Jack White – “Boarding House Reach”

  • 2/10
    Nota - 2/10
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Portada

Tomadura de pelo

 

Jack White ha tenido a sus fans esperando 4 años antes de publicar nuevo material en solitario. Y, para lo que ha publicado, casi mejor que hubiera esperado otros 4 años. Este ‘Boarding house reach’ es un despropósito de disco, empezando por la desagradable portada y siguiendo con la infumable propuesta musical.

El amigo Jack ha optado en esta ocasión por hacer casi todo por su cuenta. Ha producido el álbum él mismo entre Nashville, Nueva York y Los Ángeles y también ha grabado él mismo una gran parte de las pistas musicales. Viendo el resultado, está claro que debería haberse dejado aconsejar por gente externa y, sobre todo, haber dejado la producción en manos de cualquier otra persona que no fuera él.

No sabemos si el de Detroit está muy perdido en la vida, si se le ha ido la olla, o si conscientemente ha querido hacer una aberración como ‘Boarding House Reach’ (esta última opción sería la más preocupante). Lo único que está claro es que estas canciones son una tomadura de pelo.

En el primer tema, ‘Connected by love’, ya nos queda claro que los sintetizadores y las bases electrónicas van a tener bastante presencia en el disco. Da la sensación de que White ya no sabe qué hacer para adaptarse a los nuevos tiempos. Es como si utilizara los sintes con desprecio. Para esto sería mejor que siguiera con el rock de guitarras. En ‘Why walk a dog?’, más de lo mismo. No sabemos si intenta emular a los LCD Soundsystem o a Tame Impala, pero el resultado es desastroso y, lo que es peor, jodidamente aburrido. Después llega ‘Corporation’, que suena a los 70 más rancios, parece la banda sonora de una teleserie barata de la época.

‘Abulia and Akrasia’ es un medley extraño en plan árabe con voz recitada. Sigue siendo realmente aburrido. El siguiente corte es ‘Hypermisophoniac’, otra locura sin sentido. Si no tuviera que escribir esta crónica, habría interrumpido la escucha aquí y relegado el disco a los confines de mi memoria. En fin, seguimos con la escucha resignadamente y nos encontramos ‘Ice station zebra’ que, sorpresa, no está tan mal y tiene algo de gracia con esas voces rapeadas y los pianos machacones. Bueno, sigue siendo mala pero no tanto.

En ‘Over and over and over’ el disco pasa sin previo aviso a un rollo metalero cantado a lo Red Hot. “Que acabe ya esta tortura”, pienso. Pero todavía el disco solo va por la mitad y, perdón por el spoiler, no va a mejorar en ningún momento. ‘Everything you’ve ever learned’ es un medio tiempo in crescendo con solo gritos. No lo volvería a escuchar en mi vida. Después va ‘Respect commander’ que, bueno, se deja escuchar, tiene más coherencia dentro del despropósito que es todo el disco.

La parte final es deleznable, parece que a White se le acabó la poca inspiración que le quedaba. En ‘Ezmerelda steals the show’ escuchamos unas voces extrañísimas acompañadas de una guitarra acústica, y en ‘Get in the mind shaft’, más voces espaciales, ahora acompañadas de un sinte. ‘What’s done is done’ es una especie de gospel pero con base electrónica. Es horrible. Para acabar, ‘Humoresque’, la canción más normal del disco, una balada del montón. Se acabó la tortura. ¿Le gustará a alguien?

Miguel Aizpuru

Redactor. Periodista, siempre entre la música y la política. A veces las confundo