Crash Course In Science & Ruido y Tortura (Sala Moby Dick, 20 de Octubre)

Sala Moby Dick, Madrid

Jueves, 20 de octubre, 21 horas

 

Fantástica, divertida  y demoledora la pasada noche del jueves en la Moby Dick, propia quizás de otra época donde todo parecía ser mejor que ahora, como pensamos los románticos, o al menos más genuino, una década de ebullición musical como fueron los 80’s.  Con unos beats brutales salieron a escena Ruido Y Tortura, banda de la música Moira y del músico Santi Contubernio, uno de los dos cabecillas de dicho sello Contubernio rec. que junto al otro sello Gradual Hate se encargan de las músicas más oscuras, mágicas y de otras, por diferentes, electrónicas arriesgadas del país español.

Santi que dejó claro al igual que Moira con su atuendo que era un terrorista sonoro, camisa de Psychic TV de la primera época, antes que le dieran por el Acid House y donde aún vagaba el espectro de Jordi Valls por el grupo, pasamontañas, ropa militar e increpando para que quitaran Los Planetas en la sala como hilo musical, Moira por su parte con sus extraños pelos de colores también llevaba un pasamontañas por el que salían unas coletas azules hasta por los ojos, y un sujetador de cuero con pinchos de metal; el escenario repleto de una barbaridad de cables como tripas con toda su maquinaria tortuosa, Moira también hacía voces en las que creí distinguir que decía sobre el caos reinante “Déjame pensar”, el otro músico, impertérrito en el escenario con una caja transparente colgando del pecho con unos circuitos, en las manos llevaba unos detonadores que producían ritmos ,toda una exhibición de la que Tesla hubiera sentido pavor.

Lo que por el nombre de la banda y alguna grabación donde gritan ¡Derecho de Sangre! Pensábamos que nos íbamos a encontrar con una pesadilla tipo Premature Ejeculation de Rozz Williams, nos encontramos con un conciertazo rítmico en un cruce imposible entre Kraftwerk y Orbital si fueran góticos y tuvieran unas voces ininteligibles y metálicas.

A todo esto se sumó que el músico se pusiera a comer plátanos, la mezcla entre lo simiesco y lo militar me hacía recordar a la canción de Death In June “Gorilla Tactics” canción que dedicó DIJ a los suizos por prohibirles la entrada al grupo en el país y donde se critica en el tema la estrechez de miras. Pues con este aspecto de psicópatas, una música rítmica maquinal y oscura de fondo nos estuvieron lanzando plátanos y preservativos, algunos plátanos con profiláctico puesto. Su música plagada de samplers con voces, cosa que tanto funcionaba en la electrónica de esa época industrial ochentera con el sello de Chicago “Wax Trax rec.” a la cabeza, y donde oímos fragmentos como “Estoy hasta el copete” o a nuestro desahuciado Rey de Nada diciendo “¿Porqué no te callas?” u otras voces que pedían justicia proletaria en forma de cacería.

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Ruido y Tortura | Foto: Sebensuí A. Sánchez / Madafackismo Underground

Los dos últimos temas de Ruido y Tortura, igual de mortíferos aunque el penúltimo venía regado de la sangre mística de Moira con una voz embriagadora, y flotante que se quedaba parada en el aire, Santi Contubernio como un robot del infierno apretando esos joysticks como de arcade de los 80 y la caja eléctrica sobre su caja torácica parpadeando, entonces la voz espiritual de Moira subía de tono mientras Santi se quedaba estático pulsando los botones de la caja de su pecho a oscuras como si estuviera recibiendo 10 mil voltios y generando un ruido extremo. Del trance industrial-religioso pasamos a una EBM pura y dura y enloquecida como Pankow o Nitzer EBB de anfetaminas, con los músicos moviendo la cabeza como posesos. Canción que incitaba a bailar pogo, headbanging y mosh, en ese orden. Dejándonos a todos en tensión con ganas de más.

