgadas, contorsiones hacia atrás con la lengua fuera, un pedal que se da la vuelta y un asistente se lo coloca bien, y rasgando la guitarra con la púa con los 5 dedos. Gritos en estado de dementia praecox ininteligibles.
La batería no llegó a romperse porque ya estaba roto el bombo, nos ofrecieron algo del siglo XX, dijeron, para comprar llamado cassette para renovar la colección de cintas del Fary, ya que el vinilo ya ha pasado de moda y presentaron la banda estrella como Zu Atrapatu Arte por el título de la canción de Kortatu.
Las luces bajaron y la máquina de humo no paraba de nublarnos la vista, se acercaba el momento de comenzar el concierto de Zu, un trío que se formó en Italia y que cuentan con Tomas Järmyr como batería. Con unas luces rojas y una introducción misteriosa con el sonido de una máquina dentro de una fábrica humeante se oyó la voz mortecina del Tío Bill, William S. Burroughs, uno de los padres de la contracultura ,entre otras cosas, mientras se iban colocando en los instrumentos los músicos, decir que la batería de Serbian era una preciosidad estilo steampunk de madera achatada por el medio, la batería estaba colocada al borde del escenario frente a nosotros, Serbian se ponía de pie desafiante en plan os espera una buena.
Zu, es una de las bandas favoritas de John Zorn, el máximo representante del noise jazz y de músicas imposibles con el jazz de por medio, dedicado ya por último en su música a la mística judía con su sello discográfico llamado Tzadik que significa los justos o los santos, el curriculum de John Zorn daría para varios tomos… Massimo Pupillo hacía unos loops grindcore con su bass terror, para hacernos una idea de este sonido pensemos en Godflesh. La madeja del sonido se empezó a desenmarañar y sonaba esto como un jazzcore en el circo del terror gracias al saxo barítono de Luca Mai.
La batería es un instrumento que empezaron a utilizar los precursores del jazz y no podía ser menos en esta última metamorfosis del jazz que nos presentaban Zu, con una batera curvada con dos micros por encima llamada Serenity que tenía una clavija de afinación con alas como símbolo, instrumento que podía ofrecer cualquier cosa menos serenidad. En un momento de la actuación formaron un triángulo infernal con el batería delante y los otros dos músicos detrás en forma de V al revés moviéndose como péndulos al ritmo de los hachazos del sonido. Gritos de guerra por parte de Serbian era la única voz que escuchábamos en estas canciones para seguir con fuerza en esta batalla sonora, Serbian tenía que cambiar de baquetas continuamente puesto que quedaban peladas a punto de partirse e ir apretando las clavijas de los dos goliats que tenía. Por momentos parecía que viéramos a una banda de doom metal si no llega a ser por la aparente jovialidad que presenta el sonido divertido de un saxo. Música para beatniks metaleros.
El bajo de Pupillo de madera antigua parecía sacado de un sarcófago egipcio con los bordes que más bien semejaba un cuchillo sacrificial. Partes abstractas que siempre han simbolizado a la música jazz por lo que para muchos teóricos musicales pensaban que era el fin de la música a principios del siglo XX. El saxo dejaba el sonido suspendido en el aire con un ritmo tenso y repetitivo y luego caímos en la marabunta abrasadora del sonido que estuvo a punto de formar dos pogos entre el público, los aplausos quedaban ahogados, antes de que fuéramos aplastados por este martillo divino de la música, flotaba el espíritu de Mr Bungle por la sala, no es casualidad que Mike Patton haya colaborado con ellos y también ,claro, el holograma de Fantômas. Pupillo que se estiraba como un lagarto heavy sobre el escenario, terminó tocando prácticamente a ras de suelo algo que sonaba, no lo sé, era pegadizo, vamos a dejarlo en freak metal avant-garde.
Tras un interludio enloquecedor en el que se oían pájaros, volvieron al escenario a hacer dos bises, uno de ellos era de tal confusión que podía discernir con mis castigados tímpanos algo reconocible en mi delirio. El bajo no era un bajo, era un híbrido entre un trueno y una guitarra thrashcore todo esto sumado al esplendor extasiante que da el continuo sonido de los platillos de una batería y un barítono punk jazz que parecía un metrónomo humano. Una noche demoledora.
Sebensuí A. Sánchez
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