Route Resurrection: Max & Iggor Cavalera (Sala But, Madrid)
Route Resurrection: Max & Iggor Cavalera – Return to Roots (Madrid)
+ banda invitada: Crisix
Sala But, Madrid
7 de noviembre, 20:30 horas
La pasada noche del lunes fue un retorno a las raíces del metal, por un lado tocó la banda barcelonesa Crisix que hicieron un thrash metal primigenio o un ultra thrash como ellos le llaman que con toda la potencia del sonido del siglo XXI han hecho que el estilo esté igual de vivo que siempre, con chillidos agudos como los pioneros hacían por entonces, los cinco componentes no paraban por todo el escenario subiéndose por todos los lados, un espectáculo digno de Anthrax, cuernos señalando al público mientras seguían tocando con una mano, sacando lenguas perversas, guitarras en forma de rayos como por aquel entonces, gorras hacia atrás y bermudas como Scott Ian, el pie del micro lleno de cadenas, entregados al público y azuzándolo continuamente y lanzando su grito de guerra que era “The Great Metal Motherfucker”.
El cantante llamó la atención para que se formara un círculo entre el público, se bajó del escenario y se pusieron unos globos gigantes, retuvo a la gente para que no se abalanzaran, algunos del público ya estaban echando humo y empezó el corro salvaje, uno del público se subió al escenario para enseñar un tatuaje en la pierna, presumiblemente el logo del grupo. Puños en alto y todos “Hey!,Hey!,Hey!”, muy míticos. El guitarra mientras tocaba le dio un puñetazo al platillo, platillo que terminó sin un pedazo del mismo. Los globos dándonos en la cabeza como un macrofestival. En el suelo del escenario habían plataformas de metal, nunca mejor dicho, donde se subían a hacer solos con los bellos nombres de “Psycho” y “Crisix” en cada plataforma y girando sus cabezas en forma de hélice.
El público gritaba irónicamente ¡Más rápido! lo cual casi parecía imposible, y le ponía el micro con pie incluido estirado al batería para que cantase, el cantante también estuvo tocando con baquetas en un plato que le faltaba la cuarta parte y esto sería la parte final de un nuevo estilo que Crisix ha bautizado como ultrathrash y que se tiene bien merecido el nombre.
Ya faltaba poco para la gran banda brasileña, sobre el escenario la bandera de su país con el eslogan “Ordem e Progresso”, frase tomada del filósofo positivista francés Auguste Comte que decía « El amor por principio, el orden por base, el progreso por fin» , pensamiento ilustrado este que basaba el verdadero conocimiento en el conocimiento científico. Sobre el escenario llamaba poderosamente la atención un componente del staff que rondaba los 200 kilos con una barba con churro rastafari que por momentos creí que era Gordo, el cantante de Ratos de Porao, el bombo de Igor Cavalera tenía cuchillos y piedras aborígenes y el pie del micro estaba lleno de balas de metralleta.
Tras un interludio del “Demanufacture” de Fear Factory, un gran clásico del metal industrial, por fin salieron a escena los hermanos Cavalera, después de haber agotado todas las entradas la noche anterior en Bilbao y volviendo a agotarlas esa misma noche en Madrid, el concierto fue un tsunami que como pudimos, algunos que estábamos adelante, nos enganchamos a la gente de la primera fila o nos pudimos agarrar mínimamente al escenario para no ser llevados por la marea de sangre que fue el concierto donde los fotógrafos salieron despavoridos, el concierto empezó en riguroso orden con “Roots Bloody Roots”, Max Cavalera incitando a saltar, cosa que no hizo ni falta pues estaba todo el mundo ya saltando antes, Cavalera que llamaba cariñosamente a la ciudad Puta Madrid, nada de hacerle la pelota a la capital…en temas como “Cut- Throat”, hacía gestos de cortarse la garganta tatuada, a veces se quedaba ratos mirando al techo como si tuviera contactos con alguna entidad infernal o hacía gestos con las manos en alto recibiendo la energía del público que luego hacía explosionar mientras giraba y saltaba sobre el escenario con su aspecto de gurú brasileiro mezclado con militar de la selva, con sus peculiares ¡O Caralho!. En “Ratamahatta” hizo uso del berimbau, instrumento que lleva un caxixi, un cesto que lleva semillas dentro y la calabaza que hace de resonancia más el alambre atado a una caña de madera, Cavalera que dejaba muchas veces el micro solo, dejó que todos los asistentes cantaran una buena parte de los temas, este descendiente de los yanomami nos dejó asombrados en todo momento, sólo en un país exótico nace algo con un alma pura y diferente como esto, Sepultura cambió el metal imbuyéndolo de una espiritualidad indígena que nadie había hecho hasta ahora y con toda la fuerza de la sangre del Amazonas hizo que Occidente saliese de un estúpido cliché que basaba las bases del metal en el satanismo, un rayo de luz musical, y también de mala leche contra un estado asesino capitalista que tan bien cantó en temas de odio positivo como en el tema de “Straighthate”, o en otros temas de conciencia social como “Endangered Species”, canciones como “Lookaway”, un lento tema espiritual con partes rápidas donde sustituyó las onomatopeyas brujeriles selváticas de Mike Patton de Faith No More, Tomahawk o Mr Bungle con algunos ruidos extraños de su propia cosecha I look at you,you look at me, you look away, gritábamos toda la sala.
Las canciones de cantos ceremoniales de curación como “Itsari” o “Jasco”, Max, que entre los trastes de la guitarra tenía puesto SF (las siglas de Soulfly), nos invitó a una jam para la ocasión,creando un nuevo tema similar a estas canciones indígenas del “Roots”, esta vez tocando Cavalera un goliat con su hermano Igor Cavalera detrás, en una especie de batucada ancestral que hizo temblar la sala, Max con unas extrañas baquetas de aspecto aborigen que parecían varitas mágicas, en el momento posterior al silencio de los bises, Cavalera salió al escenario punteando nada menos que el “Supernaut” de Black Sabbath que también versioneaba Ministry en su momento, al final no tocó la canción del famoso riff, si no que se decantó por algo más brutal y oscuro como es el tema de Celtic Frost “Procreation Of The Wicked”, a la que siguió la canción más famosa de Motörhead, “Ace Of Spades” del reciente fallecido cantante Lemmy y del cual Cavalera llevaba una camiseta de su banda, Cavalera que animó a la gente que desahogase la fuerza sobrehumana que da esta música haciendo el pogo circular, lo cual parecía un rodeo americano pero sin tierra y las reses eran humanas, el público de los antiguos miembros de Sepultura no se cansó en ningún momento, nadie se quería ir una vez terminado el concierto al ver a una banda que lleva más de tres décadas marcando generaciones y con la que hizo confluir diferentes tribus musicales de gente que se pudo acercar al metal con un prisma diferente, sí, con el disco ecléctico del que celebraban el 20 aniversario “Roots” de 1996 y del cual vendieron más de 2 millones de copias y del cual también se podían ver hasta sus videos en programas de música de La 2, el concierto terminó con una versión en plan Extreme Noise Terror del “Roots Bloody Roots”, donde Igor Cavalera tocaba como si fuera Grindcore. Y este es un breve resumen de una noche donde no pude tomar notas, ya que estaba luchando por mi vida mientras gente volaba por encima de mi cabeza, como anécdota decir que Max Cavalera me escupió agua en el ojo y pensaba que me iba a quedar ciego porque tenía alcohol y la probé de lo que me quemaba, una falsa alarma de un concierto brutalmente inolvidable de una de las mejores bandas del metal y la música de todos los tiempos.
Sebensuí A. Sánchez
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