Don The Tiger (Suena Conde Duque, Madrid)
Ciclo – Suena Conde Duque
Sábado 23 de marzo, 20:30h
Con un bolero mexicano empezó el concierto de Don The Tiger, la canción “Bravo” que tan bien supo interpretar Corcobado y Cría Cuervos a principios de los 90 volvía a sonar como algo fresco y original en los labios de este singular intérprete en una versión algo más psicodélica que la de Cría Cuervos.
La música psicolatina de Don The Tiger desplegó su exótico manto con uno de sus últimos temas “Cantos al Aral menguante”, la exquisita música de Don The Tiger no hizo más que embriagarnos, música que en sus momentos más sufridos subía de intensidad y que fue acompañada por un multi-instrumentista extranjero llamado Andy S., la música de Don The Tiger podría llevar el subtítulo de Misterio En La Playa, ya que nos hacía bucear en playas imaginarias como si estuviéramos en un cómic de los años 80 en el que se mezclan aventura, surrealismo, intriga e imaginación, sonidos crepusculares con un sol frío acariciando nuestra piel perpetrados por teclados diminutos, claves salseras, y una preciosa guitarra Gretsch clásica americana.
La canción no sabemos si sexual o no se presentaba para peleas sin brazos ni piernas, con torsos… píldoras oníricas de expresionismo caribeño que a veces no llegaban a los dos minutos y que entre sonidos extraños fueron dedicadas a un compatriota nuestro que ahora vive en Guatemala como en el caso de “Taxi” una canción relajante, flotante, navegante y cremosa, con ese toque misterioso que tanto gusta a músicos como Marc Ribot, Mick Harvey, Rowland S. Howard, Kid Congo Powers, These Immortal Souls, o Nikki Sudden…Una elegancia decadente que Don The Tiger sin pronunciar la “c” para adaptarse mejor al carácter latino de su música nos adentraba machete en mano por selvas desconocidas con calaveras brillantes custodiadas por algún culto perdido mientras sonaba algún disco de Yma Sumac imitando animales salvajes.
Un saxo que sonaba con el teclado, letras con cabos sueltos, expresiones sudamericanas, improvisación jazz de una batería mitad batería mitad bongo, micrófonos antiguos y de diferentes épocas, sonidos de agua provenientes quizás de un walkman tirado en el suelo que también emitía un coro de iglesia distorsionado.
Música, en fin, realizada por un marinero enajenado de fiebres con alucinaciones de sirenas, un sample omnipresente de bajo hacía sentir la energía jazzística de la Generación Beat de los años 50….Santos, Santos, Santos de mi perdición oíamos en “Derrengados En La Arena”.
Sonidos de percutor de obra en construcción, voces de la calle y hasta una tormenta escuchábamos de fondo con la música psicofónica de Don The Tiger en la que a veces cantaba sentado y sin micro a un lado del escenario, música mutante, a veces se acercaba a un lado de la mesa donde reposaban sus artilugios sonoros y decía algunos mensajes extraños a un micro-megáfono como “Opera, Opera”, hubo un tema que fue dedicado con solemnidad a un loro muerto en Colombia, sonoridad lynchiana bajo una casi permanente luz roja.
“Hojas Tiene” o “Querido Asaeteador”, una canción que podría firmar Scott Walker si tuviera un poco más de sentido del humor, fueron algunos de los últimos temas que dieron paso a una última canción que le hubiera gustado al recientemente fallecido Dick Dale y hasta al fantasma de Elvis, una canción de corales, burbujas submarinas, guitarras brillantes en el concierto de despedida del adiós a la inocencia americana años 50, chaquetas destellantes de lentejuelas, tupés y romanticismo subacuático en un único bis llamado: “Ay Amor”.
Texto: Sebensuí A. Sánchez
Foto: Ana E. Sánchez
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