Crónica: Novena edición del SOS 4.8, que finaliza con sensaciones encontradas
Por un lado y como notas negativas podríamos destacar una campaña de comunicación cuestionable para uno de los carteles más flojos, siendo la no inclusión de Jack Garrat (propuesto en el invento llamado UK Calling) lo más sangrante. La falta de grandes nombres que ha tenido la edición fue una de sus mayores críticas, así como una cantidad de baños limitada, una defectuosa planificación en la concepción de los aperitivos de éste año (consiguiendo que el concierto de Kiko Veneno durara apenas cuatro canciones), y un aumento del precio de los tokens.
El cambio más destacable ha sido el cambio a dos escenarios principales alternos, cosa que honestamente ha reducido los solapes permitiendo que se pudieran ver casi todos los grupos grandes. La única pega, que en ocasiones el intercambio entre los escenarios coincidiera con parón también en el tercero; o la falta de alternativas que había a veces, quedando siempre, eso sí, el SOS Club por si no nos apetecía parar de movernos.
No menos cierto es también que entre tiendas, coches de choque y eventos varios siempre podías encontrar algo que hacer en el recinto sin aburrirte. Además, a ello se ha unido a una afluencia de público inferior, lo cual ha repercutido en que al menos los intercambios de pulseras o las colas para pedir o entrar al recinto hayan sido casi inexistentes. Unido a un cartel bastante festivo, todo esto ha dado como resultado un evento muy divertido, como cada edición, y quizá incluso más.
El viernes para servidor era el día más completo con diferencia. Cómo nos gusta sacar las gafas de sol y salir a tostarnos, siempre y cuando sea con gente tan bonita como Soleá Morente. Una propuesta entre el flamenco y el indie que nos cautivó y sonó de diez. Después de un merecido descanso y algo más de sombra decidimos asomarnos a Corizonas. Aun con la sensación que cada canción se parecía un poco más a la anterior, esto fue de esos shows en los que acabas moviendo la cadera aun no sabiéndote ningún tema. Disfrutables y muy entretenidos en un directo que saca mucho más brillo al trabajo de estudio.
Los siguientes en pisar el grande serían Mew, quienes decidieron sacar toda su artillería en forma de hit al principio; aunque, eso sí, se dejaron algún cartucho para la recta final en un concierto deslucido por la temprana hora que tocaron y por una banda en apariencia poco motivada. Toundra, sin embargo, sacaron a pasear toda la actitud que les faltó a los daneses poco después, y dieron un gran concierto de hard rock instrumental. Todo actitud pero falto de decibelios, como ya suele pasarles fuera de sala para llegar a ser realmente impresionantes.
Anochecía. Sería entonces el turno de los Manic Street Preachers, que venían haciendo un DLB de su disco “Everything Must Go”, lo cual hicieron religiosamente, tema por tema, dejando varios éxitos para el final en un concierto que sonó deslucido en general. Difícilmente se pudo apreciar ningún tipo de comunión entre el público y la banda (definitivamente del rol del público, especialmente de los VIPS, podríamos hablar tendido en otra ocasión), y en general pasó bastante desapercibido, lamentable sobre todo teniendo su condición de cabeza de cartel de la edición. Aun comedido, el papel de los galeses fue impecable, en una conjunción perfecta entre álbum nostálgico y hits de bandera y caderazo. 30 años a sus espaldas bien valen haber dado uno de los momentos más memorables de la historia del festival.
Después saldrían Love of Lesbian tirando de buena parte del disco nuevo, en el concierto que más gente reunió con diferencia. Una pena por otra parte la falta de alternativas musicales que había en ese momento, lo que me decantó por acercarme a las tiendas de restauración para la obligatoria parada en boxes antes de seguir con fuerzas renovadas para ver a Chvrches.
Y la banda de Lauren Mayberry fue la que me sorprendió especialmente, para bien, ya que después de verlos antes de que sacaran su disco de debut en FIB y Rock en Seine 2013, se les nota con muchas más tablas en el escenario y un sonido más contundente, unido a un segundo disco con temas tan pegadizos como los del primero, del cual se echaron en falta canciones. Como pude oir, tirando mucho de sonidos pregrabados, pero es que se dedican exactamente a eso, sí, a lanzar samples como la mayoría de grupos de electrónica que llevan ese formato. A mí desde luego no me importa.
Y llegaron entonces en el otro escenario León Benavente, que tocaron prácticamente entero su segundo disco, el cual la verdad sea dicho, me parece más bien normalito, tirando a poco inspirado. Pero lo bueno que tiene este grupo es que en directo defiende bien su propuesta y mantienen el final con “Ser Brigada”, sumando una buena cantidad de puntos para al menos, darle una oportunidad a su directo.
Fue el momento de Matt & Kim, que supuso la perfecta definición del festival: una propuesta divertida, sin muchas concesiones de cara a la galería. llena de artificios y coqueteando con el mainstream, por aquella versión de Umbrella de Rihanna, que entretuvo a los espectadores hasta altas horas. Aquello dio paso entonces a Addictive TV, que hizo otro tanto en su segunda aparición del festival, teniéndonos pegados mirando como música y pantalla se entrelazaban entre paso de baile y paso de baile.
El sábado The Libertines salieron bastante perjudicados, como mandan los cánones de la banda y a diferencia de su actuación hace un par de años en el FIB, e hicieron alguna versión deslavazada de la bamba con corte incluido al final de su repertorio. Simpáticos caraduras, pero con un repertorio bastante aburrido para aquellos que no son fans de la banda.
Antes de tal disparate saldría el indie (a su manera) de Amaral, una de las propuestas más criticadas y alabadas al mismo tiempo una vez nos encontrábamos en el escenario. Fuese por falta de propuestas (aunque los barceloneses Nueva Vulcano, os decimos, fue de lo más deslumbrante del festival) o por esa curiosidad morbosa que no sabes muy bien por dónde te viene, acabó siendo sin duda uno de los shows más concurridos de la edición. Uno no sabe muy bien qué opinar, pero al preguntar al fan medio sólo sale un: bonito. Mucho.
Después de este apunte cabe hablar de Of Montreal, quienes intentarían repetir su exitoso concierto del FIB, pero a los que ni el ambiente ni las formas les acompañaron. Aunque tiraron bastante de su gran disco “Hissing Fauna, Are You the Destroyer?”, sus temas no encontraron complicidad en el público, que se repartió bastante por todo el recinto.
Sin embargo Triángulo de Amor Bizarro salvó bastante el día, a merced de un sonido fuerte y una colección de temas que rivalizan con cualquier grupo español del momento, resultando bastante impresionante como llevan a cabo temas viejos y nuevos. Y es que el disco que salió editado hace unos meses es una auténtica joyita.
Quedarían para cerrar entonces Kostrok, que mantuvieron el tipo con un sonido electrónico menos pesado y cargante del que hacían gala en otras fechas; también The Martinez Brothers B2B Seth Troxler, aunque sinceramente al tiempo decidimos cambiar de aires para acabar cerrando el SOS Club, el cual se quedó pequeño bailando con los Dj’s del OchoyMedio, que pincharon temas más “de toda la vida”.
Texto: Ángel Rodríguez Ross y Laia Gibert
Foto: Laia Gibert