Mystic Braves + Los Volcanes (Sala Caracol, Madrid)
Como un Bloody Mary, el melón con jamón o la mantequilla de cacahuete con mermelada. Así de exótica se planteaba una de las primeras grandes giras post-veraniegas en nuestro país. Con nada menos que ocho fechas distribuidas por toda la mitad norte del territorio nacional, los maestros del psych pop californiano Mystic Braves se han unido a los maños Volcanes para dar lugar a una mezcla tan improbable como efectiva.
Si bien el nombre de Los Volcanes no es tan conocido como el de la banda alternativa de dos de sus componentes (Los Bengala), y llevan menos tiempo que otro de sus siempre interesantes proyectos paralelos (The Fire Tornados), Los Volcanes son quizá la apuesta más personal, arriesgada y trabajada de Borja Téllez y compañía. En ella pueden dar rienda suelta a la vena negra que impregna todas las aventuras de todos sus componentes, pero es que además lo hacen desde una intensidad y un respeto a los clásicos del soul que echa para atrás.
Borja, liberado de ataduras instrumentales se puede por fin convertir en el frontman definitivo que lleva dentro (aquel que algunos pudimos vislumbrar cuando se lesionó el brazo con Los Bengala). Por su parte, Guillermo Sinnerman ejerce de inmejorable escudero a la guitarra, mientras que Jota García, a la batería, Eduardo Pons, al saxofón y flauta, y Guillermo García, al bajo, cimentan la estructura sobre la que Téllez se luce a gusto.
Una hora de duración no es habitual para unos teloneros, pero lo cierto es que con semejante despliegue de voz y poderío, a ratos rythm’n’bluesero, a ratos puro James Brown, los zaragozanos dejaron un listón tan alto para el supuesto acto principal de la noche, que uno se preguntó incluso si no hubiera sido mejor dejarles a ellos el fin de fiesta, con una “Levántate” dirigida al ya muy numeroso público que llenaba la Caracol.
Pero no fue así, y por tanto con media hora de retraso respecto del horario previsto (achacable probablemente a que nadie se esperaba esa duración de la erupción volcánica) arrancaron Mystic Braves con “Under Control”, de su disco. Tras ella, fueron alternando repertorio nuevo (“The Great Unknown”, “Point of View”, “Can’t Have Love”) con otro más viejo (“Desert Island”, “Vicious Cycle”…), dejando extrañamente de lado su penúltimo disco, “Days of Yesteryear”.
De la música de los de Los Ángeles no vamos a añadir nada a estas alturas que no se haya dicho ya. Garage pop psicodélico sin pretensiones y con cierta pachorra, al más puro estilo sesentero y costa oeste de los Allah-Las. Píldoras de cuatro-cinco minutos imposibles de atragantar a nadie, y que tras un rato de hipnosis dulce incluso se vuelven bailables, o por lo menos, animadas.
Y sin embargo, faltó un punto de agresividad, o potencia, o improvisación, o mala uva, en el concierto de los Valientes Místicos. Una actuación impoluta pero sin un ramalazo que les sacase ni que fuera por un momento, de su propio ritual retro. Los fans que les viesen en directo por primera vez (como era el caso de muchos de los allí presentes), probablemente saliesen encantados ante un setlist variado y bien nutrido, que incluyó casi todos sus mejores temas (“Mystic Rabbit”, “Trippin’ like I do”, “Bright Blue Day Haze” como bis). Pero para el público que hubiese ido sin idolatrar a la banda, o para los que hubiesen visto ya a Mystic Braves en acción, apostaría a que echaron en falta aunque fuese una pizca de la energía que imprimían sobre el escenario apenas una hora antes sus colegas aragoneses. O, al menos, un guiño al público tocando su último single, compuesto en castellano.
Soul en castellano, con energía y un frontman espectacular, por un lado. Psych pop para toda la familia, instrumentalmente impecable pero algo carente de emoción, por otro. En conclusión, una propuesta tan bipolar como interesante, para dar comienzo a un otoño plagado de grandes conciertos de grupos grandes, medianos y pequeños en Madrid.
Texto: Diego Moral Pombo
Foto: Ramón Bravo
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