Mi Primera Vez … en el FIB
Acudir a un festival de música es algo que se ha puesto muy de moda. Unos días de música, fiesta, buen tiempo, estar con tus amigos, precios asequibles y lejos de casa han compuesto un cóctel de factores que ha atraído a muchos jóvenes. Para gran parte de esos posibles asistentes la música era un término secundario, ellos quieren fiesta. Ese no fue el caso para mí. Un estudiante universitario que llevaba varios meses ahorrando para poder disfrutar de la experiencia festivalera de la que todo el mundo hablaba. Con pocos conciertos a mis espaldas quería dar el salto al disfrute de tales actuaciones al completo. Después de este festival, mi primero, en menos de dos años he asistido a seis más; y los que me faltan. He adquirido una sed insaciable por los festivales que si no fuera por mi pareja (que tuve la suerte de conocer en este festival) no sería posible.
El FIB fue el comienzo de todo.
La elección de ir al FIB fue más o menos fácil. El grupo de gente que nos habíamos decidido iniciarnos en este mundo del festivaleo teníamos dos premisas muy claras para ese 2013: QOTSA y/o Blur. Ahí estaban nuestro must. Teniendo en cuenta que disponíamos de un presupuesto de estudiante (bien ajustadito vamos) premiamos la cercanía y el precio del abono. Teniendo al Primavera totalmente descartado por sus poco adecuadas fechas nos acabamos inclinando por el FIB. Algunos de los factores que nos ayudaron a decidir que esa fue la elección acertada es el “aura” que destila el FIB: esos míticos anuncios de los 2000’s, típicas batallitas que te cuentan tus hermanos, primos o amigos de éstos, y esas tardes de verano pegado a la tele con un FrigoPie en la mano viendo los reportajes del FIB en el telenoticias. Todos estos factores no hacen nada más que subirte el hype como la espuma. Y que cojones. Fiesta, guiris y soltero, pensé. Mejor combinación imposible.
15 de Julio de 2013. Llega el día para la partida. Decidimos ir desde el principio para aprovechar al máximo la experiencia festivalera y poder ligar más. Llegar a Benicàssim es fácil. La estación de tren te deja relativamente cerca del camping y en coche desde Barcelona son unas tres horas. Si se va en coche, es bastante recomendable echar un ojo a los horarios de llegada de los trenes. Os podéis ahorrar una buena cola durante el cambio de pulsera y espera para acampar que bueno, estando a más de 30ºC al sol, se agradece. De esa me libré yo por media hora. Una vez con la pulsera ahí nos encontrábamos, dos chicos y una chica de Barcelona entre cientos de personas pálidas que no paraban de decir “Cheers mate” y de llevar palés de la birra más rancia que te puedes echar a la garganta.
La zona de camping consiste literalmente en un secarral con cuatro sombras contadas. En la entrada algunos puestos de merchandishing y ropa, taquillas, un puesto de asistencia médica, carga móvil, un “bar” y una carpa en el que desde el inicio pareció ya el punto de encuentro, botellón y ligoteo de mucha gente, además del vertedero oficial del camping. Ni se os ocurra ir descalzos por ahí.
En la zona del Campfest en la que me encontré había dos zonas con una batería de PolyKlins los cuales era mejor usar a partir de las 11-12 cuando ya los habían limpiado. Antes corres el peligro de morir asfixiado. Luego están las archiconocidas duchas,esas duchas que deben esconder más de una historia interesante. Al primer día maldices y al segundo adoras por su agua helada.
El resto del camping consiste en tiendas de campaña bien juntitas, latas y botellas de alcohol de dudosa reputación y guiris y sandías madurando al sol por igual. Como todo camping de la costa de Valencia a las 8 de la mañana eso ya es un hervidero,de ahí el agradecimiento de las duchas glaciares. Leyendo esto algunos pensaréis que acabo de describir el típico campamento de película americana al que nadie quiere ir, que eso es un infierno, y te preguntas: ¿por qué la gente habla tan bien del camping? Llámalo como quieras, pero todo el Campfest tenía un aura de buenrollismo especial. Aquí todo el mundo venía a pasarlo bien y disfrutar. En las noches pre-festival puedes pasar grandes momentos, conociendo gente tan excepcional como divertida que en el recinto no tendrías la oportunidad de conocer -mención especial a nuestro grupo de vecinos de Madrid, que venían de novatos como nosotros, y entre los que se encuentra mi actual pareja, Lucía-. Y es que llevarte bien con tus vecinos de tienda es lo mejor que puedes hacer, un win-win en toda regla. Primero porque te libras de cualquier gamberrada, si les caes bien no te la van a liar en tu tienda. Y segundo porque entre tus vecinos seguro que encontrarás a alguien que prefiera ir al concierto de rock progresivo de las 2AM en vez de ver al Dj de EDM. Otro punto positivo del camping, es que los británicos tienen muy poco fuelle y a eso de las 3-4 de la noche ya están durmiendo la mona, en comparación a muchos porculeros españoles que te encuentras gritando a pleno pulmón a las 6 de la mañana y te roban tus pocas pero preciadas horas de sueño. Aunque lo mejor de todo del Campfest es la localización, a escasos 5 minutos del recinto.
