Spiritualized (La Riviera, Madrid)
Sábado 3 de noviembre, 21:00h
Sala La Riviera, Madrid
Organizado por el Primavera Sound
Cuando a mediados de los años ochenta Jason Pierce – aka Jason Spaceman – tocaba en tugurios de mala muerte en Reino Unido con su colega y cómplice artístico, Sonic Boom, nadie se podía imaginar que tres décadas después lograría – ya en solitario – girar por todo el mundo y acaparar la atención de un público tan fiel y mitómano como el que asiste a los conciertos de Spiritualized. Ya no es el mismo de entonces, es evidente, tampoco su público, pero sus shows siguen despertando un enorme interés para todos aquellos amantes de la escena underground internacional. Ahora con menos ácidos y violencia que entonces, pero en ese afán por seguir experimentando que todo genio musical atesora, sigue compartiendo cada entrega musical en forma de LP como una nueva etapa hacia un nuevo horizonte todavía por explorar.
El inicio del concierto no pudo ser más acertado. Hold On es uno de esos temas infravalorados que tanto abunda en su discografía, una rareza que no suele interpretar en directo y que en esta gira mundial hemos tenido la oportunidad de disfrutar. Pero lo mejor todavía estaba por llegar, y pronto lo comprobamos cuando empezaron a sonar los primeros acordes de Come Together, una de sus piezas más aclamadas y que pertenece al mítico disco Ladies and Gentlemen We Are Floating in Space (1997). El público estaba completamente metido en el propio directo, cuando, como un chute de morfina, Shine A Light hizo acto de presencia. Silencio sepulcral en toda la sala, que por momentos dejaban a uno con los pelos de punta, espectacular interpretación de toda la banda, con especial mención a las tres coristas, que en todo momento lograron alcanzar ese punto de emotividad grandilocuente que requería la canción. La receta es sencilla y efectiva.
Con Stay With Me parecía que el viaje musical por el espacio sonoro tenía un rumbo claro. Pero no sería hasta Soul On Fire cuando vivimos uno de esos momentos tan mágicos y de complicidad entre artista y público. Dos señoritas de corta edad comenzaban a llorar de emoción mientras se arrimaban a sus parejas, no se me ocurre momento más oportuno para cantar “Baby, set my soul on fire”. Y justo antes de comenzar el set donde interpretaría al completo su último trabajo discográfico, tocaría Broken Heart, otro corte de Ladies and Gentlemen We Are ….
Si bien la publicación de The Perfect Prescription, su obra culmen en Spacemen 3, banda de culto a la que perteneció en sus inicios, supuso el cénit artístico de su carrera; un álbum cuyo proceso de grabación fue muy modesto, sin grandes alardes a nivel de producción pero con un sonido tan crudo que logró dejar huella tanto por sus letras como por su música, no solo en muchos jóvenes de por aquel entonces sino incluso en la actualidad; ahora ocurre algo parecido – a menor escala, evidentemente – con And Nothing Hurt. Si bien es cierto que su evolución artística desde mediados de los noventa iba claramente dirigida hacia el space rock más ortodoxo, donde la épica juega un papel muy importante, en esta nueva entrega hemos podido comprobar como el góspel definitivamente sigue estando muy ligado al ADN artístico – A Perfect Miracle, I´m Your Man y Here It Comes (The Road) Let’s Go – de Jason Pierce y como incluso no tiene reparos en coquetear con recursos más propios del jazz o el soul – The Morning After –. Tampoco ha desaprovechado la oportunidad de lanzarlos un guiño a su pasado con la cruda On The Sunshine. Un reto muy ambicioso, el de interpretar al completo un disco recién sacado a la venta, que cumplió las expectativas a pesar de que sus dos últimos temas – The Prize y Sail On Through – fueron los más flojos de todo el concierto.
Para los bises Pierce se guardaría un arsenal de canciones irrefutables. So Long You Pretty Thing fue como un lamento público, donde la soledad y la nostalgia hacen acto de presencia. “Si te sientes solo, y tienes al mundo en tu contra, toma el largo camino a casa y deja atrás el miedo a Jesús, Y encontrarás mi puerta, con tu nombre escrito en diamantes”. Jason es nuestro pastor, nada me falta. La intro de piano y el giro que pega la canción unos minutos después es un claro ejemplo de como el genio de Rugby es capaz de convertir su obra en rock de altos vuelos, la psicodelia que corre por sus venas en forma de vida y el góspel de su alma en un coro celestial. A continuación llegaría el turno de Out Of Sight, perteneciente al álbum Let It Come Down y que en su momento se hizo famosa para el gran público a través de la película de Quentin Tarantino, V de Vendetta. Pero esto no era todo, faltaba la traca final, que llegaría en cuanto Jason comenzó a recitar los primeros versos de Oh Happy Day, cover habitual en todos sus recitales y que impregna entre el público un buenrollismo que contrasta bastante con el corte más depresivo y triste de otros temas de su setlist precedente. Con un reprise improvisado (o no) de Hold On, el concierto llegaría a su final.
Jason Pierce está en plena forma en el directo, su nuevo disco es más que notable y pese a no haber llenado la Sala La Riviera, sigue cautivando y contentando a su pequeño grupo de discípulos que con cada visita suya a la ciudad se reúne en peregrinación. Ha sido un buen sábado noche. Viva el rock, viva la psicodelia. Y el góspel.
Texto: Brais Iglesias Castro
Foto: Luis Julinho Cordova Canchari
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