Y tras la banda telonera, los americanos Crash Course In Science, uno de esos pájaros extraños de la música, que con un e.p. en 1979 y otro en 1981, para luego desaparecer hasta el 2005 con algunos singles y en el 2011 sacar su primer L.p., no les ha hecho falta mucho más para demostrar que son pioneros de una arty-music, de hecho todos fueron estudiantes de arte, que ha servido como pilar para diferentes géneros enlazados con el techno y la música industrial con un prisma diferente antes y ahora a los oscuros puntos de vista y sonoros que nos tienen acostumbrados esos estilos. Han pasado más de 35 años, 37 para ser exactos, y sigue pareciendo una música igual de novedosa, claro que también habían en esa época otros proyectos inusuales con elementos atípicos como botellas de agua Perrier en la percusión como hacían Fad Gadget por no ir a cosas aún más vanguardistas.

Empezaron con el tema “It Costs To Be Austere”, no sin antes Mallory Yago dar un choque con  los nudillos a su compañero Dale Feliciello, desde un principio pusieron toda la carne en el asador, sin parar de bailar ni un segundo, delgada como el viento con una peluca blanca, medias de estrellas negras y gafas oscuras.

Para el siguiente tema ya se habían cambiado de instrumentos, la vocalista a los teclados, el teclista a la batería y el otro teclista a la voz con un aspecto de rebelde del futuro como los antiguos Front 242, gafas oscuras, rayas negras en los pómulos y energía a borbotones. En el siguiente tema “Miscommunication” se comunicaban entre ellos a base de sonidos y respondiendo con otros sonidos. Entre sus canciones más famosas tocaron “No More Hollow Doors”, canción que el teclado parece un taquígrafo en un terremoto, sonidos de escapes de fábricas, y Yago y Feliciello haciendo dueto, todos con gorras con luces y ella portando un cinturón luminiscente.

De los asombrosos malabares de luces que Mallory sacó al escenario, el primero fue en “No More Hollow Doors” con unas bolas de colores que mientras más giraban más iban cambiando de color, el tercer músico que lleva con ellos desde el principio de la banda, Michael Zodorozny, hacía apoyo corístico y manejaba un Mac enorme mientras sus compañeros cantaban y bailaban como poseídos por los dioses, la séptima canción que tocaron es una de las más famosas de su repertorio en el que se oyen como turbinas, automóviles, extraños sonidos por los que se han ganado el mérito de industriales, la canción es “Cardboard Lamb” con imágenes audiovisuales de corderos dentro de círculos.

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Crash Course In Science | Foto: Sebensuí A. Sánchez / Madafackismo Underground

También tocaron “Jump Over Barrels” en el que se oía algo como un sonido robótico, multitud de samplers y un electro machacón incesante. Tras esta canción vino un punto de inflexión en el concierto, en el que Mallory Yago hizo un baile hipnótico y además utilizó unos crótalos como los que utilizaban los adoradores de la diosa gato Bastet, los crótalos que los tocaba como si nada mientras se contorsionaba bailando por todo el escenario con una rítmica divina y trepidante, que llegué a sospechar que era un sampler por el poderío con el que sonaban y el control que ejercitaba sobre ellos, infiltrándose finalmente entre el público. Shiva es apodado como el “danzante cósmico” y aquí ha utilizado a una de sus avatares. Todo esto con una luz tenue y con la cintura y las muñecas iluminadas. La canción llevaba el nombre de “Drive”, no aparece en su discografía, esperemos que no por mucho tiempo.

En el siguiente tema “Flying Turns” del 81,  Yago, con sus malabares de luces que semejaban átomos tentaculares cambiantes de color, esta vez, rozaba además un pandero con sonajas como los que usan los árabes, por el suelo o daba latigazos al suelo con esas hebras de luz electrificada, saliéndose esa melena eléctrica del contorno del escenario en algunos momentos. Todo esto con los sonidos fabriles del tema y Feliciello dándole a la voz.

Cerraron el concierto CCIS con tres bises, los dos últimos de su único l.p. hasta la fecha que data del 2011, “Near Marineland”, los temas fueron “Second Glance” y “Pompeii Spared”. Hace un año y medio que no venían CCIS a Madrid, esperemos que sea una cita obligada para ellos anualmente.

Ambos conciertos, los de esa noche, únicos en su especie (o espécimen).

Sebensuí A. Sánchez

 

Sebensuí A. Sánchez

Khaös de Mago, poeta palabrista, filósofo imberbe, melómano colector desde que tenía 10 años. Ya daba patadas antes de salir a la luz, le contaba su madre, cuando en casa se ponía el “The Dark Side of The Moon”.