Para llegar a la playa necesitas caminar mínimo media hora al sol, momento ideal para ponerte moreno antes de irte a dormir bajo una palmera. Lo dicho, la experiencia Campfest no tiene desperdicio y no serás un true Fiber si no la “sufres” al menos una vez en la vida (si vas querrás repetir, no lo dudes).
Benicàssim ya tiene años de experiencia alojando este festival y se prepara concienzudamente para la llegada de los pálidos, hambrientos y sobretodo sedientos visitantes. Gran número de supermercados en los que nada más entrar te encuentras palés llenos de botellas de los destilados de la calidad más cuestionable; para comer barato es la mejor alternativa. Luego si tienes un poco en estima a tu cuerpo en todo el pueblo podrás encontrar varios bares y restaurantes ofreciendo menús a precio razonable, además de unos preciosos baños limpios y enchufes. En la playa los primeros días uno va a divertirse, tomar algo, jugar a palas, bañarse, tomar el sol, etc…. Y en los últimos vas a buscar desesperadamente un resquicio de sombra con tal de dormir al menos media hora. Si quieres disfrutar de la playa tranquilamente huye de la playa del torreón, es donde se encontrará medio festival. Si quieres ir a ligar, ya sabes donde debes dirigirte.
Pasan los días de pre-FIB y llega el momento clave, el del inicio del festival de verdad. Llevas tres días tostándote al sol y durmiendo menos de cuatro horas diarias y justo AHORA empiezan los conciertos. En ese momento piensas: “¡¿Por qué se me ocurriría a mi llegar tan pronto?!”.
Era un novato con muchas ganas de mi primer festival y de ver a QOTSA por primera vez en mi vida y me acababa de marcar una siesta en la playa que me supo a gloria. Así que ahí estaba alrededor de las 19 esperando para entrar al recinto con un objetivo entre ceja y ceja: primera fila.
Después de una carrera en la casi consigo que mi experiencia festivalera sea efímera conseguí dicha primera fila y por suerte disfrute de uno de los mejores conciertos de mi vida. Respecto a la primera fila tiene dos ventajas: tienes una barra donde agarrarte y los seguratas te van dando agua.
Lo que dicen del sonido de este festival no es mentira. De lo mejor del país de largo cosa que he podido comprobar en el futuro. En el recinto se está cómodo. Puedes desplazarte entre los tres escenarios principales sin agobios, bien de baños y con los puestos de comida de todos los festivales (estos sí que se repiten más que Dorian y Supersubmarina entre los carteles del estado). También si en ese momento no hay ninguna propuesta musical que te interese hay una carpa que siempre está a rebosar en la que pinchaban hit tras hit. Como punto negativo destacar los precios, donde una cerveza pequeña te costaba 3€ y un mini 9€. Un buen sablazo. Por eso no era de extrañar viendo gente en el camping o en las afueras de la entrada apurando el botellón hasta el último momento.
Respecto al público inglés, no san tan irrespetuosos. No se pasan los conciertos hablando como algunos españoles. Eso sí, en cuanto se animan y se lo proponen parecen sacados del FIFA 2000, no existe obstáculo ni barrera humana para ellos. Quieren vivir el concierto desde las primeras filas y lo van a conseguir cueste lo que cueste. Si te encuentras en una marea así solo puedes hacer dos cosas: huir o unirte a ellos. Aunque a veces se pasan de la raya, les importas un pito. También pueden sorprenderte. Si te cae un vaso de cerveza a la cabeza, REZA por que el contenido de este esté frío.
Una vez terminado el festival, después de volver a dormir una mísera hora o directamente nada (hay que aguantar hasta el vals del cierre del recinto), las sensaciones están a flor de piel. Te despides de los amigos que has hecho y que probablemente no volverás a ver en tu vida, aunque os prometáis regresar al año siguiente. Hay excepciones claro, pero en ese momento no dejas de tener ese sensación de como si se rompiera un lazo muy intenso. Y es que el FIB es el FIB, y lo demás son festivales.
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