Esplendor Geométrico & Orfeon Gagarin (Sala El Sol, Madrid)
Sábado, 23 de Septiembre, 22:00 Horas
Organiza: Indypendientes/ Estrella Galicia
El pasado sábado se reunieron en Madrid dos pioneros de la música industrial, que no tocaban juntos desde hace unos 30 años. El primero en salir a la cabina al mando de los aparatos fue Miguel A. Ruiz a.k.a. Orfeon Gagarin, con una extensa vida de experimentación sonora e infinidad de proyectos (véase la entrevista a Orfeon Gagarin realizada en esta revista), con voz robotizada nos invitó a guardar silencio y nos daba las buenas noches avisando de que el concierto iba a empezar, detrás unas visuales con el universo y un sample de la voz de una mujer hablando de Jesús, en la pantalla aún se podía ver Orfeon Gagarin presenta….Sean Bienvenidos…
Gagarin presentaba un disco ex profeso llamado “Memorias de Un Oscilador”.Como si asistiéramos a un cine galáctico en donde el compositor amenizaba la velada, veíamos imágenes de sci-fi retro donde un astronauta preguntaba ¿Han localizado al terrícola? o imágenes de platillos volantes a lo Ed Wood, con una música de lo más futurista, una especie de IDM tribal. Continuaba la siniestra voz de la mujer recitando versos del Salmo 115: ¿Dónde está ahora su Dios?, decía. La música de Orfeón de raíces puramente electrónicas, alemanas, eléctricas y kraftwerkianas, daba voz a la energía con mayúsculas, de vez en cuando O.G. cogía el micro para hacer unos pequeños efectos sutiles difícilmente indiscernibles.
Música evocadora para correr sobre la Luna mientras suena un mitin de Lenin de fondo. Otra de las imágenes inquietantes que ambientaban esta música planeadora era el de una familia volando en avión, aquí se utilizó algo de voz cibernética de nuevo. Canción en la que parecía que había un continuo despegue y con la que la gente empezó a mover el esqueleto, tema que empató con otro de unos beats atronadores, sobre la imagen de la “familia perfecta” viajando en aeroplano se le superponían símbolos mágicos de la Clavicula Salomonis, Las cosas claras y El techno oscuro, decía una pegatina que estaba en la cabina de mandos donde el músico estaba parapetado, otra pegatina decía BLMZ Face, en honor a Las Caras de Bélmez, el caso paranormal de unos rostros que aparecen en el suelo y en las paredes de una casa aunque las tapen con yeso. M.A. Ruiz llevaba una camiseta del Sequential Circuits Prophet 5, un sintetizador analógico de 1978, uno de los primeros sintetizadores en los que podían sonar hasta 5 notas a la vez. En la pantalla se sucedían nombres de aparatos eléctricos como ‘voltímetro’, el concierto acabó, quedándonos con las ganas de al menos dos temas más y dejándonos la ceniza del fuego pero contentos de este gran y único espectáculo que por suerte, como compositor, Miguel A. Ruiz, seguirá dando que oír en próximos trabajos.
Y con ellos llegó el Apocalipsis…Saverio Evangelista y Arturo Lanz o lo que es lo mismo Esplendor Geométrico, comenzaron el show sin avisar, parapetados en sus ordenadores sin parar de moverse y haciendo ese techno industrial maquinal, sello de la casa, presentaban nuevo disco llamado “Fluida Mekaniko”. Poco a poco se iba creando en la sala una enorme bola de energía como el Sol, una energía violenta, y un fluido sexual (como el de una pareja que le faltó poco para desnudarse) que recorría el público y nos hacía ser felices en su arrastre.
Los temas se iban sucediendo sin solución de continuidad, imágenes de bailes fanáticos de países árabes, danzas circulares en manada alrededor del meteorito Piedra Negra de La Meca o de derviches en trance girando sin cesar. La gente desde un primer momento entregada, sus seguidores, nuevos y viejos, sabiendo que la tensión tarde o temprano se desataría, salió Arturo de la cabina como una lámpara de descarga, tanteando el terreno entre el vitoreo, pegó un trago y se volvió a la pecera. La música de Esplendor en corriente continua, hubo un segundo acercamiento de Arturo al público y primeros tocamientos, Arturo nos enseñaba su pezón y la gente le tocaba entusiasmada como si fuera un sex symbol, más tragos de birra agitada, lanzamiento de la botella al suelo y vuelta otra vez a la cabina, para seguir con estos ritmos deportivos.
A la tercera la vencida, Arturo empezó ya a berrear en un idioma inventado por él, se rodeaba el cuello con el cable del micro, le quitaba cervezas al público y a cambio les daba el micro. Lanz ya estaba ido metido en su papel, gente se quitó la camisa y la lanzó al final del escenario como ya había hecho el vocal de Esplendor momentos antes, y Arturo que iba con la cremallera bajada cual Iggy Pop del industrial. Un tema menos maquinal dio paso al baile entre alguna cerveza voladora más las que se echó Arturo por la cabeza. Lanzamientos mosh de Arturo desde el escenario (la gente siempre en tensión esperando a que se volviera a tirar), a cada esquina del escenario había una chica bailando, una de ellas con aspecto gótico y de baile mecánico que no consiguieron echar del escenario, acabaría tirando cerveza por la cabeza al de Esplendor, posteriormente bailaría sensualmente encima de Arturo tras haberse caído de espaldas en el escenario y seguir vociferando con una voz de asiático enfadado, y hasta acabaría la chica tocando los controles con Saverio.
Arturo iba dando vueltas entre el público mientras el cable del micro se nos enganchaba e intentábamos librarnos de él (del cable). El salvajismo fue ininterrumpido, Arturo la cogió con su compañero que lo tenía sacrificado a empellones y no lograba concentrarse al ordenador, aparte de subirse a su espalda como una gárgola, afortunadamente alguien se puso a bailar con Arturo distrayéndole de su compañero, en cualquier momento parecía que iban a cortar la actuación, de hecho se paró en varias ocasiones. ¡VIVA EL COÑO QUE HAY EN CHINA… QUE SON PEÑA DE PUTA MADRE!, fue una de las frases que gritó Arturo, para seguir desfasando entre el público que aprovechando el Caos se puso a fumar. Le dieron un vaso enorme de vodka o ginebra a Arturo que luego afortunadamente le intercambiaron por otra cerveza en el río de alcohol e intercambio de fluido alcohólico en que se había convertido la sala, con algunos cascos rotos incluidos, Arturo bailando pogo con el público, con uno de los samples de fondo diciendo ¡Arriba España!, esperpéntico.
El público no paraba de pedir su hit más accesible (quizás el único) “Moscú Está Helado” canción que no tocan probablemente desde 1982, pero en cambio sí que sonó otra ineludible “Ven A Jugar” en la que Arturo no hizo voces pero sí se encargaría (ya en otro tema) de ponérsela uno de los asistentes.
Diversión y Orgía, se podría resumir así la actuación del pasado sábado. Esplendor Geométrico, representan aún el auténtico papel extremista de la música industrial que hace recordar a los tiempos de Whitehouse cuando tenían que cerrar el local y venir la policía por las peleas o con Throbbing Gristle cuando Genesis P. Orridge besaba a su público en la boca y se daba cabezazos en la pared. Había un hombre en el concierto con la nariz sangrando que le advirtieron de que estaba herido, a lo que contestó ¡Ya, ya lo sé!, y siguió bailando.
Una noche inolvidable de energía descontrolada, libre y salvaje.
Sebensuí A. Sánchez
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